La lucha por la vida: testimonio de una sobreviviente de cáncer de mama


 

La zacatecana Lucy Pacheco narra su experiencia al superar el cáncer de mama.

“Un día, mientras jugaba con mi hijo siendo él un bebé de apenas un año y medio, gateó encima de mí, haciendo presión con una de sus rodillas sobre mi mama derecha. Cuando eso pasó, sentí una pequeña bolita en ese sitio. Preocupada, le comenté a mi esposo lo que había pasado, hablé con mi ginecólogo, quien me suministró medicamento para dos meses de tratamiento, pero esa protuberancia no desaparecía, sino todo lo contrario: se hacía más grande.

Ya en el consultorio, en la tercera revisión, mi médico me dijo que lo más factible, para estar seguros del diagnóstico, era hacer una biopsia, misma que me fue realizada el día lunes; el miércoles, a eso de las 8 de la mañana, recibí una llamada para decirme que tenía los resultados, pero que lo mejor era que nos viéramos más tarde en el consultorio para decirme qué seguía. En ese momento, mi corazón se volvió loco, mi intuición me decía que esos estudios no eran nada bueno.

Llegando a trabajar, en lo que creí sería un día normal, me enteré que padecía cáncer de mama. Esa llamada fue el inicio de lo que hasta ahora se convirtió en la lucha más importante de mi vida. La lucha para recuperar mi salud, la lucha para seguir viva, la lucha para seguir al lado de mi familia y lo que más me motivó fue pensar en que esa lucha me garantizaría ver crecer a mi hijo.

Una de las partes más complicadas al enfrentar este tipo de problemas de salud es ver a tu familia sufrir al momento de darle la noticia; por ejemplo, comenté a mis papás lo que sucedía hasta que fue inevitable, hasta que ya estaba todo listo para mi cirugía, hasta que supe qué tratamiento íbamos a seguir. Sigue siendo muy duro recordar a mi madre llorando desconsoladamente pensando que probablemente algo muy malo me fuera a pasar; sigue siendo muy difícil recordar cómo me lancé a los brazos de mi esposo llorando desconsoladamente al darle la noticia y cómo, a pesar de que tenía la plena convicción de que saldríamos bien, me dolía verlos sufrir por mí.

Lo primero que le pregunté a mi esposo fue: ‘Uli, ¿qué vamos a hacer?’ Y él me respondió muy serio: ‘pues, echarle ganas, amor, no hay de otra, tú eres una mujer súper valiente que ha luchado por todo lo que tiene, te has abierto puertas que pocos pensaron que se abrirían y hasta en esto, amor, verás que la entereza que siempre has demostrado te va a sacar con bien, ya verás’.

Después de ello, fueron necesarios estudios para saber en qué etapa de la enfermedad me encontraba y cuál sería el tratamiento a seguir. Ese tratamiento inició con una mastectomía radical de mama derecha, procedimiento que fue decisión personal, ya que el oncólogo cirujano me dio la posibilidad de retirar sólo el cuadrante afectado, pero tratando de que en el futuro esto no se repita, pedí que retiraran todo. Esta cirugía me fue practicada el 11 de agosto de 2017, un mes después iniciamos con un ciclo de quimioterapias; mi tratamiento fue de seis, me fueron aplicadas 35 radiaciones y pasé por los síntomas que conllevan: náuseas, dolores en las articulaciones, procesos de cicatrización, pero, sobre todo, con mucha convicción de que todo eso que estaba viviendo pasaría y que valdría la pena. Ni un solo momento me atreví a dudar de que todo tendría una recompensa.

Hoy, a tres años de la detección del cáncer de mama, y a dos de haber terminado mi tratamiento base, ya que sigo consumiendo diariamente medicamento, le doy gracias a Dios por poder platicar mi experiencia. Le agradezco infinitamente la oportunidad de cumplirle a mi hijo y a mis seres queridos la promesa de que no bajaría los brazos, que seguiría a su lado.

Ser bendecida con esta enorme posibilidad de vida me obliga a contar mi historia cada vez que sea necesario, con la finalidad de que quienes estén pasando por esta misma situación sepan que no están solas, que no están solos, y que, así como hay historias lamentables de fracaso ante esta lucha, también hay muchas de éxito.

La invitación que reiteradamente les hago es: manténganse al pendiente de su cuerpo, el cáncer de mama no se previene, pero, si se detecta a tiempo, es curable. La mejor manera de garantizar eso es atendiéndonos a tiempo. ¡Tóquense, tóquense para que no les toque!”

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