—Sí, el Bardo Thodol, el Libro Tibetano de los
Muertos, habla de eso —asintió Runciter—. Tú lo has
leído, ¿no te acuerdas? Los médicos te lo hicieron leer
cuando te… —Se interrumpió y, tras una pausa, terminó
la frase—. Cuando te estabas muriendo.
Philip K. Dick, Ubik
Bardo: Falsa crónica de unas cuantas verdades es un «documental–ficción», un filme profundo, conmovedor, imaginativo y ambicioso, asimismo es, posiblemente, una de las mejores películas del año que termina. Esta cinta del célebre Alejandro González Iñárritu es una paradoja épica sobre «todo lo que nunca fue, una crónica de incertidumbres», ya que explora cuestiones como la identidad, la nacionalidad, la inmigración, los privilegios, el envejecimiento, la creatividad, la fantasía, el éxito, la familia y el significado del «verdadero hogar», entre otros temas.
Para algunos espectadores, la trama puede resultar algo escueta en una película de 159 minutos, pero las emociones resultan tan profundas como reflexionar sobre la existencia: Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho), un periodista mexico–estadounidense reconvertido en documentalista, regresa a su país de origen poco antes de recibir un prestigioso premio, donde se reúne con amigos y familiares para celebrarlo, al tiempo que se plantea su vida mientras lidia con su identidad y el discurso que tiene que pronunciar en la ceremonia de premiación.
Lo anterior no es más que un entorno para mostrar una serie de secuencias que reflejan el conflicto interno de Silverio, quien tiene un grave caso de síndrome del impostor,[i] provocado, sin duda, de su crisis de identidad por ser un mexicano que triunfa en EUA, aunque añora un país en el que no quiere vivir y al cual critica desde la seguridad de su patria adoptiva: una de las mejores agudezas de la película es el anuncio, que se escucha un par de veces, de que Amazon ha comprado Baja California Norte.
De esta forma, Bardo, que se encuentra disponible en Netflix, se halla envuelta en cierto nacionalismo: desde los títulos de los créditos con los colores de la bandera mexicana, hasta el debate sobre la invasión norteamericana de 1846–1848, ilustrado por los soldados «yanquis» morenos con pelucas rubias que asaltan el Castillo de Chapultepec, mientras Juan Escutia se arroja al vacío gritando el lema por todos conocido, «¡Viva México, €abrones!».
Ante tal escenario, resulta inevitable la aparición de Hernán Cortés citando a Octavio Paz,[ii] en una secuencia especialmente surrealista, en la cual Silverio escala una montaña de lo que parecen ser cientos de mexicas masacrados, para mantener una discusión sobre deidades e ideas con el conquistador.
Asimismo, hay varias secuencias sobre la migración, desde el documental de Silverio sobre los mexicanos que abandonan su país para irse al «norte» —muchos de los cuales desaparecen después de presenciar la aparición de la Virgen de San Juan de los Lagos—, hasta una escena en la que Silverio y su familia, al regresar a EUA, son insultados por un agente de aduanas, quien insiste en que Silverio, con su visado 0–1, no es estadounidense.
Por otra parte, casi todos los fotogramas de Bardo rebosan con toques de realismo mágico, empezando por la hipnótica secuencia inicial, en la que una sombra en el desierto vuela de repente y se lleva a los espectadores con ella.
Como los amables lectores pueden deducir desde el título de la película (y la cita de nuestro santo patrono, PKD), Silverio se encuentra en un limbo: entre la vida y la muerte, entre la ficción y la realidad, entre México y EUA. Iñárritu capta magistralmente dicha etapa de flujo de «estar aquí» pero también «no estar aquí»: presente y ausente, visible e invisible al mismo tiempo.
Así, el filme ofrece un viaje surrealista que incluye desde una extraña escena en el metro de Los Ángeles, en la que Silverio nada por el agua que inunda el vagón buscando tres simbólicos ajolotes, hasta la fabulosa secuencia de baile en el clásico California Dancing Club (El Califas por todos conocido),[iii] que va desde el icónico tema de salsa, «Aguanile»,[iv] a una versión a capella de «Let’s Dance» del finado máster David Bowie: cada una de estas piezas contribuye a crear una imagen más completa de la rica existencia del protagonista.
