Durante la semana pasada, varios medios, a nivel mundial, retomaron una teoría de la conspiración, la cual señala al prolífico e inquietante autor estadounidense, Dean Koontz, de haber pronosticado el actual brote de coronavirus en su novela Los ojos de la oscuridad, de 1981, donde hacía referencia a un virus mortífero llamado «Wuhan–400», esto es, la ciudad china donde surgió el Covid-19.[i] Otra narración, asimismo acreditada por haber predicho la aparición del coronavirus, es la película Contagio (Steven Soderbergh, 2011), sobre una pandemia global que salta de los animales a los humanos y se propaga por todo el planeta.
La relación entre las infecciones con alto grado de transmisibilidad y la narrativa, como bien saben nuestros amables lectores, no es algo nuevo y, de hecho, se remonta hasta los orígenes de nuestra civilización. Por ejemplo, en La Ilíada de Homero, los griegos le faltan el respeto a uno de los sacerdotes de Apolo, por ello, el dios manifiesta su disgusto disparando sus flechas infectas contra el campamento aqueo. La peste dura nueve días, breve según los estándares epidemiológicos modernos. Cuando los griegos se enmiendan y sacrifican ovejas y cabras al hijo de Zeus, se curan de la enfermedad.
Por otra parte, con el arribo de la ciencia ficción al ámbito literario, el lugar de los dioses, como causantes de una pandemia, fue ocupado por las entidades extraterrestres, por ejemplo, en la escalofriante y genial historia corta de Alice Sheldon «La Solución Screwfly» (1977),[ii] en la cual una enfermedad provoca que los hombres comiencen a asesinar mujeres en masa. Al final del relato descubrimos que una especie alienígena había introducido una infección cerebral para que la raza humana se destruyera a sí misma, y los extraterrestres pudieran heredar la Tierra. A la luz de la irracional y terrible violencia que padece el género femenino, sobre todo en México, y la indolencia e ineficacia de las autoridades para remediar tal situación,[iii] el texto de Alice Sheldon también puede interpretarse como una dantesca profecía cumplida.
Otro ejemplo de una peste alienígena la tenemos en el clásico «El color que cayó del cielo» de H.P. Lovecraft (1927, adaptado genialmente al cine en un filme protagonizado por Nicolas Cage, en 2019). En este caso, la infección llega a través de un meteorito, después de lo cual, el entorno ambiental es devastado y las personas son llevadas a la locura total. En este sentido, en La amenaza de Andrómeda (1969) de Michael Crichton, el microorganismo que podría acabar con la especie humana llega desde el espacio exterior: se trata de un bicho que muta rápidamente mientras los científicos de la Tierra tratan de combatirlo. La interesante variación del autor, al final de esta novela, es que la última mutación del microrganismo resulta benigna para los humanos.
Además, los autores que no han querido recurrir al tema extraterrestre, para sus relatos pandémicos, han retomado otro personaje fundamental de la ciencia ficción: el científico enloquecido, como podemos ver en decenas de franquicias de relatos de zombis que empiezan con un investigador que, por accidente o a propósito, infecta a la población con un virus diseñado como arma biológica. Por ejemplo, en La Peste Blanca (1982) del célebre creador de la saga Dunas, Frank Herbert, un genetista, empujado a la locura por el asesinato de su familia, crea un patógeno que mata a todas las hembras de la humanidad. Después de una catástrofe demográfica, se encuentra una cura, pero el equilibrio de la población mundial se pierde por completo, al quedar una mujer por cada 3,000 hombres.
En la obra maestra feminista de Joanna Russ, El Hombre Hembra (1975),[iv] un virus ha acabado con todos los hombres, creando una utopía total para las mujeres sobrevivientes, quienes se reproducen por partenogénesis[v] y viven en armonía. Al final de la novela, se insinúa que la infección que destruyó al género masculino fue en realidad diseñada por una científica. Como podemos ver, este relato inspiró a uno de los mejores cómics de los años recientes, Y, el último hombre (2002–2008), de Brian K. Vaughan y Pia Guerra, el cual, se supone, en algún momento se convertirá en una serie de TV o streaming, si es que algún día se superan todas las dificultades que está afrontando la producción.[vi]
Finalmente, podemos reflexionar que nuestra especie, después de haberse investido con la corona de todo lo creado, bien puede perder su estatus por la acción del más pequeño de los seres, el coronavirus, quien puede llegar a destrozar nuestra arrogancia. Tan sólo recordemos al genial y célebre Agente Smith, en Matrix (1999), interpretado son singular maestría y estilo por Hugo Weaving: «los humanos —le dice al Morfeo de Laurence Fishburne— son incapaces de desarrollar un equilibrio natural con su entorno: se mueven a un área, se multiplican y multiplican hasta que todos los recursos naturales se consumen. Por ende, no son en realidad mamíferos, sino el otro organismo que se comporta de igual forma: un virus».
[i] https://www.eluniversal.com.mx/cultura/letras/coronavirus-libros-que-predijeron-el-covid-19
[ii] https://www.theverge.com/2012/9/29/3427770/the-classics-the-screwfly-solution
[iii] https://www.eluniversal.com.mx/opinion/salvador-garcia-soto/el-presidente-que-no-quiso-defender-las-mujeres
[iv] https://tercerafundacion.net/biblioteca/ver/ficha/762
[v] https://www.cienciahoy.org.ar/ch/ln/hoy119/Partenogenesis.pdf
[vi] https://www.lacasadeel.net/2020/02/barry-keoghan-abandona-la-serie-y-the-last-man.html
Carlos Hinojosa*
*Escritor y docente zacatecano