VALPARAÍSO. Están por cumplirse 500 años de haber iniciado la evangelización en México y aún continúa la “conquista espiritual” de las culturas prehispánicas.
La labor de evangelización, en la que entonces participaron frailes como Bartolomé de las Casas y Bernardino de Sahagún, hoy se sigue replicando en la Sierra del Nayar, un punto geográfico de México donde convergen cuatro civilizaciones nativas.
En esta ruta de la catequización se encuentran siete comunidades de la sierra de Valparaíso, Zacatecas, donde es permanente la presencia y, en algunos casos, la residencia de wixárikas (huicholes).
Si bien la evangelización en esta zona geográfica está normada por decreto papal, aún los retos que enfrentan los misioneros siguen siendo los mismos que los de los sacerdotes del siglo XVI: miedo a la soledad, carencias de servicios básicos, desconocimiento de lenguaje así como de usos y costumbres de los nativos.
En el corazón de la Sierra Madre Occidental
Improvisados caminos de terracería, territorios vírgenes y solemnes roquedales que sobresalen entre un tupido bosque de pinos y encinos, en donde se observan venados y se escucha a lo lejos el clamor de la guacamaya verde, dan la impresión de que la “conquista de los españoles” aún no inicia en este lugar.
Se sitúa en pleno corazón de la Sierra Madre Occidental, en una extensión que no sabe de límites geográficos, aunque en unos 25 mil kilómetros cuadrados une a Sinaloa, Durango, Nayarit, Jalisco y Zacatecas.
Su territorialidad es tan vasta que hoy en día alberga a alrededor de 150 mil personas nativas de las culturas wixárikas, na’ayarij (coras), o´dam (tepehuanes) y mexicaneros, esta última en peligro de extinción.
La Palabra de Dios en los pueblos nativos
Al iniciar el siglo XVIII, El Nayar era la única región del noroeste, y quizá de toda la Nueva España, que permanecía fuera de todo control, tanto religioso como político y militar, por lo que el 31 de julio de 1709, a través de una Cédula Real, Felipe V de España ordenó realizar nuevos intentos de incursión.
Este hecho se consumó en los años 1721 y 1722, con la “conquista” de la Mesa del Tonati, en la que los wixárikas y na’ayarij perdieron la defensa de sus territorios. A partir de entonces incursionaron los misioneros de la compañía de Jesús, o Jesuitas, según refiere Cecilia Gutiérrez en un estudio hecho para el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicado en 2007.
En 1768, un año después de que fuera decretada por el Rey Carlos III la expulsión de los Jesuitas de México, la encomienda de evangelización en esta zona pasó a ser responsabilidad de la orden de los Franciscanos.
El periodo de inicio y transición de la Independencia a la Revolución mexicana fue de inestabilidad para la institución eclesiástica en México, hecho en el que no se registran avances notorios en esta región en lo que se refiere a evangelización.
Fue hasta los años 50´s del siglo anterior, con la presencia de evangelizadores estadounidenses de la orden de Maryknoll, que la Iglesia retomó con ahínco su intención de continuar su labor de instruir con la Palabra de Dios a los pueblos nativos del Nayar.
Una década después, el 13 de enero de 1962, la Iglesia Católica Apostólica Romana, con el Papa Juan 23 a la cabeza, emitió la bula “Venerabilis Frater” (Hermano Venerado) en la que se estipula la creación de La Prelatura Nullius, de Jesús María del Nayar.
Hoy en día, siete comunidades de Valparaíso, Zacatecas, que colindan con Nayarit, Durango y Jalisco se encuentran en esta ruta de evangelización de la Sierra del Nayar, entre las cuales destacan Santa Lucía de la Sierra, El Crucero de Santa Cruz y El Carricito.
La cosmogonía en las culturas primitivas
Jesús Calderón es un misionero que recorrió durante 14 años ininterrumpidos las localidades que de la Prelatura del Nayar para instruir sobre los contenidos de La Biblia y de la religión católica a las distintas culturas de esta zona geográfica.
Producto de su experiencia en las misiones, afirma que los wixárikas son la cultura más reacia a la evangelización cristiana; hay flexibilidad e interés por aceptar los contenidos dogmáticos por parte de na’ayarij, o´dames y mexicaneros.
Es muy raro ver bodas católicas en la Prelatura del Nayar, la unión de hombre y mujer se da de forma particular en cada cultura; y tampoco es frecuente que se oficien misas por motivo de 3 años de vida, por primeras comuniones o confirmaciones.
El bautismo es el único de los sacramentos que suministra la Iglesia católica que es aceptado por los pueblos de esa zona del territorio zacatecano. El misionero Calderón considera que ello se debe a que se realiza con agua y que este elemento tiene un simbolismo preponderante en sus culturas.
De acuerdo a la información que publica en su portal de Internet la Diócesis de Nayarit, la Prelatura del Nayar tiene, en promedio por año, 4 mil 100 bautizos y 94 matrimonios.
Las fiestas del calendario católico tampoco son concurridas ni seguidas por los pueblos de las distintas culturas.
