Este pasado viernes 25 de junio se dio a conocer el tan esperado informe del Pentágono sobre los Objetos Voladores No Identificados (OVNIS) —también conocidos como Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) en el ámbito de la seguridad de Estados Unidos—. El citado informe,[i] que revisa 144 avistamientos de aeronaves u otros artefactos que aparentemente vuelan a velocidades o trayectorias misteriosas, resulta vago en sus conclusiones (como ha sido la tónica del gobierno de EUA desde el Proyecto Libro Azul, al que ya nos referimos en una pasada columna):[ii] no encontró evidencia de vínculos con fenómenos extraterrestres, pero tampoco descarta dicha posibilidad.
«La mayoría de los FANI notificados probablemente representen objetos físicos, dado que la mayoría de los FANI se registraron a través de múltiples sensores, que incluyen el radar, los infrarrojos, los electroópticos, los buscadores de armas y la observación visual», de acuerdo con el informe.
Además, se mencionan 18 casos en los que los testigos vieron patrones inusuales de movimiento o características de vuelo, por lo cual resulta necesario un mayor análisis para determinar si tales avistamientos representan una tecnología innovadora, ya que, de ser así, debe enfatizarse la amenaza para la seguridad nacional que suponen tales fenómenos: podría tratarse de adversarios, como Rusia o China, que hacen alarde de tecnologías muy superiores a las que posee Estados Unidos.
En esencia, la conclusión del Pentágono es que los ovnis son reales, pero la gran pregunta sigue siendo: ¿de dónde provienen?
Como bien saben nuestros amables lectores, el tema de los OVNIS, que durante mucho tiempo fue dominio de la ciencia ficción y de los llamados «ufólogos», ha sido estudiado seriamente en los últimos años por el Pentágono y las agencias de inteligencia.[iii] Para el público en general, el primer avistamiento destacado se produjo en 1947, cuando un piloto llamado Kenneth Arnold observó, en el estado de Washington, lo que describió como «nueve discos voladores en el cielo»; aunque, de hecho, los incidentes relativos a OVNIS se habían reportado desde el verano de 1945, extrañamente unos días después de la primera explosión atómica de la historia, en Trinidad, Nuevo México, el 16 de julio de dicho año, de acuerdo con la más reciente investigación del destacado científico Jacques Vallée (un personaje recurrente en Axis Mundi).[iv]
Cabe destacar que, durante la Guerra Fría, los avistamientos alcanzaron el grado de una histeria colectiva, con incidentes tan controvertidos como el de Roswell —sin duda harto conocido por los lectores— cuando los restos de una nave no identificada y «extraños cadáveres con aspecto de niños» aparecieron, otra vez, en Nuevo México, en el ya cabalístico 1947.
Hoy se supone que los EUA temían la participación de los soviéticos en dicho incidente, llegando a la conclusión de que la URSS estaba tratando de sobrepasar sus sistemas de defensa aérea, al provocar un estado de paranoia entre el público estadounidense, aunque, como bien lo ha señalado Noam Chomsky,[v] también resulta factible que el gobierno de EUA estuviera experimentando con sistemas de control en su población, a través del miedo a los OVNIS y los extraterrestres.
De cualquier forma, los Estados Unidos introdujeron el citado Proyecto Libro Azul en 1952, a través del cual desacreditaron agresivamente todas las cuestiones sobre los OVNIS y lograron estigmatizar por completo el tema, alejándolo de la esfera pública y de las legítimas investigaciones científicas. A partir de entonces, la mayoría de los avistamientos se explicaron como fenómenos naturales o incluso como «ondas de radar que rebotaban en las inversiones de temperatura».
Sin embargo, en vista de que los avistamientos de OVNIS siguieron acumulándose durante las siguientes décadas,[vi] en 2007, EUA empezó a tomarse en serio la «amenaza». Con el apoyo del entonces líder de la mayoría del Senado, Harry Reid, el gobierno de EUA aprobó una financiación de 22 millones de dólares para que el Pentágono pusiera en marcha un programa supersecreto de «dinero negro»[vii] denominado Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP, por sus siglas en inglés). En 2020, el Departamento de Defensa de EUA creó el Grupo de Trabajo de Fenómenos Aéreos No Identificados (UAPTF, por sus siglas en inglés) con el fin de detectar OVNIS que pudieran suponer una «amenaza para la seguridad nacional».
Ese mismo año, en un paquete de ayuda de 2.3 billones de dólares firmado por el entonces presidente Donald Trump, una disposición clave ordenaba al Pentágono presentar públicamente un informe en el que se desclasificara todo lo que el gobierno sabe sobre los FANI, el cual, como apuntamos en un inicio, fue publicado el pasado viernes.
