En su lista de amenazas que acechan a la salud pública mundial este 2019, enumeradas junto con el dengue, la contaminación atmosférica y el VIH, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha nombrado las «dudas ante la vacunación» como uno de los diez principales riesgos sanitarios que se compromete a atender este año. En otras palabras, el movimiento «anti–vacunas», que ha inspirado a muchos países del primer mundo —sobre todo donde han avanzado los movimientos populistas, como EUA, Francia e Italia—[i] a rechazar o dudar de la eficacia de las vacunas contra enfermedades fácilmente prevenibles, es ahora una amenaza para la salud mundial y, por lo tanto, para la estabilidad de nuestra civilización. Incluso, actualmente existe una petición para que los anti–vaxxers (como se les conoce en inglés) sean los villanos de la nueva versión del videojuego «Plague Inc».[ii]
La OMS señala que el movimiento contra la vacunación «amenaza con revertir los progresos realizados en la lucha contra las enfermedades prevenibles mediante las vacunas que son una de las formas más eficaces, en función de los costos, para evitar enfermedades: actualmente previenen entre 2 y 3 millones de muertes al año, y otras 1.5 millones podrían evitarse si la cobertura mundial de las vacunaciones mejorara».[iii]
Tan sólo el sarampión, una enfermedad prevenible para la cual no existe una cura eficaz una vez que se contrae, ha experimentado un aumento del 30 por ciento en todo el mundo desde el 2016, incluyendo algunos focos rojos en México[iv] y con nuestros paisanos en Fort Worth,[v] por citar sólo un par de ejemplos.[vi] «Las razones de este aumento son complejas, y no todos estos casos se deben a la campaña anti–vacunación —afirma la OMS—. Sin embargo, algunos países que estaban cerca de eliminar la enfermedad han visto un resurgimiento».[vii] En noviembre de 2018, la OMS informó que, en el continente americano, la región del Mediterráneo oriental y Europa, se registró un aumento del sarampión a partir de 2017. La única región en la que los casos disminuyeron fue en el Pacífico Occidental.
«El resurgimiento del sarampión es motivo de grave inquietud, con brotes extendidos en todas las regiones, y en particular en los países que habían logrado o estaban a punto de lograr la eliminación de esta enfermedad —dijo el doctor Soumya Swaminathan, Director General Adjunto de Programas de la OMS, en una declaración en ese momento—. Sin esfuerzos urgentes para aumentar la cobertura de vacunación e identificar a las poblaciones con niveles inaceptables de niños y niñas desnutridos o no vacunados, corremos el riesgo de perder décadas de progreso en la protección de la infancia y las comunidades contra esta enfermedad devastadora, pero totalmente prevenible».[viii]
Y es dicha posibilidad de perder décadas de avances médicos lo que preocupa a la OMS, especialmente cuando las tasas de anti–vacunación están aumentando en países desarrollados, como los mencionados Estados Unidos, Francia e Italia. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) encontró que el número de niños de dos años que no se habían vacunado aumentó a 1.3 por ciento para los nacidos en 2015, cuando el porcentaje de los que nacieron en 2011 era de 0.9%. Si estas tasas continúan su tendencia al alza, los brotes de enfermedades prevenibles pueden volverse más comunes.
«Cualquier disminución en las tasas de inmunización resultará en un aumento de las enfermedades prevenibles por vacunación —afirma Gary Freed, profesor de Gestión y Política de la Salud de la Universidad de Michigan—. Ahora tenemos la oportunidad de prevenir tantas enfermedades que amenazan la existencia humana y hemos salvado innumerables vidas gracias a la inmunización. Sería una burla infame para la salud de los niños que se produjeran brotes generalizados de enfermedades que pudieran matar o dañarlos permanentemente».[ix]
Se puede decir que el movimiento contra la vacunación, en nuestra época, se remonta a un artículo fraudulento publicado por Andrew Wakefield y 12 de sus colegas en The Lancet, una destacada revista médica. La investigación, que ya ha sido refutada, sugirió que la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR) estaba relacionada con el autismo, lo que causó que las tasas de vacunación disminuyeran.[x] Además, debemos señalar al arma de doble filo de las redes sociales, y los cambios que han provocado en la forma en que se accede a la información, como otra razón del aumento de las dudas ante las vacunas.
