¿De qué sirven la fama y una caja de chicles?


José Córdova / Trópicozacatecas.com

Colaborador

JEREZ DE GARCÍA SALINAS. El ritmo del tamborazo que se escucha en el jardín principal de Jerez ‘Rafael Páez’, nunca le ha causado extrañeza a Tunulima, una niña wixárika de 7 años que sábados y domingos recorre las calles de adoquín de este Pueblo Mágico con una caja de chicles en la mano.

Ella nació familiarizada con la música. Los acordes del violín, la guitarra y el violonchelo, instrumentos nodales en la música wixárika, la han acompañado en su crecimiento… y desde hace unos años ha sido cautivada por una voz infantil que hoy en día es conocida en todo México, la de su medio hermano Yuawi, el niño que interpreta “Movimiento Naranja”.

Las condiciones de marginación y precariedad social obligaron a su familia a emigrar de su localidad de origen, en lo alto de la sierra de Mezquitic, Jalisco, en busca de una mejor calidad de vida y mejores oportunidades de desarrollo humano. Este lugar lo encontraron en Jerez, Zacatecas.

Su papá, José López, se ganaba la vida cantando a los comensales del Mercado Municipal Benito Juárez García, en los restaurantes y taquerías del Centro Histórico e incluso en el jardín principal.

En todos los lugares se hacía acompañar de Yuawi, “hijo de otra señora que se casó con mi papá antes de que yo naciera”, como ella lo relata.

Tunulima usa un vestido verde con estampados de flores rosas tipo amapola y hojas amarillas, que le cubre desde el cuello hasta el tobillo; en lugar de huaraches, porta, sin calcetas, unos viejos zapatos negros.

De lunes a viernes, en el turno vespertino, estudia en la Escuela Primaria Francisco Goitia, donde cursa el segundo grado; los sábados y domingos vende chicles de cuatro pastillas para ayudar a Silvia, su madre, para solventar los gastos familiares.

En su recorrido la acompaña su prima Utavima, también llamada Paola, tres años mayor que ella, con quien ha programado en cada jornada laboral un tiempo para jugar en la alameda central de Jerez y distraerse del peso que le provoca la responsabilidad de llevar ingresos económicos a su núcleo familiar.

La fama y reconocimiento nacional que tiene Yuawi, su medio hermano, parece estar al margen de esta niña. Ella tiene sus propios sueños y se esfuerza para lograrlos; “a mí me gustaría ser doctora”, dice con voz débil, pero con la mirada que refleja seguridad en sí misma.

“Para lograr ser alguien, le echo ganas a la escuela, participo en clases y hago las tareas”, expresa mientras aprieta junto a su pecho un pequeño animal de peluche que carga consigo, al que le ha puesto el nombre de Tásiu, que se traduce como “conejo” en lengua wixárika.

Tunulima significa “Flor del desierto”… Sin sospechar que su nombre wixárika esconde un adagio de belleza, se aleja con una sonrisa en su rostro, va en búsqueda de los turistas porque, como le instruye su prima, ellos pagan a 5 pesos cada chicle…

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