Axis Mundi — Santa Evita: «impresionante historia nacional»

Santa Evita es una miniserie argentina basada en la estupenda novela homónima de 1995 de Tomás Eloy Martínez (1934–2010)[i] —quien aparece en los créditos como escritor de tres episodios—, con un guion a cargo de Marcela Guerty y Pamela Rementeria, así como la dirección de Rodrigo García Barcha (hijo de Gabriel García Márquez) y Alejandro Maci, mientras que Salma Hayek funge como una de las productoras de esta adaptación.[ii]

La actriz uruguaya Natalia Oreiro encabeza la miniserie en el papel de la emblemática Eva Perón, y junto a ella se encuentran Ernesto Alterio, Darío Grandinetti (Juan Domingo Perón),[iii] Diego Velázquez, Francesc Orella, Diego Cremonesi (Eduardo Arancibia), Iván Moschner, Gabriela Ferrero y Héctor Díaz, entre otros. La miniserie se compone de siete episodios, cada uno de los cuales tiene una duración de entre 40 y 45 minutos, aproximadamente.

La mayoría de los latinoamericanos somos conscientes de la enorme fuerza que Eva Perón, alias Evita, tuvo a lo largo de su vida y también en su muerte —incluso quienes no son versados en la historia argentina— gracias a la célebre ópera rock de 1978 de Tim Rice y su icónica canción «No llores por mí, Argentina»,[iv] sin olvidar la versión fílmica de Alan Parker de 1996, protagonizada por Madonna y Antonio Banderas.

Como primera dama de Argentina, Perón fue una carismática política y activista, un icono de su tiempo que se convirtió en la voz de las mujeres de Sudamérica y luchó por los derechos de las clases trabajadoras. Su prematura muerte a causa del cáncer y lo que ocurrió después constituye el meollo de Santa Evita, una alucinante odisea «gótica, perversa historia de amor, impresionante cuento de terror, alucinante, perversa, impresionante historia nacional», como llamó Carlos Fuentes a la obra original.[v]

Estrenada en el 70º aniversario del fallecimiento de Eva Perón, la serie comienza en el día lúgubre y lluvioso de su muerte, para después mostrarnos cómo Evita fue preservada y embalsamada. A partir de aquí, la narración salta a menudo entre las líneas de tiempo que cuentan la historia: observamos a Eva Perón tanto viva como muerta y seguimos el accidentado viaje que su cuerpo embalsamado realizó durante dos décadas. El relato nos ofrece destellos de los 33 años de la vida agridulce de Evita y de cómo su cadáver se mantuvo en espera perpetua de la construcción de un monumento para poder enterrarla.

El giro del destino ocurre en 1955, cuando el marido de Eva, el coronel Juan Domingo Perón, pierde su puesto como presidente y el país pasa a ser gobernado por una junta procedente de un golpe militar, cuyos integrantes ocultan el cuerpo de Evita (y las réplicas de su cadáver) durante 19 años, debido a que la querida Eva Perón se convierte en el símbolo del miedo para los nuevos gobernantes argentinos, influyendo incluso en el aire que respiran. De esta forma, la miniserie presenta la historia de una de las mujeres más importantes de Latinoamérica, peligrosa y entrañable, en la vida y en la muerte.

Además, el hecho de que haya habido una gran inversión para llevar esta historia de la vida real al streaming se refleja, de forma evidente, a lo largo de Santa Evita: el diseño de producción, desde los decorados hasta el vestuario, es realmente digno de mención y, al tratarse de un drama de época, consigue llevar a la pantalla la esencia cambiante de la transición de los años 50’s a los 70’s, sin olvidar que el relato no escatima en detalles a la hora de retratar este controvertido periodo de la historia argentina.

Natalia Oreiro, en particular, representa un gran acierto en su interpretación como la icónica Evita, al brindar esa fuerte presencia que movió a miles, pero con momentos de vulnerabilidad, donde la actriz realmente hace gala de sus habilidades para mostrar todos los matices emocionales del personaje. Por otra parte, brindando un estupendo soporte al aspecto visual de la miniserie, destaca el uso de imágenes reales de archivo en formato documental, las cuales se funden a la perfección con la fotografía dirigida por el «Chango» Monti, toda una institución del cine argentino.[vi]

De esta forma, Santa Evita, con una producción fluida e impactante, un reparto de gran talento —y gracias a la actual magia del streaming— puede convertirse en una ventana para el mundo a un periodo de nuestra historia latinoamericana, donde, citando al autor original de la narración que nos ocupa, Tomás Eloy Martínez, «a lo mejor no estaba sucediendo nada de lo que parecía suceder. A lo mejor la historia no se construía con realidades sino con sueños. Los hombres soñaban hechos, y luego la escritura inventaba el pasado. No había vida, sólo relatos».[vii]