De acuerdo con el Pentágono, «nuestro análisis de los datos apoya la idea de que, si se resuelven los incidentes individuales de los FANI, éstos se ubicarán en una de cinco categorías explicativas potenciales: perturbaciones aéreas, fenómenos atmosféricos naturales, programas de desarrollo del gobierno de EUA o de la industria estadounidense, sistemas adversarios extranjeros, y la sui generis categoría de ‘otros’».
Las perturbaciones aéreas incluyen pájaros, globos, vehículos aéreos no tripulados (UAV) recreativos o desechos flotantes como bolsas de plástico. Los fenómenos atmosféricos naturales se refieren a cristales de hielo, humedad y fluctuaciones térmicas que pueden registrarse en algunos sistemas infrarrojos y radares. Por su parte, los programas de desarrollo del gobierno de los Estados Unidos o de su industria podrían atribuirse a prototipos y programas clasificados de entidades estadounidenses (aunque ninguno de estos «adelantos» apareció en los informes recopilados). Finalmente, los sistemas adversarios extranjeros pueden incluir tecnologías desplegadas por China, Rusia, otra nación o una entidad no gubernamental.
No obstante, según el informe, muchos de los avistamientos se han registrado en la categoría «otros», ya que el «fenómeno carece, probablemente, de una explicación única».
Por otro lado, la asombrosa, y a menudo extraña, capacidad de movimiento de los OVNIS reportados es la mayor preocupación de las fuerzas armadas de EUA, desde la perspectiva de la seguridad nacional. Los OVNIS parecen capaces de operar con la misma eficacia en la tierra, el agua y el espacio, moviéndose, como dijo un piloto de un avión caza, «como una pelota de ping–pong en un vaso que se agita de un lado a otro». Pueden desplazarse cerca de 8,000 kilómetros por hora y dar, de modo instantáneo, un giro brusco en ángulo recto, aparentemente sin que les afecten la inercia ni las demás leyes de la física, funcionando bajo fuerzas gravitacionales que podrían hacer trizas una nave terrestre o un piloto humano.
De esta forma, el informe del Pentágono comparte las mismas preocupaciones: «Algunos FANI parecen permanecer inmóviles en el aire, o se mueven contra el viento, maniobran bruscamente o se desplazan a una velocidad considerable, sin medios discernibles de propulsión. En un pequeño número de casos, los sistemas de las aeronaves militares procesaron energía de radiofrecuencia (RF) asociada a los avistamientos de FANI. La UAPTF posee una pequeña cantidad de datos que parecen mostrar a los FANI manifestando aceleración o cierto grado de manejo de la ‘firma’ que van dejando tras ellos».
Finalmente, ¿podrían ser estos OVNIS diseños secretos de países como Rusia o China? Pregunta que se plantearon los legisladores estadounidenses y que parece muy poco probable, dado que existen datos verificables de avistamientos que se remontan a principios del siglo XX y aún más atrás en la historia humana, en épocas en que las naciones de todo el orbe le hacían frente a las hambrunas y cuestiones de necesidades básicas, como bien lo documenta, de nueva cuenta, Jacques Vallée en su extraordinaria obra, Wonders in the Sky.[viii]
Marik Von Rennenkampff, quien trabajó en el Pentágono y como analista en la Oficina de Seguridad Internacional y No Proliferación del Departamento de Estado, comentó a The Guardian que si una potencia extranjera estaba detrás de las naves avistadas por los pilotos y los radares de EUA, se habría realizado un salto tecnológico impresionante, y la comunidad de inteligencia estadunidense tendría que reconocer un inmenso fracaso: «China tiene problemas bien documentados con los motores básicos de sus aviones, y depende del espionaje para desarrollar sus sistemas de armas más avanzados. Así que me cuesta creer que China haya desarrollado esto. Rusia tiene un presupuesto de defensa que es una fracción del de Estados Unidos, y gran parte de su infraestructura militar se está desmoronando, así que también me cuesta creerlo».[ix]
Notas de referencia:
[i] https://www.dni.gov/files/ODNI/documents/assessments/Prelimary-Assessment-UAP-20210625.pdf
[ii] https://tropicozacatecas.com/2020/04/05/axis-mundi-ovnis-y-proyecto-libro-azul/
[iii] https://tropicozacatecas.com/2020/09/27/axis-mundi-no-identificado-history-channel-toma-en-serio-a-los-ovnis/
[iv] https://trinitysecret.com/
[v] https://w3.ual.es/Universidad/CGT/pagina/SALA%20DE%20LECTURA/chomsky-control.pdf
[vi] https://www.youtube.com/watch?v=rh4QngYJG4I
[vii] https://www.economiasimple.net/glosario/dinero-negro
[viii] Jacques Vallee and Chris Aubeck, Wonders in the sky: unexplained aerial objects from antiquity to modern times and their impact on human culture, history, and beliefs, Penguin Books, New York, 2009.
[ix] https://www.theguardian.com/us-news/2021/jun/25/ufo-report-pentagon-security-experts-reaction
Carlos Hinojosa**
**Escritor y docente zacatecano