Esta festividad lleva más de 200 años de desarrollarse en esta comunidad, una cultura popular muy arraigada en ella, desde el mes de marzo el tun- tun del tambor que avisa que los tastoanes ya salieron a las calle a pedir la limosna para la fiesta, terror de niños y señoritas, vacilan, gritan y corren tras los carros para pedir la moneda, los más atrevidos les piden sacarse la modernas selfin.
Según la leyenda que cuentan los feligreses es que en la época colonial, Jalpa llevaba el nombre de “Santiago de Xalpa” y el santo patrón era santo Santiago que se encuentra en la conclave de puerta de la parroquia, a decir de la gente llevaron a la figura de Santo Santiago a lo que se le conocía como el barrio de los Iglesias, lo amarraban en la jacaranda que está en la antigua capilla y por la noche se lo llevaban a Jalpa, en la mañana ya no estaba, lo buscaban y lo encontraban en la comunidad antes mencionada, hasta que el señor cura decidió dejarlo hay, y desde esa época se le conoce a la comunidad como los Santiagos.
FUNCIÓN SOCIAL Y CULTURAL DE LA DANZA EN LA ACTUALIDAD.
“La danza de moros y cristianos fue también adoptada por los indígenas. Ellos, ante los nuevos amos, tuvieron que reelaborar su cultura. También los indígenas crearon una cultura de conquista para la que seleccionaron de entre su propia tradición y la que ofrecían los conquistadores, elección que era importante para sobrevivir.”
La multiplicidad social y étnica del México colonial se expresó también en una gran variación cultural. La danza de los moros y cristianos, el festejo más popular de la Nueva España fue cultivado de diferentes medidas por todos los sectores y se fue modificando con ellos, la evaluación de los grupos tomó caminos muy diversos que la danza reflejó. Las relaciones entre los distintos grupos se hicieron más distantes y más injustas.
“La danza de moros y cristianos persiste hasta hoy en día, ¿es acaso el festejo tradicional más ampliamente practicado en el país? Su persistencia no es accidental ni tampoco obedece a su belleza o tipicidad. Su celebración no es exótica ni misteriosa, sino que se puede conocer; ése es el propósito de este libro, que se conozca el origen de esta danza como parte de nuestra identidad regional.”
La danza persiste no solo en México, aunque este estudio se limite al Cañón de Juchipila, también está presente en casi todos los países latinoamericanos, esto sugiere que estamos frente a un proceso más amplio y general.
La danza de los Tastoanes es una aculturación, ya que ésta es el proceso mediante el cual dos o más culturas se ponen en contacto para integrar un nuevo sistema, no implica la integración, ni la absorción de la cultura de los derrotados por la cultura de los vencedores. La aculturación implica modificaciones, a veces brutales en las sociedades y culturas que establecen contacto, sobre todo si este es asimétrico, desigual. Generalmente se ha admitido que tales transformaciones básicas se dan de manera gradual y continua y con tendencia a la homogeneidad final.
Estas conclusiones no son nuevas, pero contribuyen a cuestionar afirmaciones que se dicen evidentes, por ejemplo que las poblaciones indígenas son los restos del pasado y que por ello están destinadas a la desaparición. El libro sugiere que las poblaciones indígenas son el resultado de la diversificación que se origina por el contacto. Son tan actuales y modernas como las otras culturas derivadas del mismo hecho. Son como las demás, distintas y nada más. Las culturas no son estáticas, han sido transformadas y siguen siendo distintas, volverán a transformarse y mantendrán su distinción.
