«¿Qué nos dice una imagen acústica de un sueño?»
Marisa Martínez Pérsico
Como bien señala la nueva serie de Netflix, The Sandman,[i] pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo y soñando. En la cultura popular anglosajona, «Sandman (el Hombre de Arena)» es un ser legendario que nos ayuda a acceder al país de los sueños, donde controla si éstos resultan plácidos o se transforman en pesadillas. Asimismo, como todo buen fan del noveno arte lo sabe,[ii] dicha entidad es el centro de la saga de cómics de culto de Neil Gaiman (1989–96) en la que se basa la citada serie de streaming.
De hecho, la personificación del sueño como personaje mitológico o literario se ha presentado de forma diversa, tanto benévola como siniestra, y tales representaciones contradictorias reflejan nuestra peculiar relación con la naturaleza y el significado de los sueños, así como de las pesadillas.
De este modo, las discordantes personificaciones del sueño (y la pesadilla) reflejan nuestras ambiguas ideas culturales sobre el entorno onírico, por ejemplo, cuando el sueño se asocia con mensajes sobrenaturales, artes adivinatorias y conocimientos psicoterapéuticos. Y aunque parecen estar en desacuerdo con el énfasis de la modernidad en el racionalismo, los sueños y las obras de fantasía onírica, como The Sandman, siguen proporcionándonos una sensación de encanto muy necesaria en nuestra era contemporánea.
En cuanto a las personificaciones del sueño, éstas se remontan a épocas muy lejanas y, como corresponde a una entidad que gobierna el cambiante reino onírico, tampoco permanece fija y ya se le conoce como Morfeo, Oniros, Rey de los Sueños, junto con el Hombre de Arena, entre otras denominaciones.
Para las antiguas civilizaciones griega y romana, los sueños eran tanto los mensajeros como los mensajes de la divinidad, por ejemplo, en La Ilíada de Homero, Zeus envía un oniros,[iii] un sueño personificado, al campamento griego de Troya para animar a Agamenón a luchar:
«—Anda, ve, pernicioso Sueño, encamínate a las veleras naves aqueas, introdúcete en la tienda de Agamenón Atrida, y dile cuidadosamente lo que voy a encargarte. Ordénale que arme a los melenudos aqueos y saque toda la hueste: ahora podría tomar a Troya, la ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos palacios ya no están discordes, por haberlos persuadido Hera con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza a los troyanos».[iv]
Por su parte, en la Teogonía, Hesíodo menciona lo siguiente:
«Una ofrece a los seres de la tierra su luz penetrante; la otra les lleva en sus brazos el Sueño, hermano de la Muerte, la funesta Noche, envuelta en densa niebla. Allí tienen su casa los hijos de la oscura Noche, Hipnos y Tánato, terribles dioses; nunca el radiante Helios les alumbra con sus rayos al subir al cielo ni al bajar del cielo».[v]
Además, aunque es una figura relativamente menor de la mitología romana, Morfeo atrajo a los poetas clásicos, como se aprecia en la Metamorfosis de Ovidio, donde es uno de los mil hijos de Somnus: un sueño que cambia de forma y un «maestro de la mímica» que se mueve «con alas silenciosas». Morfeo revela la sofisticación psicológica de la mitología clásica, un rico corpus de historias que no sólo daban cuenta del funcionamiento del mundo natural, sino también de la actividad interior de la mente humana.
Para los siglos XIX y XX, Morfeo —o el Hombre de Arena— se había convertido en un personaje más benévolo: ya no era un siervo de los dioses, sino que se le evocaba con frecuencia como alguien que podía reunir a los amantes perdidos en sueños, por ejemplo, en el poema de Alexander Pushkin, A Morfeo,[vi] y en la canción de Roy Orbison, In Dreams, donde el Hombre de Arena se convierte en «un payaso de color caramelo» que espolvorea polvo de estrellas.[vii] Además, en el popular éxito de The Chordettes de 1954, Mr. Sandman, las cantantes le solicitan que les envíe un amante de ensueño antes de que alcancen la vejez.[viii]
Sin embargo, el Hombre de Arena también ha adoptado aspectos amenazantes, como en el homónimo e inquietante relato de E.T.A. Hoffman de 1816, donde se expresa lo siguiente sobre el personaje del título:
«’¡Ah, Nataniel’, me respondió. ‘¿No lo sabes aún? Es un hombre malo que viene a casa de los niños cuando no quieren irse a dormir y les echa puñados de arena en los ojos hasta que éstos saltan llenos de sangre; entonces él los mete dentro de una bolsa y se los lleva a la luna para dárselos de comer a sus niñitos, que lo esperan allá en el nido y tienen picos corvos, como las lechuzas, con los que se devoran los ojos de los niños desobedientes’».[ix]
Como bien pueden deducir los amables lectores, esta encarnación más malévola del Rey de los Sueños se actualizó en el personaje de Freddy Krueger, protagonista de la franquicia cinematográfica Pesadilla en la Calle del Infierno.[x]
En cuanto al Sandman de Neil Gaiman, éste combina aspectos bondadosos y amenazantes: es una figura comprometida con la protección de los soñadores y de La Ensoñación (The Dreaming), el lugar al que vamos al dormir, pero también guarda rencor y castiga a las creaciones oníricas que desafían su régimen «benignamente» autoritario.
