F.G. Haghenbeck: explorador de los claroscuros del ser humano


«A Byron le molestó el sobrenombre de Poeta Maldito. Nunca se libró de él. Lo acompañó toda su existencia. Este escritor y político inglés nunca se pensó a sí mismo como un maldito, tan sólo como un ser humano que era parte de una broma irracional operada por el mundo que lo rodeaba. Dos siglos después de su deceso, los académicos de las universidades pregonaban su vida como ejemplo de la decadencia del gótico romántico, y continuaron llamándolo el Poeta Maldito».

F.G. Haghenbeck, Matemáticas para las hadas (2017)

 

El 4 de abril del 2021, el mundo literario y cultural mexicano perdió a una de sus plumas más versátiles y talentosas: Francisco Gerardo Haghenbeck Correa, mejor conocido como F.G. Haghenbeck. A cuatro años de su fallecimiento, ocurrido durante la pandemia del Covid-19, su legado sigue vivo en las páginas de sus novelas, cómics y guiones, así como en el corazón de sus lectores, amigos y colegas. Haghenbeck no sólo fue un escritor prolífico, sino un narrador que supo transitar con maestría entre géneros como el noir, lo fantástico, lo histórico y el terror, dejando una huella imborrable en la literatura mexicana y más allá, como bien señala la escritora Raquel Castro:

«Cuando lees cualquiera de sus libros, lo mismo los que están catalogados como LIJ [Literatura Infantil/Juvenil] como los que van a un público adulto, sientes que estás en una película o un cómic: Paco tenía una capacidad enorme para describir visualmente. A eso podemos agregar el hecho de que tomaba elementos de la cultura pop, de la Historia, de la imaginación fantástica y los combinaba a su gusto, sin preocuparse realmente de las etiquetas. Podemos decir “tal libro de Paco es una biografía histórica”, “tal otro es fantasía”, “éste es novela negra”, pero es probable que en cada uno de ellos encontremos elementos que normalmente se asocian con otras etiquetas. Yo creo que Paco fue de los pioneros en borrar las fronteras entre los géneros literarios, sobre todo los considerados “subgéneros” (puestas inicialmente para ayudar al autor en la mercadotecnia, pero convertidas con el tiempo en grilletes). Quizá futuras generaciones de escritores ni siquiera lo sepan, pero le deberán a él en buena medida una mayor libertad creativa y un mayor entendimiento de los subgéneros como literatura a secas».[i]

F.G. Haghenbeck nació el año de 1965 en la Ciudad de México. Aunque estudió Arquitectura en la Universidad La Salle, fue en la literatura donde encontró su verdadera vocación: a lo largo de su carrera publicó más de una veintena de libros —traducidos a igual número de idiomas—, muchos de los cuales fueron reconocidos con premios nacionales e internacionales, como Trago amargo con el cual ganó el Premio Nacional de Novela «Una Vuelta de Tuerca» en el año 2006, obra en la que nos presenta a un detective que sólo podía surgir en nuestro país, Sunny Pascal: pocho, amante de los cocteles bien preparados y envuelto en toda la parafernalia de los años 60’s, hasta en la filmación de un icónico spaghetti western[ii] en la España de Franco (Por un puñado de balas, 2016).

Por cierto, Haghenbeck consideraba como uno de los momentos cumbres de su carrera el haber recibido el Premio Bellas Artes a Mejor Novela «José Rubén Romero» en el 2014, por la obra Deidades menores (que fue publicada en el 2019), pues opinaba que, de alguna manera, por años había sido acreedor a reconocimientos y premios extranjeros, pero casi ninguno mexicano, «sentí, en algún momento, que en México no me pelaban, pero cuando gané dije, bueno, ya, sí me quieren poquito».[iii]

Asimismo, entre sus obras más destacadas se encuentra El diablo me obligó (2011), un thriller de terror galardonado con los prestigiados premios NOCTE y Bram Stoker en el 2013, en el cual el autor maneja un universo oscuro y bizarro donde las criaturas sobrenaturales se mueven en unos bajos fondos retratados de un modo casi costumbrista y con un corrosivo sentido del humor, mismo que sigue siendo sorprendentemente actual ya que, en palabras de otro genial literato, Elmer Mendoza, se trata de «una novela para asistir a combates entre seres extraordinarios, que juega con un mito poderoso sin máscaras. Un instrumento efectivo para sobrevivir en estos tiempos en que la estupidez tiene tan buena prensa».