VESTIMENTA A través del tiempo el vestuario de los tastuanes a tenido marcados sus cambios en la mascara y en el vestuario. La máscara elaborada de mostoche, madera blanda, tenía rasgos indígenas o de animales, la que figuraban como puercos jabalís son los esclavos que portaban la mascara por un año si cumplían las indulgencias al otro año podría portar una mascara de macegual. La montera es más bien chaparra hecha de colas de vaca que le llaman greñeros o chimales. Usan pantalón de pechera, un mandil de cuero y huaraches jalpeños o de Corte. El tastuan se disfrazan con cuatro prendas, dos casi rituales e imprescindibles y dos complementarios o por necesidad. Las dos primeras mascara y montera. Mascara, del árabe “macjara – bufon” es una prenda elaborada por nuestros artesanos en madera, esta puede ser de palo colorado, cedro, sabino estas son muy resistentes o hasta de moztoche deleznable y fácil de picarse.
APARICIÓN DE SANTO SANTIAGO EN EL CERRO DEL MIXTÓN
El Mixtón sólo tiene una vereda que conduce a la Explanada del Peñol. Nadie la sabe, solo fray Antonio de Segovia y fray Miguel de Bolonia que en varias ocasiones han ascendido buscando a sus indios para llevárselos a los pueblos de doctrina. Se acerca el mediodía, ambos frailes se han retirado de la soledad, río abajo para el rezo del santo oficio.
Hasta ellos llegó el capitán don Cristóbal Romero para sacarles el secreto de por dónde estaba la vereda que los condujera a la meseta. Todo fue inútil, los frailes se secretearon, pero al retirarse don Cristóbal Romero de los frailes y congregarse con otros capitanes, Juan del Camino, Pedro Plasencia con otros tres soldados, oyeron una voz de arriba que decía “dígales, padre Segovia, que por ahí va el camino” y sigue Mota Padilla describiendo la escena “vieron entre breñas y zarzales, una vereda angosta y dudando entrar por ella, vieron que en un caballo blanco capitaneaba un caballero y al mismo tiempo era tanta la multitud de indios que parecía imposible entrarles y por la angostura no podía socorrerles, más advirtieron que sin detenerse aquel caballero que subía y con la espada flamígera en la mano hacían que los indios que resistían el paso, se despeñasen por liberarse de sus manos, de esta suerte le seguían estos soldados y cuando menos lo pensaron se hallaron en la mesa en la que se les formo tan violenta escaramuza que como la piedra de un molino despide harina, así caían los indios por las piedras tajadas desde el plan de la mesa, a la vocería y alaridos de los indios, alzaron los del campo del virrey los ojos y vieron como caían precipitados los indios y luego descubrieron como más trillada la vereda y subieron a contener el estrado y habiendo subido sin encontrar resistencia cesó la batalla y se aprendieron a cinco mil indios que se pudieron descubrir entre los riscos y las quebradas, llegó la noche y el ejército español se dio al relativo descanso, olvidando montar en lo alto de la mesa un “fuerte” para la mañana siguiente seguir inspeccionando.”
Para el padre Francisco Frejes, cronista del convento de Guadalupe en su “Memoria sobre la conquista de Jalisco” se refiere a este hecho de una forma vergonzosa, refiriéndose a lo siguiente:
“La historia de Mota Padilla que tengo a la vista, dice que, santo Santiago sé apareció en el Mixtón matando indios. No es la primera vez que los conquistadores recurren a la intervención de los santos, para justificar y autorizar sus crímenes. ¡Que tenía que hacer Santiago con los inocentes indígenas, que solamente se defendían de una agresión injusta! ¡Serán más indulgentes los hombres que los santos, como lo vemos en los privilegios que las leyes les conceden a los neófitos, aun en delitos enormes y en la excepción de ciertos deberes comunes a los demás hombres! No es mi intento hacer una apología de los defectos en que se pueden haber incurrido los indígenas aun después de haber recibido muchos de ellos la religión, pero debemos de confesar que el mayor milagro que hizo Dios con los indios, fue con tanto gusto y afición una religión que los españoles les trajeron en la punta de la espada y en la boca del cañón.
Concluida aquella acción que remachó para siempre los grillos o la esclavitud de los indios”
Santo Santiago sigue cabalgando por todo lo largo y ancho del cañón de Juchipila.
Colaboración especial: Profr. Héctor P. Gómez Soto.
Cronista de Jalpa, Zacatecas