Dichas personificaciones del sueño y la pesadilla fomentan la inquietante sensación de que son cosas que vienen de fuera de nosotros, por ende, muchas civilizaciones antiguas atribuían a la oniromancia, la interpretación de los sueños para predecir el futuro, una forma de poder sobrenatural, por ejemplo, en la obra de Shakespeare Julio César, donde tales ideas se emplean de forma dramática. Con el tiempo, la oniromancia persistió y se actualizó para una población cada vez más urbana y alfabetizada con el acceso a los «libros de los sueños» de los siglos XIX y XX, publicaciones populares concebidas como una forma de entretenimiento, las cuales ofrecían un «diccionario» de imágenes oníricas que ayudaban a los soñadores a interpretar sus sueños y predecir su futuro.
Pese a todo, la naturaleza no invitada, sin sentido e incontrolable de los sueños perturbaba nuestra defensa moderna de la razón, haciendo que se desestimaran como meros juegos mentales inconscientes. Cuando los pioneros de la psicoterapia del siglo XIX y principios del XX se ocuparon de los sueños, intentaron racionalizar el significado y la función de su contenido aparentemente aleatorio e ilógico.
En La interpretación de los sueños (1899), Sigmund Freud argumentó que este fenómeno permitía comprender la represión y el trauma psicológico, en gran parte de naturaleza sexual. Aplicando interpretaciones racionalizadas, los sueños no eran «basura» mental, sino que revelaban los deseos prohibidos de las mentes individuales: ya no se trata de influencias externas transmitidas por mensajeros divinos, sino que los sueños están firmemente arraigados en nuestro interior. Curiosamente, la naturaleza tétrica del citado relato de Hoffman atrajo la atención de Freud en su ensayo de 1919, Lo siniestro:
«Tampoco aconsejaría a ningún adversario del psicoanálisis que adujera justamente el cuento del arenero, de Hoffmann, para afirmar que el temor por los ojos sería independiente del complejo de castración. Pues si así fuera, ¿por qué aparece aquí la angustia por los ojos íntimamente relacionada con la muerte del padre? ¿Por qué el arenero retorna cada vez como aguafiestas del amor?».[xi]
Sin embargo, es el ex–amigo y rival de Freud, Carl Jung, con quien la idea de La Ensoñación de Gaiman tiene una deuda mayor: el reino compartido de los soñadores de Morfeo es la expresión ficticia de la noción de Jung del «inconsciente colectivo»,[xii] un lugar de figuras arquetípicas, símbolos e imágenes que aparecen repetidamente en todos nuestros sueños.
Como todas las obras bien planteadas del género fantástico,[xiii] The Sandman cuestiona la narrativa dominante que la sociedad occidental se ha contado a sí misma repetidamente durante más de tres siglos: que nos hemos vuelto racionales, desencantados, libres de las ideas «ilusorias» del pasado. De hecho, como sugiere el exceso de series fantásticas en Netflix y en las demás plataformas de streaming, un entorno global tan caótico y violento, como el que estamos padeciendo, requiere del encanto compensatorio de la fantasía, la ficción y los sueños.
Tomando prestada una frase de la canción Tear in Your Hand, de Tori Amos, seguiremos paseando con el Rey de los Sueños en el futuro inmediato.[xiv]
REFERENCIAS
[i] https://www.netflix.com/es/title/81150303
[ii] https://saludytebeos.blog/2012/03/22/el-noveno-arte/
[iii] https://www.gazeta.gt/los-oniros-nietos-de-la-noche-y-la-obscuridad/
[iv] http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/Iliada.pdf
[v] https://biblioteca.org.ar/libros/158320.pdf
[vi] https://aleksandr-pushkin.su/korotkie-stihi/k-morfeyu/?lang=es
[vii] https://www.youtube.com/watch?v=MVRunwyoTMA
[viii] https://www.youtube.com/watch?v=VNUgsbKisp8
[ix] https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Hoffmann%20_E.%20T.%20A.-EL%20HOMBRE%20DE%20ARENA.pdf
[x] https://tropicozacatecas.com/2019/11/24/axis-mundi-uno-dos-freddy-viene-por-ti/
[xi] https://www.ucm.es/data/cont/docs/119-2014-02-23-Freud.LoSiniestro.pdf
[xii] https://psicologiaymente.com/psicologia/inconsciente-colectivo
[xiii] https://aleph.org.mx/que-es-el-genero-fantastico-y-sus-caracteristicas
[xiv] https://www.youtube.com/watch?v=6QRwNaMhCuw
Carlos Hinojosa*
*Escritor y docente zacatecano