Maestra Rocío Mancha: Arte, alma que sale a la luz


El arte es uno de los lenguajes universales que todos los seres humanos comprendemos y empleamos para comunicarnos. Usamos el arte para entender quiénes somos, descubrir nuestro lugar en el mundo y el significado de nuestras vidas.

Acudimos al arte para expresarnos y para hablar con los demás a través del tiempo y del espacio. Los seres humanos tenemos un impulso esencial para crear y entender las imágenes visuales, como las expresadas a través de la pintura.

Este impulso es uno de los rasgos básicos que nos hacen humanos. El poder de la pintura para enriquecer la experiencia humana y la sociedad es reconocido y celebrado en todo el mundo.

Las artes visuales forman parte del registro de todas las culturas y periodos históricos conocidos por los seres humanos. Se puede decir que todo lo que sabemos sobre algunas civilizaciones pasadas se encuentra enteramente en el registro del arte y los artefactos que su gente dejó atrás.

La pintura se ha utilizado para capturar y expresar una amplia gama de valores, creencias e ideas compartidas por personas de todo el mundo y de todos los periodos de la historia. El arte pictórico se ha empleado para educar, persuadir, conmemorar y resolver problemas. De hecho, todos los días dependemos de las artes visuales para dar sentido al mundo en el que vivimos.

Tal vez éste sea el origen de la enorme pasión por la pintura de la maestra Rocío Mancha, quien comenzó su labor educativa en el Colegio Margil, de Río Grande, la cual proseguiría en la primaria de Santo Niño Aguanaval, en Torreón, Coahuila, para continuar en la primaria Los Conde, también en Río Grande, donde después impartiría la materia de Inglés en la Secundaria General Número Dos.

En 2002, ya como funcionaria de la Secretaría de Educación de Zacatecas, se desempeñaría como coordinadora de la Reforma Integral en Escuelas Secundarias y, para fungir, en 2013, como coordinadora en el Instituto Nacional de Evaluación Educativa hasta 2018, año en que se jubiló.

La maestra Mancha reconoce que, durante su labor docente y como funcionaria, sólo realizó poca producción de obra pictórica; sin embargo, el sueño ya estaba allí. Nos comenta que se inició pintando en el taller del maestro Gámez, en Río Grande, hace más de 20 años.

Admite que, desde su perspectiva, posee más amor por el arte que talento, pero eso no la ha hecho retroceder; al contrario, le ha dado la fuerza para luchar por sus sueños, ser tenaz en dicho proceso hasta alcanzarlos, para, luego, disfrutar del logro obtenido.

La docente señala que «mi sueño era estar en la Academia de Arte Firenze de Florencia, Italia, y lo logré. Volver a visitar tan icónica ciudad no como turista, sino como parte de ella, adentrarme en su cultura y recorrer las callejuelas por donde caminaron los grandes artistas florentinos ha sido emocionante. Conocer sobre las técnicas renacentistas y ponerlas en práctica ha sido realmente enriquecedor».

Para la maestra Mancha, de hecho, los sueños son el motor de la vida, y el poder seguirlos la impulsa y le brinda más ganas de experimentar a plenitud la existencia, apoyándose en la confianza y la perseverancia, razones por las cuales, sin bajar la guardia, logró ingresar a la Academia de Arte, librándose de los obstáculos mentales que, muchas veces, nosotros mismos nos ponemos, como el «no puedo», «ya estoy grande de edad», así como despojándose del miedo a viajar sola.

Alcanzar este grado de libertad, para la mentora y aprendiz de artista, representa la forma de llegar hasta donde uno quiere: «pintar me relaja y tranquiliza, me transporta a una dimensión de paz, pueden pasar las horas y no se siente el transcurso del tiempo. El arte fluye del alma y es la propia alma la que sale a la luz para plasmarse en el lienzo. Trabajar sin miedo al qué dirán, si el resultado es estético o no, ya que lo importante es el sentir de uno mismo y el legado para la familia».

En la Academia, la maestra Mancha aprendió sobre la línea del horizonte, la perspectiva, el punto de fuga, así como a tomar en cuenta la cabeza como eje del cuerpo humano, técnicas del Renacimiento empleadas por los grandes genios como Giotto y Botticelli, todo ello con la mente fija en un objetivo muy claro, según nos lo manifiesta: «Con las herramientas aprendidas pienso recrear los paisajes desérticos y fachadas de las casas de mi pueblo natal, Viesca, Coahuila. Además, enseñar pintura a mis nietos será muy divertido».

Carlos Hinojosa* / Colaborador / Tropicozacatecas.com

*Escritor y docente zacatecano

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