«Evil», una visión profundamente moderna del mal – Axis Mundi


Bien podemos decir que nunca antes ha habido un programa como Evil («Maligno»), y ahora que la serie de terror de Paramount+ ha finalizado, el pasado jueves 22 de agosto, no cabe duda que deja una huella distintiva en el panorama televisivo que tal vez no vuelva a repetirse. Y no es para menos, ya que los últimos episodios de la serie se obsesionaron con las inquietantes y extrañas marcas que humanos, así como entidades sobrenaturales, dejamos y nos dejan: aparecen misteriosos moretones e imágenes grabadas a fuego en las retinas, marcas de garras en el suelo producidas por alguna bestia invisible e incluso un enorme agujero en el costado de un sacerdote católico. Como siempre, el espectáculo resulta inteligente, extraño, aterrador y oscuramente divertido en su evaluación de nuestro momento presente, lleno de horror.

Al igual que el surrealista bufete de abogados de The Good Fight,[i] serie también creada por la pareja de Robert y Michelle King, Evil siempre ha sido un relato que tiene más sentido emocional y ético que literal, algo por completo relevante en la cuarta y última temporada, que por fin resuelve algunas subtramas de larga duración, pero se niega a ensamblar sus muchos temas e ideas certeras en algo parecido a una sola tesis unificada, lo cual, en una serie tan audaz y poco convencional, resulta más que excelente.

En cierto momento de los recientes episodios, Kristen Bouchard (la encantadora Katja Herbers), escéptica psicóloga e investigadora de lo sobrenatural para la arquidiócesis de Nueva York, admite que se sintió mucho más feliz cuando dejó de preocuparse por si Dios y los demonios eran o no reales, lo cual también podría decirse acerca de la experiencia de ver la serie: Evil siempre ha sido un show genial, pero es aún mejor cuando uno se relaja en su surrealismo y permite que cada cosa rara nos empape como el agua (o la sangre).

Y Evil intenta —y consigue— muchas cosas raras con su canto de cisne: los catorce episodios de la última temporada siguen gestando una historia intrigante, conspirativa y fuera de lo común (Alerta de Spoilers): el secuaz de Satán, Leland (el genial Michael Emerson), y la madre de Kristen, Sheryl (Christine Lahti), siguen planeando el nacimiento del Anticristo utilizando los óvulos congelados de la psicóloga, mientras que el marido de ella, Andy (Patrick Brammell), ha regresado milagrosamente con la familia después de haber sido secuestrado, sometido a un lavado de cerebro y dado por muerto durante una excursión al Himalaya.

Entretanto, el recién ordenado sacerdote David Acosta (Mike Colter, «Luke Cage» en las series de Marvel/Netflix) sigue enredado en algunas misiones paranormales para el servicio secreto del Vaticano (y en sus «travesuras» metafísicas con la súcubo[ii] que se le presenta como la mujer de quien está enamorado), mientras que el ateo tecno–científico Ben (Aasif Mandvi) se halla ocupado negando sus propias experiencias sobrenaturales, y la monja Andrea (Andrea Martin) continúa golpeando a los demonios invisibles con objetos domésticos cotidianos.

En cuanto al nivel de los valores de producción, Evil sigue impresionando: la serie incorpora una abundancia de ingenio visual a sus argumentos, haciendo un gran uso del espacio y el montaje para dar vida a sus elementos más surrealistas. Cuando muestra sus monstruos, éstos siempre son totalmente únicos y tenebrosamente divertidos, al igual que sus increíbles y siempre cambiantes secuencias iniciales.

El reparto también sigue sorprendiendo: Martin se lleva todo el mérito por su papel de la hermana Andrea, pero Mandvi es el arma secreta de la serie, las tramas sobre Ben a menudo parecen más ligeras que las de otros personajes, pero el actor las sostiene con una gran interpretación. Asimismo, Katja Herbers continúa destacando: logra que Kristen parezca una persona real, con una interpretación tan precisa y contundente que, a estas alturas, a menudo entendemos todo lo que necesitamos sobre una escena simplemente mirándola a los ojos.