Podríamos decir que la citada obra no sólo consolidó a Haghenbeck como uno de los grandes exponentes del thriller sobrenatural en México, sino que también trascendió fronteras al ser adaptada como una serie de Netflix en el 2018, con el título de «Diablero», llevando su narrativa a una audiencia global. Esta adaptación, que lleva dos temporadas, gira en torno al padre Ramiro Ventura y el legendario cazador de demonios, Elvis Infante, quienes, junto con su banda de inadaptados, se enfrentan a las fuerzas oscuras en las calles de la Ciudad de México, en busca de terribles entidades que intentan cambiar el destino de la humanidad, un ejemplo perfecto de la habilidad de Haghenbeck para mezclar lo cotidiano con lo extraordinario.

Además de su labor como novelista, Haghenbeck destacó creando guiones de cómics y novelas gráficas, un campo en el que se desempeñó con igual destreza, incluso fundó una editorial dedicada al cómic mexicano, Costal de Huesos. De hecho, su trabajo en este medio lo llevó a colaborar con algunos de los artistas más reconocidos del noveno arte, por ejemplo, en conjunto con el dibujante Humberto Ramos (célebre por su trabajo en Spider-man), así como los escritores Brian Augustyn y Oscar Pinto,[iv] crearon Crimson (1999–2001) una genial serie de cómics de fantasía y horror, primero publicada por Image Comics y que luego formaría parte de la línea Wildstorm de DC Comics. Esta colaboración no sólo demostró su versatilidad como escritor, sino también su capacidad para adaptarse a diferentes formatos y estilos narrativos, cualidad que resalta el autor Alberto Chimal, uno de sus grandes amigos:

«Creo que Paco Haghenbeck, de haber nacido y hecho carrera en los Estados Unidos, habría sido otro Robert Kirkman, otro George R. R. Martin; es decir, un creador de historias capaces de tener éxito en muchos medios y formatos diferentes, igual que Kirkman con ‘The Walking Dead’ [e ‘Invincible’][v] y Martin con ‘Game of Thrones’. Paco pudo ver que su novela El diablo me obligó se convirtiera en la serie de Netflix ‘Diablero’, pero lo cierto es que varios otros de sus libros podrían haber seguido ese mismo camino. De hecho, tal vez llegue a suceder todavía, y estaría muy bien que así fuera. Hay muy poca verdadera representación de Hispanoamérica en los medios globales más allá de las historias más convencionales de violencia, narco, etcétera y algo de eso ofrecen tanto ‘Diablero’ como Trago amargo, Hierba santa (también conocido como El libro secreto de Frida Kahlo) y otros de sus mejores libros».[vi]

Por si fuera poco, uno de los hitos más notables de su carrera en el ámbito de los cómics fue convertirse en uno de los pocos mexicanos en escribir una historia del Hombre de Acero, en el especial Superman Annual Vol 2 #12, de agosto del 2000, con un relato titulado «Whispers of the Earth» («Murmullos de la Tierra»),[vii] para el cual creó a varios superhéroes mexicanos, entre ellos Ácrata, alter ego de Andrea Rojas, personaje que fue retomado en las temporadas 5 y 6 de la serie Supergirl (2015-2021), interpretado por Julie Gonzalo. Y aunque en la versión live-action le cambiaron la nacionalidad a Ácrata, convirtiéndola en argentina, Haghenbeck estaba orgulloso de este logro, como nos lo hizo saber a través de las redes sociales: «Mira, Oscar Pinto: nuestra niña va salir en la tele. (Hace mucho, mucho tiempo hicimos este personaje para Superman. Si lo ocupan, es que no salió tan mal)».[viii]

De hecho, parafraseando a la escritora Mónica Maristain, tal vez Haghenbeck y el que esto escribe no éramos muy amigos, pero siempre fue de mi banda, incluso, con la colaboración del literato poblano, Jaime Mesa, estuvimos planeando que viniera a Zacatecas para que presentara la tercera entrega de las aventuras de Sunny Pascal, Por un puñado de balas, en algún momento del otoño del 2016, pero, lamentablemente, no logramos concretar dicho proyecto.