Por ejemplo, en Semana Santa pasa desapercibida la representación de la muerte de Jesucristo a través del viacrucis. En lugar de ello, los na’ayarij realizan La Judea, en la cual, durante ocho días, sus integrantes se transforman en judíos, fariseos, moros, demonios blancos y negros, borrados, dobles de Cristo… figuras y mutaciones que forman parte de rituales, procesiones, luchas cósmicas y ceremonias diurnas y nocturnas.
Éste es un aspecto que caracteriza la cosmogonía y forma de entender el entorno por estas culturas, refiere al artículo “La Judea, Semana Santa Cora”, publicado en Internet por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
El misionero Jesús Calderón también señala otro aspecto que no pueden entender, sobre todo, los wixárikas: que un sacerdote, al igual que una monja, hicieron votos de celibato y no pueden casarse ni procrear hijos, pues los hombres de esta cultura pueden tener de forma simultánea hasta tres esposas.
La Trinidad: peyote, maíz y venado
Existe un desconocimiento generalizado de la sociedad mexicana y de sus instituciones con respecto a lo que hoy en día representa preservar y convivir con los pueblos nativos prehispánicos, refirió el antropólogo social Marco Antonio Córdova Dávalos.
En el caso del Nayar, mencionó que los procesos en los que se dio la sumisión de sus pueblos por la Corona Española y, actualmente, los constantes embates por parte de particulares, empresas y gobiernos hacia los pobladores de estas tierras, generan una cierta resistencia a la cultura de los mestizos.
Los wixárikas tienen su propia Trinidad: peyote, venado y maíz, y sólo a ésta le rinden culto, sus propios cultos; a ésta encomiendan sus cosechas, sus viajes ceremoniales, la organización de sus pueblos, la vida de sus habitantes.
Por ejemplo, en la fiesta de Semana Santa, en la comunidad San Andrés Cohamiata, Mezquitic, Jalisco, los wixárikas visten de mujer a una efigie de Jesucristo, porque para ellos el Padre también es Madre. A deferencia del Dios católico, el Dios de esta cultura ancestral es un dios dual, ya que es hombre y mujer a la vez, puntualizó el antropólogo.
“Conozco la labor que realiza la Iglesia católica en estas tierras, pero creo que la mejor forma que tiene de participar como institución del Estado en el crecimiento de estos pueblos es con el respeto irrestricto a su desarrollo cultural”, refirió Marco Antonio Córdova.
“Sólo van a crear conflictos”
Martha borda pulseras y arma collares con base en la chaquira, que vende en el callejón de Cuevas, en el Centro Histórico de Zacatecas. En compañía de su esposo y sus hijos emigró de la colonia Hatmasie, en Huejuquilla El Alto, Jalisco, en búsqueda de mejores oportunidades de subsistencia.
Es de pocas palabras, con una personalidad reservada. Cuando escuchó la pregunta sobre cómo era la evangelización y la enseñanza de la doctrina católica en la sierra norte de Jalisco, sólo se limitó a decir: “los de la misión (misioneros) sólo van a nuestros lugares a crear conflictos”.
El respeto a la cultura
Algunos registros históricos, como el libro Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de Bartolomé de las Casas, dan cuenta de los métodos de evangelización de los primeros misioneros que iniciaron el adoctrinamiento de culturas nativas en la llamada Nueva España, mismos que hablan de destrucción de idolatría y de centros ceremoniales por parte de algunos sacerdotes españoles.
Hoy las formas de lograr la cristianización son diferentes, expone Jesús Calderón, aunque reconoce que todavía hace un par de décadas había sacerdotes que, sin llegar a la violencia, utilizaban la imposición como método de lograr la evangelización entre los pobladores nativos.
Actualmente, los sacerdotes están en constante profesionalización. Los que acuden a evangelizar a aquella zona del estado realizan cursos pastorales indígenas, son instruidos para conocer la cultura de los pueblos nativos e incluso reciben talleres básicos en el aprendizaje del idioma.
Las mejores lecciones de evangelización las han dado los Jesuitas, considera el misionero, quienes han obtenido resultados positivos en la catequización a los pueblos nativos de la Sierra Tarahumara, en Chihuahua.
De los trabajos que ha realizado esta orden religiosa se refrenda que la mejor forma de evangelizar es con respeto a la cultura, a los usos y costumbres, expone.
Las pruebas de Dios
No obstante que están por cumplirse cinco siglos de iniciada la “conquista espiritual”, la situación de los evangelizadores de esa región del país hoy en día es la misma que aquélla que enfrentaron los primeros sacerdotes provenientes de España.
La Prelatura del Nayar cuenta con 16 parroquias, que son atendidas por 14 sacerdotes franciscanos y 15 sacerdotes diocesanos, quienes realizan la encomienda de evangelizar y promover e insertar el catolicismo.
El misionero Jesús considera que las pruebas a vencer para los sacerdotes son la dureza de la soledad, aprender el idioma de quienes pretenden evangelizar, adaptarse a zonas habitacionales sin agua potable, sin drenaje, sin energía eléctrica… “Vivir así —expresa— es una prueba para saber quién realmente tiene vocación”.
Erik Flores / Tropicozacatecas.com
Fotos: Cortesía Jesús Calderón, Pasión Wixárika y Erik Flores
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