En busca del lenguaje perdido de Teotihuacan – Axis Mundi


Como bien saben los amables lectores, hace más de dos milenios, Teotihuacan era una próspera metrópolis en el centro de México con hasta 125,000 habitantes, una urbe que tenía pirámides gigantescas y se convirtió en un centro cultural de la Mesoamérica de aquella época.

Pero esta ciudad, que hoy en día es un destino popular tanto para arqueólogos como para turistas, encierra un gran misterio: ¿quiénes eran sus habitantes? Y los investigadores Magnus Pharao Hansen y Christopher Helmke, de la Universidad de Copenhague, han presentado una posible solución al misterio en un artículo publicado en la revista especializada Current Anthropology.[i]

Tras analizar los signos de los coloridos murales de Teotihuacan, junto con muchos otros vestigios, Hansen y Helmke han llegado a la conclusión de que tales signos constituyen un sistema de escritura real, y creen que estas grafías registran una forma temprana del lenguaje uto-azteca,[ii] que mil años más tarde se convirtió en las lenguas cora, huichol y náhuatl, el idioma del imperio mexica.

Teotihuacan fue fundada alrededor del año 100 a. C. y se convirtió en un importante núcleo cultural en el centro de México hasta su caída, alrededor del año 600 d. C. Hansen y Helmke comparan esta ciudad con Roma, el epicentro del Imperio Romano. Pero imaginemos que hubiéramos encontrado las ruinas del citado imperio y no supiéramos nada sobre las personas que vivieron allí, lo cual es en gran medida el caso de Teotihuacan: «Hay muchas culturas diferentes en México. Algunas de ellas pueden vincularse a culturas arqueológicas específicas. Pero otras son más inciertas. Teotihuacan es uno de esos lugares. No sabemos qué idioma hablaban ni a qué culturas posteriores estaban vinculados», afirma Hansen.[iii]

Según Helmke, un ojo entrenado puede distinguir fácilmente la cultura de Teotihuacan de otras culturas contemporáneas. Por ejemplo, las ruinas teotihuacanas muestran que algunas partes de la ciudad estaban habitadas por los mayas, una civilización mucho más conocida hoy en día que Teotihuacan.

No obstante, los antiguos habitantes de Teotihuacan dejaron tras de sí una serie de signos, principalmente en forma de murales y cerámica decorada. Durante años, los investigadores han debatido si estos caracteres constituyen realmente una lengua escrita, y la dupla Hansen/Helmke considera que puede demostrar que las inscripciones en las paredes teotihuacanas son, de hecho, un registro de un idioma que es antecesor lingüístico de las lenguas cora, huichol y náhuatl.

Debemos recordar que, hasta ahora, se creía que los aztecas emigraron al centro de México tras la caída de Teotihuacan. Sin embargo, Hansen y Helmke señalan una conexión lingüística entre los teotihuacanos y los aztecas, lo que podría indicar que las poblaciones de habla náhuatl llegaron a la zona mucho antes y que, en realidad, son descendientes directos de los habitantes de Teotihuacan, hallazgo que obligaría a reescribir la historia precolombina de nuestro país.

Para identificar las similitudes lingüísticas entre el idioma de Teotihuacan y otras lenguas mesoamericanas, Hansen y Helmke tuvieron que reconstruir una versión mucho más antigua del náhuatl. «De lo contrario, sería como intentar descifrar las runas de las famosas piedras rúnicas danesas, como la piedra de Jelling,[iv] utilizando el danés moderno. Eso sería anacrónico. Hay que intentar leer el texto utilizando una lengua más cercana en el tiempo y contemporánea», señala Helmke.

Es preciso tener en cuenta que la lengua escrita de Teotihuacan resulta difícil de descifrar por varias razones, y una de ellas es que los logogramas[v] que componen la escritura a veces tienen un significado directo, de modo que una imagen de un coyote, por ejemplo, debe entenderse simplemente como «coyote». Pero, en otras partes del texto, los signos deben leerse como una especie de jeroglífico, en el que los sonidos de los objetos representados deben combinarse para formar una palabra, que puede ser más conceptual y, por lo tanto, difícil de escribir como un único logograma figurativo.

Por ello, resulta fundamental tener un buen conocimiento tanto del sistema de escritura teotihuacano como de la lengua uto-azteca, misma que los investigadores creen que está registrada en los textos. Además, es necesario saber cómo sonaban las palabras en aquella época para resolver los enigmas escritos de Teotihuacan.

En virtud de lo anterior, los investigadores están trabajando en varios frentes, reconstruyendo simultáneamente la lengua uto-azteca, una tarea difícil en sí misma, y utilizando este lenguaje antiguo para descifrar los textos de Teotihuacan.

«En Teotihuacan todavía se pueden encontrar cerámicas con textos, y sabemos que aparecerán más murales. Es evidente que el hecho de no disponer de más textos supone una limitación para nuestra investigación. Sería estupendo poder encontrar los mismos signos utilizados de la misma manera en muchos más entornos. Eso respaldaría aún más nuestra hipótesis, pero por ahora tenemos que trabajar con los textos que tenemos», asevera Hansen.

Los investigadores daneses están entusiasmados con su descubrimiento: «Nadie antes que nosotros había utilizado un idioma adecuado al periodo histórico para descifrar esta lengua escrita. Tampoco nadie había podido demostrar que ciertos logogramas tuvieran un valor fonético que pudiera utilizarse en contextos distintos al significado principal del logograma. De este modo, hemos creado un método que puede servir de base para que otros amplíen su comprensión de los textos».

Cabe señalar que esta investigación ha llamado la atención de otros expertos internacionales, por lo que el par de investigadores de la Universidad de Copenhague desea organizar talleres para poner en común el talento intelectual y seguir debatiendo el método con sus colegas: «Si estamos en lo cierto, no sólo es notable que hayamos descifrado un sistema de escritura. Podría tener implicaciones para toda nuestra comprensión de las culturas mesoamericanas y, por supuesto, apuntar a una solución al misterio que rodea a los habitantes de Teotihuacan».

[i] https://www.journals.uchicago.edu/doi/abs/10.1086/737863

[ii] «Uto-azteca» se refiere a una familia de lenguas, y por extensión a los pueblos que las hablan, originarias del suroeste de Estados Unidos y el noroeste de México, las cuales que se extendieron a Mesoamérica y Centroamérica. La palabra deriva de «Ute», el nombre de un grupo de pueblos del norte, y «azteca», que, aunque incorrecto para la lengua náhuatl, se usa para identificar a los grupos del sur de esta gran familia lingüística: https://pueblosoriginarios.com/lenguas/uto_azteca.html

[iii] https://es.wired.com/articulos/descubren-en-teotihuacan-una-antigua-lengua-perdida

[iv] https://en.natmus.dk/historical-knowledge/denmark/prehistoric-period-until-1050-ad/the-viking-age/the-monuments-at-jelling/the-jelling-stone/

[v] Un logograma es un carácter o símbolo gráfico que representa una palabra o un morfema completo en una lengua escrita, en lugar de expresar un sonido o una combinación de sonidos como lo hace un fonema. Los caracteres de la escritura china, los números y los símbolos matemáticos como %, $, o @ son ejemplos comunes de logogramas.

Carlos Hinojosa*

*Docente y escritor zacatecano

Puedes compartir esta noticia en tus redes sociales.
Previous Jóvenes guadalupenses debaten sobre inteligencia artificial
Next Tragedia en varios estados