Y después de una tercera temporada especialmente enigmática, los guionistas de Evil trabajaron hábilmente en los nuevos episodios para racionalizar los elementos más confusos e interesantes de la serie: las tramas que antes eran vagas o indeterminadas ahora se explican, mientras que un arco narrativo específico —el posible fin del mundo— estructura el formato de «caso de la semana» de la serie.

En los primeros episodios de la última temporada, Kristen, David y Ben investigan chuletas de cerdo endemoniadas (algo así como nuestro jamón del diablo, pero literal, dicen los jóvenes), perros–robot rebeldes, junto con un controvertido acelerador de partículas en torno al cual parece aglutinarse gran parte de la actividad misteriosa de la temporada. Y lo que es más importante, a pesar de su nueva orientación narrativa, Evil nunca abandona su ambigüedad central.

De esta forma, algunos de los mejores momentos de Evil son también los más extraños y desorientadores: a menudo se muestra al espectador una trama desde su ángulo más aterrador, sólo para que un cambio de perspectiva posterior revele, de repente, que lo espeluznante es un posible truco de la luz, una alucinación o una manipulación humana. A veces también ocurre lo contrario, la serie roza a menudo los límites del realismo mágico, pero también trata a los demonios personales de una forma muy literal: los personajes son perseguidos por sus propias experiencias de la realidad, que resultan ser mucho más maleables de lo que ellos, como personas racionales, se sienten cómodos aceptando.

Sin embargo, la serie rara vez se vuelve completamente oscura: hay mucho humor en la yuxtaposición entre sus creativos elementos de terror y las personas cuya vida cotidiana debe continuar a pesar de ellos: Evil suscribe la verdad universal de que, una vez que hablas de tus pesadillas en voz alta, éstas empiezan a parecer divertidas. Además, como comprobamos en el episodio final, el programa termina convirtiéndose en una elocuente y bella oda a la verdadera amistad.

Estrenada en el 2019, Evil nació en un mundo de desinformación insidiosa, dependencia tecnológica, racismo institucionalizado y colapso social casi constante; la serie no se limita a comentar estas cosas, sino que hace eco de ellas en toda oportunidad posible, por ejemplo, cada temporada, fuerzas literales del mal intentan infiltrarse en casa de Kristen y llegar hasta sus hijas, normalmente en forma de juegos en línea, tendencias de TikTok y otras tecnologías de vanguardia, al tiempo que las niñas, como las Zoomers[iii] y Gen Alfa[iv] que son, expulsan a los malos sin problemas.

Pero los entes maléficos siguen apareciendo una y otra vez, con nuevas formas y a una velocidad asombrosa, como tantos bots o deepfakes:[v] no hay tregua en la visión profundamente moderna que la serie tiene del mal, ni una explicación única y coherente para ello. Como muchos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día, lo maligno resulta algo que no puede ser superado por completo. Lo anterior, más que cualquier otra cosa en la serie, es lo que resulta realmente aterrador.

  • Las primeras dos temporadas de Evil se encuentran disponibles en Paramount+ (esperamos que pronto suban las restantes), servicio de streaming gratuito en la mayoría de los proveedores de cable e internet.

[i] https://tv.apple.com/us/show/the-good-fight/umc.cmc.25ny5ggwpzivvhs7otnx9r11r?l=es-MX

[ii] Un súcubo es un ser demoniaco que adopta la forma de una mujer hermosa para atormentar a los hombres.

[iii] https://dialoguemos.ec/2020/09/quienes-son-los-zoomers-y-que-estan-logrando/

[iv] https://www.iberdrola.com/talento/generacion-alfa

[v] https://expansion.mx/tecnologia/2023/12/05/deepfake-como-identificar

 

Carlos Hinojosa*

*Docente y escritor zacatecano

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