A sus 11 años, Chuy aún no sabe lo que es recibir un regalo especial el 30 de abril, como tampoco lo saben sus dos hermanas más pequeñas, Sofía y Andrea.
El Día del Niño para él se perfila como una fecha normal en su vida, que puede entenderse como cualquier otro día, de cualquier semana, de cualquier mes: un día que es de escuela por la mañana y de cinco horas de ayudarle a su papá, quien es herrero.
Así como sus hermanas, Chuy forma parte de los 53 mil niños que viven en situación de vulnerabilidad social en Zacatecas, de acuerdo con el estudio más reciente que hay al respecto elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
A pesar de vivir en situación de vulnerabilidad social, este niño recibirá el 30 de abril tres de los regalos más bellos que le puede dar la vida: su deseo latente de superación escolar; habilidades fomentadas en el dibujo, la pintura y la escultura de fierro; así como el cariño inigualable de una familia que lo ama.
Un estuche de monerías
En la cochera de una casa ubicada en la calle principal de la colonia Ojo de Agua de la Palma, en Guadalupe, Zacatecas, casi antes de llegar al arroyo, un niño usa una careta mientras coloca puntos de soldadura al cerrojo de un portón.
Los polvos negro y rojizo que se desprenden del fierro y la soldadura, mismos que no sólo han impregnado sus botas, su pantalón de mezclilla gruesa, su playera, sino también sus manos, son fieles testimonios de las habilidades que este menor ha desarrollado en este espacio doméstico habilitado como taller de herrería.
Su nombre es Jesús Castro López. Es el cuarto de seis hijos que tuvo el matrimonio Castro López; cursa el quinto año en la Escuela Primaria José Isabel Rodríguez Elías, situada en una zona de mediana marginación en Guadalupe.
Ante los bajos ingresos de su papá, el maistro Ángel, único sostén de la numerosa familia en la que vive, Chuy encontró en su figura paterna, desde los 6 años, la posibilidad de involucrarse en un oficio.
Sus primeros aprendizajes, relata su mamá Elvia, los hizo con la escoba en mano, al ayudar a realizar la limpieza del lugar, posteriormente aprendió a identificar las herramientas y las arrimaba a su papá o a los chalanes.
A cinco años de tener una formación continua en el oficio de su padre, Chuy hoy sabe utilizar las máquinas de soldar, la cortadora y la pulidora de fierro, además de que pinta con brocha y con pistola.
También ha aprendido a arreglar cables de extensión eléctrica, cambiar contactos y apagadores de electricidad, hacer instalaciones sencillas de fontanería con material de termoplástico conocido como CPVC, parcha llantas de motocicletas y bicicletas… e incluso es capaz de desarmar una caja de velocidades de una camioneta o una compresora de aire.
Un talento que crece entre fierros
Entre tramos de tubular, soldadura de varilla, motores viejos, ventanas y puertas de fierro, Chuy, apodado por su padre como El Camorras, también ha desarrollado talentos que lo hacen brillar y destacar escolarmente.
En el ciclo escolar anterior elaboró dibujos y pinturas basadas en acuarela y gis pastel, algunos de ellos tridimensionales, producto de lo cual recibió el reconocimiento del profesor por entregar trabajos escolares sobresalientes.
Hace unas semanas, en el taller de herrería de su papá, fabricó un macetero en forma de bicicleta con pedacería de solera de media pulgada. Este hermoso trabajo artesanal, que pintó de color negro, fue un trabajo escolar para acreditar una evaluación del cuarto bimestre.
Sus ratos de recreación los tiene en el tiempo escolar, en los que juega futbol soccer con sus compañeros de salón de clase. También es aficionado a ver videos en Youtube sobre personas que construyen cosas a partir de objetos reciclables, además de que realiza los ejercicios de sopa de letras.
Su personalidad es de una persona seria y de pocas palabras, atenta y comprometida, no obstante que ya tiene definido un sueño: “me gusta mucho aprender la herrería porque de grande a eso me quiero dedicar”, refiere.
Regalos lejanos
Elvia López Segura, su madre, ofrece todos los referentes en torno a la vida de Chuy. Es ella también quien hace una seña en la mano derecha, y con los dedos pulgar e índice forma una letra “c” al revés, que indica que su economía familiar no marcha de la mejor manera.
“No tenemos el dinero para darles un juguete a nuestros hijos en el Día del Niño. Generalmente vivimos al día… Cuando en diciembre el Niño Dios le trae regalos a nuestros hijos, yo les inculco para que los cuiden, porque son los únicos obsequios que tendrán en todo el año”.
La colonia Ojo de Agua de la Palma, donde vive Chuy, es un sembradío de rostros de niños lacerados por la pobreza y el desinterés gubernamental; los hay en cada esquina, en cada bache, entre canales secos de arroyos utilizados como pequeños muladares, entre algunas calles que aún son de terracería.
El superhéroe
Los números más recientes que hablan sobre la pobreza infantil en Zacatecas se encuentran en estudios elaborados de forma conjunta por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).
A un año de funciones de la actual administración gubernamental de Zacatecas, el Coneval presentó un informe cuya tesis expone que uno de cada dos zacatecanos vive en pobreza. También realizó recomendaciones para que se impulsen políticas públicas que atiendan esta situación.
Mientras la realidad económica de su familia cambia, Chuy ha creado un superhéroe en su libreta de matemáticas. Se trata de un dibujo al que tituló “Machate”, en la hoja de cuadros grandes se puede leer que “tiene poderes como Telequinesis, Super fuersa (sic), puede volar e incluso puede salvarte la vida”.
Este superhéroe bajado de su imaginación será lo único que Chuy tenga para divertirse este Día del Niño, pues como dinámica de una actividad escolar, este lunes 30 de abril utilizará el dibujo para jugar e intercambiarlo con sus compañeros de clase.
José Córdova / Tropicozacatecas.com
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