Aunque las élites políticas y económicas nos han querido vender la idea de que el fenómeno de la globalización es algo reciente, logrado gracias a los novedosos avances científicos y tecnológicos, la verdad es que, como hemos apuntado en anteriores columnas,[1] la globalización, de hecho, inició con los grandes descubrimientos geográficos de los siglos XV y XVI, así como con las cruentas guerras de conquista que les siguieron, las cuales, paradójicamente, provocaron uno de los efectos más devastadores del afán globalizador contemporáneo: el cambio climático.
Siguiendo esta línea de pensamiento, sabemos que la colonización europea del continente americano ocasionó uno de los genocidios más grandes de la, de por sí, sangrienta historia humana, como ocurrió en México durante y después de la conquista española.[2] En virtud de lo anterior, la muerte de un número tan alto de naturales de estas tierras transformó el medio ambiente y provocó que el clima de nuestro planeta se enfriara, según una nueva investigación.[3]
Los colonizadores españoles, portugueses e ingleses —y de otras naciones europeas— acabaron con la vida de millones de personas a través de los conflictos armados y también por la propagación de enfermedades desconocidas en nuestro continente, como en el paradigmático caso de la epidemia de viruela que diezmó a los habitantes de México-Tenochtitlán.[4] Todo ello redujo la población étnica americana en un 90% en el siglo siguiente al viaje inicial de Cristóbal Colón en 1492.
Este despoblamiento a escala masiva dio lugar a que grandes extensiones de tierra agrícola quedaran desatendidas, señalan en su estudio los investigadores Alexander Koch, Chris Brierley, Mark M. Maslin y Simon L. Lewis del University College de Londres, lo que permitió que tales terrenos se llenaran de árboles y otros tipos de vegetación. Este ‘reverdecimiento’ absorbió el suficiente dióxido de carbono de la atmósfera para provocar el enfriamiento de nuestro planeta, con una temperatura promedio que cayó 0.15°C a finales del siglo XVI y principios del XVII. Según los citados investigadores: «la gran mortandad de los pueblos indígenas de las Américas tuvo como resultado un impacto global impulsado por el hombre en el sistema de la Tierra en los dos siglos anteriores a la Revolución Industrial».[5]
El descenso de la temperatura durante este período se conoce como la «Pequeña Edad de Hielo»,[6] una época en la que el río Támesis en Londres se congelaba regularmente, las tormentas de nieve eran comunes en Portugal y los problemas para lograr que las cosechas llegaran a buen término causaban hambrunas en varios países europeos. De esta forma, los investigadores del UCL encontraron que la colonización europea del continente americano contribuyó indirectamente a este período semi–glacial. Por otra parte, se calcula que, para 1600, la colonización de América había causado la muerte de alrededor de 56 millones de personas. El estudio que nos ocupa atribuye este holocausto a factores que incluyen enfermedades introducidas, como la viruela y el sarampión, así como la guerra y el colapso social.
Empleando modelos informáticos y los datos que nos brindado las crónicas de la época, el equipo de investigadores procedió a calcular cuántas tierras laboraban los indígenas en sus tareas agrícolas, las cuales, después del genocidio, cayeron en desuso, descubriendo que alrededor de 55 millones de hectáreas —una superficie equivalente a la de Francia— quedaron vacías, por lo que fueron recuperadas por una gran cantidad de vegetación que absorbía más dióxido de carbono de la atmósfera.
Así, el estudio del University College de Londres esboza un pasado histórico en el que los seres humanos influían en el clima de nuestro planeta, mucho antes de que la Revolución Industrial incentivara el uso de combustibles fósiles para la fabricación de bienes, la generación de electricidad y el avance en los medios de transporte, lo cual ha permitido que decenas de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono sean liberadas a la atmósfera terrestre desde la segunda mitad del siglo XVIII.
De igual modo, la deforestación generalizada para ‘liberar’ tierras con fines agrícolas y el desarrollo urbano han estimulado la liberación de gases de efecto invernadero, lo que ha provocado que el planeta se haya calentado alrededor de 1°C en el último siglo. Y, como hemos señalado con anterioridad,[7] los científicos no cesan de advertirnos que nuestro mundo tiene poco más de una década para reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono o enfrentar tormentas cada vez más severas, tornados donde nunca se habían visto,[8] sequías, olas de calor, inundaciones costeras e inseguridad alimentaria, sobre todo en países tan extensos y vulnerables al cambio climático como Estados Unidos de América, aunque su actual gobierno y decenas de millones de sus habitantes no crean en la catástrofe que no sólo se les avecina, sino que ya padecen.[9]
Retomando el estudio que nos ocupa, podemos señalar que la revegetación del continente americano, después de la llegada de los europeos, contribuyó a la disminución del contenido global de carbono en el aire, disminuyendo entre siete y diez partes de dióxido de carbono por cada millón de moléculas de aire en la atmósfera. La cifra anterior debe compararse con las 3 partes por millón de dióxido de carbono que la humanidad está añadiendo a la atmósfera, cada año, a través del empleo de combustibles fósiles.
Se habla mucho sobre el enfoque de las ‘emisiones negativas’ que utilizan la plantación de árboles para eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera y mitigar el cambio climático Y lo que vemos en esta investigación es la escala de lo que se requiere hacer, porque el genocidio de la población étnica americana resultó en un área del tamaño de Francia que terminó siendo reforestada y eso nos dio una reducción de dióxido de carbono sólo de unas pocas partes por millón. Esto es útil, ya que nos muestra lo que la reforestación puede hacer. Pero al mismo tiempo, ese tipo de reducción vale quizás sólo para dos años de emisiones de combustibles fósiles al ritmo actual.
Tales son las conclusiones del investigador del UCL, Chris Brierley, coautor del estudio, según se las dio a conocer a la BBC.[10] Como podemos apreciar, si queremos evitar la extinción de nuestra especie, la cual alguna vez llegó a considerarse como «la más inteligente del planeta», la tarea que debemos realizar debe ser titánica, digna de una epopeya mitológica.
Notas de referencia
[1] https://tropicozacatecas.com/2018/02/18/axis-mundi-traficante-droga/
[2] https://www.lahaine.org/mundo.php/genocidio-en-la-conquista-de-america-149-1573
[3] Alexander Koch, Chris Brierley, Mark M. Maslin, Simon L. Lewis, Earth system impacts of the European arrival and Great Dying in the Americas after 1492, https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277379118307261
[4] https://www.infobae.com/america/mexico/2018/01/16/500-anos-despues-se-descubrio-la-causa-de-la-terrible-epidemia-que-mato-a-15-millones-de-aztecas/
[5] Earth system impacts of the European…, doc. cit.
[6] https://elpais.com/elpais/2016/02/08/ciencia/1454942821_371470.html
[7] https://tropicozacatecas.com/2018/11/04/axis-mundi-bienvenidos-a-la-era-de-la-extincion/
[8] https://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/cuba-habana-viviendas-desbaratadas-muertos-paso-tornado-noticia-nndc-601823
[9] https://www.theguardian.com/commentisfree/2018/nov/29/ticking-bomb-climate-change-america-threat
[10] https://www.bbc.com/news/science-environment-47063973
Carlos Hinojosa*
*Escritor y docente zacatecano