Axis Mundi: ¿Por qué suele ser tan difícil ser feliz?


Como bien recordarán nuestros lectores, por estas fechas que, según señala un villancico, son las «más maravillosas del año», paradójicamente es cuando aumentan los cuadros de depresión e incluso los suicidios,[i] como si en vez de los citados cantos decembrinos optáramos por escuchar aquella popular canción del Buki: «Llega Navidad y yo sin ti/ en esta soledad/ recuerdo el día en que te perdí».

Y pese a lo anterior, todos sabemos que la industria de la autoayuda lleva bastantes años de bonanza, impulsada por la investigación en «psicología positiva», el estudio científico de lo que hace «prosperar» a las personas, cuando resulta más que evidente que los índices de ansiedad, depresión, autolesiones y suicidios continúan aumentando en todo el mundo. Entonces, ¿estamos condenados a ser infelices, a pesar de tales avances de la psicología?

De acuerdo con un influyente artículo publicado en Review of General Psychology en 2005, el 50% de la felicidad de las personas se halla determinado por sus genes, el 10% depende de sus circunstancias y el 40% de la «actividad intencional» —principalmente, si se es «positivo» o no—.[ii] Este llamado «pastel de la felicidad» puso a los «adoradores» de la psicología positiva en el asiento del conductor, permitiéndoles decidir sobre su trayectoria de bienestar (aunque el mensaje tácito es que, si eres infeliz, es tu culpa).

Dicho «pastel de la felicidad» fue muy criticado porque se basaba en supuestos sobre la genética que han quedado desacreditados: durante décadas, los investigadores de la genética del comportamiento realizaron estudios con gemelos y establecieron que entre el 40% y el 50% de la variación de su felicidad se explicaba por los genes, razón por la cual el citado porcentaje aparecía en el pastel de la felicidad.

Es cierto que los genetistas del comportamiento[iii] utilizan una técnica estadística para estimar los componentes genéticos y ambientales en función del parentesco de las personas, de ahí que utilicen gemelos en sus estudios. Pero estas cifras suponen que tanto los gemelos idénticos como los fraternos experimentan el mismo entorno cuando crecen juntos, una suposición que no se sostiene en la vida real.

En respuesta a las críticas sobre el artículo de 2005, los mismos autores escribieron otro en 2019 que introducía un enfoque más matizado sobre el efecto de los genes en la felicidad, al tiempo que reconocía las interacciones entre la genética y el entorno.[iv]

Ahora bien, sabemos que el entorno natural y la crianza de las personas no son independientes el uno de la otra. Al contrario, la genética molecular —el estudio de la estructura y la función de los genes a nivel molecular— demuestra que se influyen mutuamente de forma constante: los genes intervienen en el comportamiento que ayuda a las personas a elegir su entorno, por ejemplo, la extroversión que se transmite de padres a hijos ayuda a los niños a crear sus grupos de amigos.

Del mismo modo, el entorno cambia las características de los genes, por citar un caso: cuando las mujeres embarazadas se ven expuestas a la hambruna, los genes de sus bebés cambian en consecuencia, dando lugar a modificaciones químicas que suprimen la producción de un factor de crecimiento. El resultado es que los bebés nacen más pequeños de lo normal y con enfermedades cardiovasculares.

Como vemos, la naturaleza y la crianza son interdependientes y se influyen mutuamente, por ello, dos personas criadas en el mismo entorno pueden responder a él de forma diferente, lo que significa que la hipótesis de la genética del comportamiento de un entorno idéntico ya no es válida.

Además, que las personas puedan ser más felices depende de su «sensibilidad ambiental»,[v] es decir, de su capacidad de cambio, por ejemplo, algunos individuos son susceptibles a su entorno y, por tanto, pueden modificar significativamente sus pensamientos, emociones y conductas en respuesta a sucesos tanto negativos como positivos. Por eso, cuando asisten a un «taller de bienestar» o leen un libro de «psicología positiva», pueden verse influenciados por ello y experimentar un cambio significativamente mayor en comparación con otros, y dicho cambio puede durar también más tiempo.

Pero lo que resulta un hecho es que no hay ninguna intervención de «psicología positiva» que funcione para todas las personas, porque somos tan únicos como nuestro ADN y, como tal, tenemos una capacidad diferente para el bienestar y sus fluctuaciones a lo largo de la vida.

Por ende, ¿estamos condenados a ser infelices? Algunas personas pueden esforzarse un poco más que otras para mejorar su bienestar, y esa lucha puede significar que seguirán siendo infelices durante más tiempo, con el resultado de que, en casos extremos, puede que nunca experimenten altos niveles de felicidad.

Otras, sin embargo, quienes tienen más «plasticidad genética» —lo que significa que son más sensibles al entorno y, por tanto, tienen una mayor capacidad de cambio—,[vi] pueden ser capaces de mejorar su bienestar e incluso prosperar si adoptan un estilo de vida saludable y logran acceder a oportunidades que les permitan vivir, así como trabajar, en un entorno que mejore su felicidad y su capacidad de crecimiento, algo muy difícil de alcanzar en las actuales condiciones de nuestro país, pero no por ello imposible.

Por último, debemos tener consciencia de que la genética no determina quiénes somos, aunque desempeñe un papel importante en nuestro bienestar: lo que también importa son las decisiones que tomamos sobre dónde vivimos, con quién lo hacemos y cómo llevamos nuestras vidas, circunstancias que afectan tanto a nuestra felicidad como a la de las próximas generaciones.

 

Referencias:

[i] https://elcomercio.pe/lima/coronavirus-navidad-salud-mental-suicidios-salud-mental-en-pandemia-por-que-la-depresion-ansiedad-y-los-suicidios-aumentan-en-epoca-navidena-nczg-noticia/

[ii] http://sonjalyubomirsky.com/wp-content/themes/sonjalyubomirsky/papers/LSS2005.pdf

[iii] https://psicologiaymente.com/psicologia/genetica-conductual

[iv] https://link.springer.com/content/pdf/10.1007/s10902-019-00128-4.pdf

[v] https://ri.itba.edu.ar/handle/123456789/1439

[vi] http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/15951

 

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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