Cierto, como señala una multitud de críticos y espectadores, puede que Bardo sea la versión de Iñárritu del 8 ½ de Fellini,[v] pero la cinta del director mexicano deslumbra con el fantástico trabajo de cámara del iraní Darius Khondji[vi] y la conmovedora interpretación de Daniel Giménez Cacho, que transmite tanto dolor y melancolía con su mirada perdida, así como grandes bríos cuando está en su momento más frenético.
Por su parte, en una escena temprana, la mujer de Silverio, Lucía (Griselda Siciliani), da a luz y el bebé, Mateo, quiere retornar al vientre materno «porque el mundo está demasiado jodido»: un momento premonitorio que revela una tragedia: el hijo de Silverio y Lucía muere 30 horas después de nacer; así, en una escena posterior, ambos padres entregan su hijo al océano, una secuencia conmovedora y extrañamente bella, teñida de realismo mágico, ya que las «cenizas» se muestran como un bebé diminuto, el cual hace que el triste momento sea aún más desgarrador.
Bardo está plena de escenas conmovedoras como la anterior, que tienen una potencia emocional acumulativa: en una conversación que el protagonista mantiene con su padre en el baño del Califas, Silverio se reduce al tamaño de un niño; ambos hablan de lo que significa ser un buen progenitor, y Silverio confiesa: «El éxito ha sido mi mayor fracaso», sugiriendo que su carrera le ha impedido conocer en realidad a sus dos hijos mayores, Camila (Ximena Lamadrid) y Lorenzo (Íker Sánchez Solano). Pero el protagonista, aunque duro consigo mismo, le dice a su padre algo profundo e impactante que demuestra que, incluso en el punto álgido de su crisis existencial, aún se mantiene reflexivo e introspectivo.
Igualmente, una visita de Silverio a su anciana madre es increíblemente conmovedora, ya que cuestiona la memoria, la realidad de los recuerdos y de lo que nos rodea: ¿creemos en lo que es real o lo que queremos recordar como real? Y, en última instancia, ¿importa eso, sobre todo si nos aporta tranquilidad?
Asimismo, muchas secuencias de Bardo son suposiciones del protagonista: una de ellas muestra a Silverio en un programa de entrevistas presentado por su amigo y antiguo colega, Luis (Francisco Rubio), quien le humilla ante el público del estudio en vivo y en directo, contando anécdotas vergonzosas sobre Silverio y reprendiéndole por su éxito. En realidad, Silverio no se presentó a la entrevista, lo que resulta en algo peor: en la citada fiesta del California Dancing Club (que se torna en un eje de la narrración), los dos hombres tienen un enfrentamiento verbal en el que se dicen lo que realmente piensan, y resulta apasionante, porque ambos tienen razón, al igual que sus observaciones sobre la fama y la amistad.
De hecho, hay más, mucho más, en Bardo, como la proyección, en el omnipresente Califas, de una entrevista con un capo del narcotráfico encarcelado, quien, con un tono sereno y lúcido, pone de manifiesto esas «cuantas verdades» del título que los mexicanos no queremos escuchar sobre la incomprensible guerra de baja intensidad, y altísimo número de víctimas, que llevamos años padeciendo.
En última instancia, la película de González Iñárritu transmite el mensaje de que «la vida es una serie de imágenes idiotas… una mezcolanza de escenas sin sentido… una breve serie de acontecimientos sin sentido… ríndete ante ella». Para muchas personas, sobre todo del extranjero, Bardo puede resultar pretenciosa y autocomplaciente, pero, ¿cómo no lo va a ser una película existencial sobre un cineasta, sobre todo uno tan complicado como complicados somos los mexicanos? No es un secreto que este filme tiene multitud de detractores, pero también es una de las obras más notables, arriesgadas e intrépidas que se han proyectado este 2022 que termina: una joya extraordinaria.
REFERENCIAS
[i] https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151125_salud_psicologia_sindrome_impostor_lb
[ii] https://www.youtube.com/watch?v=h8geAbwsvSY
[iii] https://www.mexicodesconocido.com.mx/california-dancing-club-ciudad-de-mexico.html
[iv] https://caracol.com.co/programa/2020/03/11/a_vivir_que_son_dos_dias/1583965751_002507.html
[v] https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/8-y-12-una-leccion-de-cine-gracias-al-caos-creativo-de-fellini-nid09032021/
[vi] https://www.bexfotografia.com/darius-khondji.php
Carlos Hinojosa*
*Escritor y docente zacatecano