Martín Pueblo, el mexicano madreado y jodido que lucha contra las injusticias


El 20 de noviembre de 2017, un árbitro de futbol soccer sorprendió al gobernador Alejandro Tello Cristerna y a los funcionarios de su Gabinete que le acompañaban en el templete montado en el desfile civil con motivo del aniversario 107 de la Revolución Mexicana.

Se paró frente al mandatario estatal, quien estaba sentado en el centro, lo miró de frente y sonó su silbato como si simulara el tono de finalización de un partido.

Con su brazo derecho señaló a todos los presentes y les sacó una tarjeta amarilla, la misma que se muestra a los jugadores de balompié cuando se hacen acreedores a una “amonestación”.

Acto seguido, se dirigió al titular del Poder Ejecutivo y le dijo: “¡Póngalos a trabajar, amigo, diles que te ayuden; si no, desaste de quien no te sirva!”

A los presentes les llamó la atención la gallardía y determinación que tuvo el árbitro de futbol soccer para realizar esta acción…

Quienes lo conocen, saben que se trata de “Martín Pueblo”, un activista social que lucha contra el sistema político-gubernamental, pero que también promueve el cuidado del medio ambiente.

Debajo de la lucha y manifestación pacífica que realiza este personaje se esconde una persona que, no obstante que sólo tiene estudios de nivel básico, protesta contra las injusticias y, además, tiene la capacidad de escribir su sentir, acción que le ha sido reconocido en festivales regionales de prosa.

Una persona de origen humilde
Aunque varios lo han visto disfrazado de hombre pájaro, de “sombrerudo”, envuelto en periódicos o de árbitro de futbol soccer, pocos saben la identidad de la persona que da vida a cada uno de esos personajes.

Su nombre es Martín Macías Hernández, tiene 54 años y su sostén económico lo obtiene de arbitrar en los campos de futbol soccer.

Es hijo de don Antonio Macías (qepd), una persona de origen humilde que fue vecino de la colonia 5 Señores, de la capital del estado. También es esposo y padre de dos hijos: Adrián y Álvaro; asimismo, es abuelo de Alan, un pequeñín de un año de edad que radica en Tecate, Baja California.

El oficio deportivo lo aprendió de forma empírica, a partir de la observación, el mismo que le ha permitido arbitrar finales varoniles, femeniles, infantiles, juveniles, de las ligas Mayor o Veteranos, tanto en Guadalupe como en Zacatecas, Fresnillo, Villanueva y Jerez.

 

La oveja negra de la familia
Martín Macías es plática fluida. A cada pregunta tiene mucha historia por responder. Él se define como la oveja negra de su familia: “siempre fui borracho, vago y huevón; era el dolor de cabeza de mis padres”.

Además, aunque sus estudios escolares sólo llegaron hasta terminar el nivel secundaria, tiene la afición de escribir desde que era un adolescente. Lo mismo redacta textos en poesía que en prosa. Sus creaciones literarias coinciden en un perfil en común: protesta social.

El camino de la reivindicación
Su camino en la vida lo encontró a los 42 años, gracias a ese deseo que siempre tuvo de escribir, no obstante que nunca tuvo una formación profesional o técnica en esta materia.

Cierto día, en el año 2006, visitó a su amigo José Enrique Carreón, maestro pintor en el Instituto Municipal de Cultura de Guadalupe, a quien le comentó sobre su gusto por escribir y por manifestarse de esta manera contra las injusticias del mundo.

Este pequeño encuentro generó en Martín un acto de conciencia y reflexión sobre la posibilidad de ir más allá con sus escritos, según lo refiere. “Creo que esa inquietud que tenía de escribir era un medio para llegar a un fin”.

El impulso que recibió del maestro pintor le motivó a participar en los Juegos Florales Nezahualcóyotl, celebrados en el municipio Río Grande en 2007, donde escribió un texto de cinco cuartillas para protestar contra la “fiesta brava”, por el sufrimiento que trae consigo al toro. La destreza con la que planteó sus reflexiones le dieron el primer lugar.

