«La sustancia»: el sometimiento de la «eterna juventud» – Axis Mundi


Como bien saben los amables lectores, una de las películas que más revuelo ha causado este año es La sustancia,[i] filme que se ha convertido en tendencia en todos los medios y generado controversia, así como infinidad de memes, en las redes sociales.[ii] Se trata del segundo largometraje de la directora francesa Coralie Fargeat, cuyo debut, Venganza del más allá (2017),[iii] ya presentaba un genial replanteamiento de la temática de la venganza femenina y la «final girl» del cine de serie B.[iv]

En este caso, La sustancia podría definirse como una implacable comedia de horror corporal que voltea la mirada masculina, sobre el cuerpo femenino, contra sí misma. Demi Moore —en el major papel de su carrera—, Margaret Qualley y Dennis Quaid incendian la pantalla con llamas inextinguibles. Es un buffet cinematográfico que rebosa un torrente de imágenes y traiciones que ponen nuestro cerebro a mil por hora.

La película «toma» a dos hermosas mujeres, las imágenes perfectas de las fantasías masculinas, y las vuelve del revés. Con Venganza del más allá, Coralie Fargeat ya había hecho una película atrevida, pero ahora ha llegado aún más lejos: con esta denuncia de los roles de género y las expectativas que atrapan a las mujeres en unas vidas llenas de temores, ha roto los límites y nadie sale indemne: vísceras burbujeantes, el «nacimiento» del propio doble, carne desgarrada, ríos de sangre y el más diabólico «tratamiento de belleza» conocido por el ser humano.

Se trata casi de un texto canónico que expone cómo los hombres determinan el curso de la vida de las mujeres mediante la vergüenza junto con la deshumanización y, lo que es más importante, la forma en que las mujeres cooperan con el control patriarcal. La película parece señalar que no se está obligado a cumplir unas normas que no nos benefician y no respetan nuestras necesidades como seres humanos. Como la injustamente malograda Furiosa (George Miller, 2024), este filme nos reta a reclamar nuestro derecho de nacimiento y autodeterminación, sin importar el precio, porque el costo que se nos impone actualmente no es aceptable.

Demi Moore, como Elisabeth Sparkle, es una mujer insegura que nunca reivindicó su propia identidad; Margaret Qualley, en el papel de la alegre pero siniestra «dream girl» Sue, y Dennis Quaid, como el mercachifle desalmado, Harvey, guiado por su libido (una clara referencia al infame abusador sexual de actrices hollywoodenses, Harvey Weinstein),[v] resultan geniales interpretando a algunos de los personajes más nocivamente tóxicos del cine.

Moore ha realizado una interpretación que rebosa furia al tiempo que brilla con una vulnerabilidad lastimera, la actuación culmen de su vida. Qualley, como Sue, ha dado un salto gigante en su carrera (lejos de aquellos pequeños pero interesantes papeles, como el de una de las jovencitas bajo el control de Charles Manson en Érase una vez en Hollywood),[vi] con una labor actoral decidida y fuera de serie, misma que toma el control de un personaje que fácilmente podría haber sido unidimensional. Ambas mujeres, tal y como las interpretan las actrices, tienen múltiples capas y resultan demasiado humanas.

Por su parte, Quaid, quien, como mencionamos, interpreta a uno de los hombres más repugnantes del cine, resulta hilarantemente inconsciente de sí mismo y de la destrucción que causa. Una vez más, se trata de otra de las mejores interpretaciones de su carrera, con la escena en la que come camarones, de forma asquerosa, convertida en una intrépida declaración de sus intenciones. Después de dicha secuencia, no hay necesidad de más información cinematográfica sobre el personaje: todo está en su cara.