Sin embargo, por lo menos intercambiábamos, con cierta regularidad, comentarios en Facebook sobre los sucesos en el mundo del cómic y sus adaptaciones al cine o la tv —ámbito que siempre lo fascinó y al que consideraba su vocación original—,[ix] como cuando nos recomendó que fuéramos a ver la película de la rocambolesca versión de los Jóvenes Titanes de Cartoon Network, el 31 de agosto del 2018:

«Para los fans de DC: hoy vi la película más divertida de ese universo. Por mucho, mejor que las últimas entregas. Una historia simple y boba, donde saben reírse de todo su universo (desde el bigote de Henry Cavill hasta las entregas de Batman) y de cómo están inundando las pantallas de cines los superhéroes de manera idiota. Es tan buena que hasta Stan Lee sale en ella… Teen Titans Go! (Y para clavados, es un deleite ver personajes desconocidos como Challengers of the Unknown, Detective Chimp o Rainbow Raider). Es Deadpool para niños y no tan niños. No sé si los que crecieron leyendo con los clásicos de Marv Wolfman y George Perez lo consideren sacrilegio, yo que fui de estos, lo disfruté como niño de 10 años».[x]

La verdad es que la partida de F.G. Haghenbeck dejó un vacío enorme en el mundo literario y cultural. Para sus lectores, su fallecimiento significó la pérdida de un autor que siempre sorprendía con historias llenas de ingenio, suspense y profundidad emocional. Para sus amigos y colegas, fue la despedida de un hombre generoso, apasionado, siempre dispuesto a compartir su conocimiento y su amor por los relatos.

Haghenbeck no sólo era un escritor talentoso, sino también una persona cálida y cercana. Quienes tuvieron la fortuna de conocerlo en persona lo recuerdan como alguien que irradiaba entusiasmo y creatividad, alguien que vivía para contar historias y que lo hacía con una pasión contagiosa, como bien lo señala el autor sonorense, Carlos René Padilla:

«Paco Haghenbeck entendió mejor que nadie que el trabajar en la frontera de los géneros, llámese novela negra, fantástico o de terror, era pertinente y necesario, si la historia lo requería. Hay tres cosas que siempre admiré de Paco: la primera era su imaginación y olfato para crear historias con elementos supuestamente dispares, pero como escritor siempre buscaba contar una buena historia, no lo que estuviera de moda. Segundo, su disciplina nos dejó grandes novelas que estoy seguro serán el rito de iniciación de muchos lectores jóvenes; tercero, su gran generosidad para todos los colegas. Siempre tenía un consejo de lectura, película o documental según lo que estuvieras escribiendo, una palmada en la espalda cuando las cosas no iban bien, pero sobre todo era un ejemplo de lo que un escritor debe ser y hacer».[xi]

A cuatro años de su partida, podemos decir que el legado de F.G. Haghenbeck sigue más vivo que nunca: sus novelas continúan siendo leídas y reeditadas, sus cómics son revisitados por nuevos fans, y su influencia se extiende a las nuevas generaciones de escritores y artistas que encuentran en su obra una fuente de inspiración.

Francisco Gerardo Haghenbeck Correa fue, sin duda, uno de los grandes narradores mexicanos de su generación: su capacidad para moverse entre géneros, su dominio del lenguaje y su profundo amor por las narraciones lo han convertido en un referente indispensable. Recordamos no sólo su obra, sino también al hombre detrás de las palabras: un creador incansable, un soñador que nos enseñó que, a través de las historias, podemos explorar los rincones más oscuros y luminosos del alma humana.

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