Ese hecho marcó en Martín la posibilidad de reivindicar su actuar ante su familia y, particularmente, su padre, pero también se convenció de que la protesta social es una manera de impulsar el cambio y la transformación del entorno.

Tres personajes, un mismo fin
En 2006, un personaje fue captado por cámaras fotográficas de periodistas en el distribuidor vial de Quebradilla, en la capital del estado. Se trataba de un hombre-pájaro, cuyo traje estaba hecho de envolturas de frituras y galletas comerciales, con un rostro de águila; en su caminar arrastraba tiras con botellas de plástico y latas de aluminio.

Se trataba de “Alas negras”, un personaje que salió de un poema del mismo nombre escrito por Martín Macías, que a la letra dice:
Soy como el ave contaminada, para mí no hay espacio, no puedo estar donde yo quiero;
mi plumaje ya no luce, ya no es hermoso, ya no es bello;
mi sonrisa es leve, mi mirada es melancólica;
no sé, me siento muy mal, creo que me duele el corazón;
siento que muero en vida;
ya no soy poeta, se me acaba la inspiración;
solamente hago un esfuerzo y vuelvo a ese árbol marchito y viejo, que es mi hogar, con tres ramas secas y un nido añejo.

Alas Negras se convirtió en un poema que recorría las calles y tenía el objetivo de invitar a la ciudadanía a hacer un acto de reflexión contra la contaminación, contra la destrucción de las especies y para generar acciones de cuidado del medio ambiente.

En 2010, cuando el entonces presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, invitó a los mexicanos a participar de la celebración del Bicentenario de la Independencia de este país y del Centenario de la Revolución Mexicana, surgió Martín Pueblo.

Se trataba de un hombre con sombrero de paja, pantalón de mezclilla deteriorado y rasgado, al igual que la camisa, huaraches de suela de llanta, cobijado con la Bandera de México que en su centro tiene un moño negro.

“Éste (personaje) es el más cabrón de todos: es político, es luchador social, es el renegado social y no se une a las masas para protestar, él tiene el valor de hacerlo solo. Es un mexicano como cualquiera: madreado, sometido y jodido económicamente”, así define Macías Hernández a Martín Pueblo.

Este “sombrerudo” surgió para decirle en ese entonces a Felipe Calderón que no tenemos nada de qué protestar, nada qué festejar. La mitad del país estaba sumida en la miseria y en el hambre, los muertos por el narcotráfico ya contaban por miles, refiere.

Un tercer personaje que creó Martín Macías es Notin, se trata una persona envuelta en periódicos, desde la punta del pie hasta la cabeza, está rociado de pintura roja que simula sangre. “Notin surgió para defender la libertad de expresión y para defender a los periodistas, Notin quiere que la verdad de los hechos sea pública”, comentó.

Activismo social
Con sus personajes, particularmente Alas Negras y Martín Pueblo, Martín Macías ha recorrido maratones en la Ciudad de México, Veracruz, Aguascalientes, Torreón, Mazatlán y Ciudad Juárez. En éstos ha protestado por el incremento en los combustibles, el modelo económico neoliberalista, la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

Su principal marco de protesta es el Centro Histórico de Zacatecas, donde a veces se le observa en la Alameda Trinidad García de la Cadena, Plaza de Armas, Plaza Bicentenario o la avenida Hidalgo, con una pancarta en mano.

“Creo que sin insultar y sin violentar uno puede poner a pensar a los gobernantes y a la misma sociedad sobre acciones muy concretas que afectan el entorno social, el entorno ambiental o incluso el entorno familiar e individual”, expuso.

El año 2019 traerá consigo un nuevo miembro a la familia de personajes de Martín Macías. Aunque no está concluido, este activista anunció que será alguien que se identifique con los jóvenes estudiantes de nivel superior, “es para solicitarle al gobierno que les dé trabajo y para que ya no haya fuga de cerebros”.

José Córdova / Tropicozacatecas.com

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