Debemos mencionar que una de las cosas que muchas películas sobre la «suerte» de las mujeres en la vida no hacen es enfrentarse a la connivencia de ellas mismas en su subyugación. Mientras que el profundo humor negro de La sustancia se mete bajo la piel del espectador, sacudiendo sus sistemas con una sobrecarga sensorial, Fargeat toma las herramientas de Hollywood y las apunta directamente a todo el establishment.[vii]

Con un glamour brillante pero hostil, la cámara se desliza alrededor del cuerpo de Qualley, utilizando los planos de su perfecto trasero en ángulo bajo que nos resultan tan familiares en el cine de Michael Bay, los videoclips de reggaeton e innumerables perfiles de Instagram. Es la cosificación femenina al revés y Sue está encantada de formar parte de ella, lo que dice mucho más sobre tal fenómeno que cientos de discursos y proclamas.

En cuanto a Elisabeth, quien aún es guapísima y perfecta pero considerada «demasiado vieja» (como bien señala una youtuber: «ya quisiera yo verme a mis 39 años como Demi Moore a sus 61»), se ve utilizada por sus productores hasta que deja de ser etiquetada «sexy». Es tratada como basura por hombres que no la entienden o ni siquiera les gusta, al tiempo que la desprecian abiertamente. Sparkle ha sido cómplice de su humillación de por vida y de su eventual despido al centrarse únicamente en su aspecto y no construir nunca una vida o una identidad para sí misma.

Cuando Elisabeth deja de tener su programa de TV, vuelve a un departamento vacío sin saber quién es, desesperada por reclamar la aprobación de su jefe al costo que sea. Hay momentos desgarradores en los que cae en la trampa de ver canales de telemarketing y comprar cosas que no le sirven para nada, como bálsamo para su ego. Todos conocemos a personas que hacen esto, un destino aterrador.

Por otro lado, la misteriosa voz que le envía Sparkle «la sustancia» le dice todo lo que necesita saber, pero Elisabeth no escucha: recuperar el protagonismo es lo único que desea y el agujero negro de la necesidad que grita en su interior no le permite tomarse, simplemente, un momento para pensar en lo que sería mejor para ella. No comprende que la versión más joven y «mejor» de sí misma resulta irresponsable y egoísta. Así se forja la tragedia.

El estilo de la película es sólido como una roca: los sets interiores de colores vibrantes (homenaje a El resplandor de Kubrick),[viii] el abrigo amarillo de Sparkle, las zapatillas rojas y el conjunto de entrenamiento rosa metalizado de Sue, todo ello forma parte icónica del cine y la directora es muy consciente de su impacto en el espectador. La fotografía de Benjamin Kracun resulta despiadada, pero nos ofrece el «encanto» visual que ansiamos. Retomando la metáfora culinaria, Fargeat y su equipo nos lo ofrecen todo en charola de plata.

De este modo, La sustancia se convierte en una de las mejores películas del 2024, a la vez un sueño y una pesadilla cinematográfica, que va mucho más allá de la «norma» y se enorgullece de su propia audacia. Es una obra de arte impresionante y suntuosa que nos grita a la cara mientras nos envía un beso soplado.

  • La sustancia aún está en cartelera en Zacatecas y se estrenará en la plataforma de streaming MUBI (que también produjo la cinta) el 31 de octubre.[ix]
  • Venganza del más allá se encuentra disponible en Netflix.
  • Furiosa: de la saga Mad Max y El resplandor están disponibles en MAX.

[i] https://www.youtube.com/watch?v=LL7-o30o9ec

[ii] https://www.tiktok.com/discover/memes-de-pel%C3%ADcula-la-sustancia

[iii] https://www.youtube.com/watch?v=jHkjUFdgQCg

[iv] https://cintilatio.com/cine-serie-b/

[v] https://www.dw.com/es/weinstein-harvey/t-40946837

[vi] https://youtu.be/h70KVplxCc4

[vii] https://dem.colmex.mx/ver/establishment

[viii] https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-12002012000200005

[ix] https://www.instagram.com/p/DBgisXxKQe0

Carlos Hinojosa*

*Docente y escritor zacatecano

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