En un estudio recientemente terminado, el autor Francois Van Schalkwyk arroja algo de luz sobre cómo el movimiento contra la vacunación utiliza las redes sociales para amplificar la duda y alimentar la incertidumbre. Dicho análisis encontró que los «anti–vacunas» seleccionan y comparten información científica de artículos de revistas de acceso abierto en las redes sociales para aumentar la inseguridad en la población en general. De hecho, como bien sabemos, cualquier persona, incluyendo activistas con objetivos específicos y nada bien intencionados, puede producir y compartir información en línea. Esto se acentúa en las redes sociales, donde la gente está conectada en tiempo real a escala planetaria.
Por otra parte, la mayoría de los medios en línea no se benefician del control de fuentes de información de los periodistas y editores que conforman el contenido de los medios de comunicación tradicionales. En consecuencia, muchos datos en internet son generados lo mismo por expertos que charlatanes, por ende, la opinión y los hechos se vuelven imprecisos. Esto hace que sea difícil juzgar si la información es fiable o no.
Para complicar las cosas, los usuarios pueden crear comunidades virtuales de personas con ideas afines que buscan fuentes de información con las que se sientan cómodas. De este modo, la gente obtiene más información con la que ya está de acuerdo de antemano, así como pocas (si es que existen algunas) opiniones alternativas en el laberinto de datos en línea. El resultado es que los mensajes en contra y a favor de las vacunas se comparten y se reproducen en grupos aislados, lo que polariza aún más los puntos de vista de los debatientes.
Entonces, ¿cómo puede contrarrestarse la información falsa sobre las vacunas que se comparte en las redes sociales? Los científicos pueden pensar que compartir evidencia objetiva y revisada por sus pares sobre la seguridad de las vacunas podría cambiar las opiniones de las personas. Lamentablemente, este no es el caso y los hechos por sí solos no son suficientes. Lo anterior ocurre porque la falta de información no es el problema, sino la forma en que la gente procesa dicha información. A veces, las personas simplemente «se niegan a conocer» lo que los científicos están tratando de decirles. Esto es lo que puede hacer que los oponentes a la vacunación rechacen años de estudios que prueban que las vacunas no aumentan el riesgo de autismo, incluso en niños vulnerables.
Los puntos de vista de las personas sobre temas controvertidos en la ciencia están polarizados por el «sesgo cognitivo» y el «razonamiento motivado» que resultan de sus creencias y valores personales. Si les gusta la nueva información científica, la verán más positivamente. Pero si dicha información disipa las opiniones preexistentes, no serán tan receptivas. Asimismo, entra en juego el llamado «efecto negativo»: es más probable que la gente comparta historias e imágenes sobre el daño y la tragedia, que contenido neutral o positivo. Esto explica por qué los mensajes sobre los supuestos peligros de la vacunación, a menudo acompañados de imágenes emotivas de niños enfermos, se amplifican con más fuerza a través de las redes sociales en comparación con los mensajes a favor de las vacunas.
Por su parte, la OMS afirma que su grupo asesor sobre vacunas ha identificado otras razones por las que el movimiento anti–vacunación crece como reguero de pólvora: la autocomplacencia de los padres, los inconvenientes en el acceso a las vacunas y la falta de confianza. Por ello, ha realizado una guía detallada sobre cómo discutir a favor de las vacunas con quienes se resisten a ellas. Asimismo, las instituciones de salud de varios países señalan que, si las tasas de vacunación continúan bajando, enfermedades como el sarampión, la tos ferina y la poliomielitis —que mataron a miles de personas cada año tan sólo a mediados del siglo pasado— podrían volver a ser comunes, provocando pandemias de proporciones apocalípticas.
Notas de referencia
[i] https://edition.cnn.com/2019/02/16/health/anti-vaccine-movement-history-pushback-intl/index.html
[ii] https://variety.com/2019/gaming/news/plague-inc-adding-anti-vaxxers-to-illness-simulator-video-game-1203151940/
[iii] https://www.who.int/emergencies/ten-threats-to-global-health-in-2019
[iv] https://www.milenio.com/ciencia-y-salud/unicef-advierte-aumento-alarmante-sarampion-mundo
[v] https://www.star-telegram.com/opinion/editorials/article215278470.html
[vi] https://www.iflscience.com/health-and-medicine/one-map-sums-damage-caused-anti-vaccination-movement/
[vii] https://www.who.int/emergencies…, doc. cit.
[viii] https://www.who.int/news-room/detail/29-11-2018-measles-cases-spike-globally-due-to-gaps-in-vaccination-coverage
[ix] https://www.politico.eu/article/how-anti-vax-went-viral/
[x] https://www.popsci.com/timeline-autism-myth-anti-vaccine
Carlos Hinojosa*
*Escritor y docente zacatecano