Sonia Aguilera, riograndense que cuida y defiende a los perros


RÍO GRANDE. Desde este viernes por la mañana, los mitos y los verdades recorren las calles de Río Grande y se pasean por su malecón.

Los mitos hablan de una jornada negra de envenenamiento de perros callejeros que ocurrió el jueves por la tarde-noche y en la madrugada del viernes. En las tiendas de abarrotes, en la fila de las tortillas, en los negocios de comida, la gente habla de que aparecieron muertos unos “callejeritos” en tales calles o en tales colonias, pero no hay quien lo demuestre.

En el jardín principal de Río Grande hay una verdad sobre la muerte de perros que tiene consternada a este municipio y que hasta el momento sigue sin esclarecer los motivos de tan lamentables hechos.

La señora Sonia Aguilera Serrano, quien tiene un establecimiento de comida denominado La Placita, es conocida entre la población del municipio no sólo por tener 24 años de ser una microempresaria sino también por tener el mismo periodo de tiempo en alimentar perritos.

Tiene 51 años y se caracteriza por recoger perritos callejeros a quienes cura cuando llegan heridos, los esteriliza, los alimenta y les da lo principal: amor. Todos los gastos los que ello implica los absorbe de sus ventas.

El jueves por la tarde fue fatídico para ella pues su rutina sufrió un giro inesperado. Acostumbrada a las 6 de la tarde, hora en la que abre su establecimiento de comida en el jardín principal, a darle de comer a sus perritos, vio con rareza que los canes no hayan llegado a la cita.

De los nueve perritos callejeros que alimenta, tuvieron falta la Muñeca, Benito, Botitas, Dulcinea, Max, Toña la negra, Choloscuicle y Alex.

Después de 5 horas, todo empezó a cobrar sentido… Muñeca llegó tambaleándose al establecimiento de comida de Sonia y con los ojos le pedía ayuda, pues aventaba espuma por el hocico.

“Yo estaba atendiendo gente y cuando vi a Muñeca que me pedía ayuda, dejé todo y me acerqué, le aventé un puño de sal en el hocico y le di leche, para ver si vomitaba, pero no fue así… El veneno ya había hecho su efecto”, relata entre lágrimas en entrevista telefónica.

Pasaban las 11 de la noche del jueves y ya comenzaban a circular los rumores de que había varios perritos envenados en las calles.

Al terminar su jornada laboral, la señora Sonia recorrió avenidas y colonias para ver si encontraba a sus perritos, pero sólo tuvo la suerte de encontrar a Clarita, la can más pequeña, a quien subió a su carro y la resguardó.

Un rasgo que distingue a la señora Sonia, además de cuidar y alimentar perros, es buscarles un hogar y justamente dos de esos perritos, Benito y Botitas, ya tenían un hogar que los esperaba y los iban a recoger este viernes.

Ante esta lamentable situación, la señora Sonia pide la intervención del gobernador Alejandro Tello Cristerna para que no sólo se dé con los responsables de la muerte de los perritos sino que también se logre resolver de fondo con este problema.

Carlos Triana / Tropicozacatecas.com

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