Dulce María, la niña que combate en las Morismas de Guadalupe


En medio de una nube de pólvora y al ritmo rifles que suenan con estruendo, dos pequeños soldados, que sostienen espadas en mano, combaten entre sí a manera de práctica, mientras que los emisarios de la Liga Santa y del imperio turco otomano tratan de evitar lo inevitable.

Las espadas chocan entre sí y los pequeños soldados sonríen en el Campo de los Moros en Guadalupe. A momentos uno de ellos mueve el brazo con destreza para buscar, con la espada empuañada, el corazón de su contrario.

Uno de los combatientes llama la atención por ser mujer, toda vez que el perfil mayoritario  de los soldados que componen los regimientos bélicos de la Liga Santa y el imperio turco-otomano son hombres.

Su nombre es Dulce María Aguilar Reveles, tiene cinco años, y con satisfacción es miembro de la línea de carabineros del Primer Batallón Cristiano, un regimiento de 200 soldados que luchan al mando de Juan de Austrias para evitar la expansión del imperio del sultán Selim segundo.

La vocación de su familia por participar en las Morismas de Guadalupe, una tradición de este Pueblo Mágico que cumple 119 años, le ha motivo a participar desde que nació en esta fiesta que por tres días, dos veces al año, une a cientos de familias guadalupenses.

 

Tradición Familiar

De acuerdo a una versión histórica de la Batalla de Lepanto, combate al que remiten las morismas de Guadalupe, Juan de Austrias, comandante en jefe del los regimientos que de los Estados Pontificios, Venecia, España, Génova que componen la Liga Santa, se encomendó a San Juan Bautista para poder salir triunfador.

La oración celestial no era para menos, pues tenía ante sí una flota comandada por el turco Müezzinzade Ali Paşa, conocido en las morismas como Argel Osman, quien de acuerdo a la Historia fue un los comandantes que conquistaron la isla de Chipre en 1570.

Y precisamente es a San Juan Bautista que se encomendó Luis Alberto Aguilar Rodríguez en el año 2014, a fin de pedir que se lograra de forma satisfactoria un embarazo de alto riesgo de su esposa. El ruego fue escuchado y a su bebé le llamaron Dulce María.

Desde que estaba en brazos su madre, Dulce acude a las morismas de Guadalupe acompañada de la línea descendiente de la familia Aguilar Rodríguez, misma que está integrada por 12 adultos, adolescentes y niños guadalupenses, quienes desde hace 19 años participan de forma ininterrumpida en esta tradición.

“Tengamos o no tengamos trabajo, nunca fallamos en venir; igual nuestros hijos, si están en días de escuela, pues les sacamos un permiso y aquí nos pasamos”, comenta Alejandro Aguilar Rodríguez, tío de Dulce quien también es un carabinero del Primer Batallón Cristiano.

Esta fiesta está ligada a la tradición de su familia. “Nosotros venimos por convicción, por la fe que le tenemos a San Juanito (San Juan Bautista), pero también tenemos la responsabilidad de inculcar a nuestros hijos el sentido y lo que representa la oportunidad de formar parte de esta tradición”, refiere mientras baquetea el rifle.

Para Alejandro es agradable ver a su sobrina Dulce MAría y su hija Keyra Jamileth, participar en las morismas de Guadalupe. “A nosotros no nos importa si son hombres o si son mujeres, lo que nos importa es que se formen en esta tradición que ya es parte de nuestra familia”.

Esperaba con ansias las morismas

De acuerdo a la tradición anacrónica, considerada así por algunos historiadores, en la escenificación de la Batalla de Lepanto, que remite al año 1571, en el Campo de los Moros de Guadalupe, Juan de Austrias es capturado pese a  la férrea defensa de los regimientos de los Estados Pontificios, Venecia, España, Génova que componen la Liga Santa.

Con carabina en manos y presta a para matar soldados suavos, como también son llamados sus adversarios turcos, Dulce María hizo sonar su rifle con pequeños cubos rellenos de pólvora, mismos que en la jerga morismera son conocidos como “cápsulos”.

Y es que este momento es el que esperaba con ansias desde que empezó el mes de junio, “yo le preguntaba a mi papá que cuánto faltaba para que empezaran las morismas. Me gusta mucho ver los caballos correr, cuando me ponen a marchar y cuando suenan los rifles”.

Estudia el tercer grado de preescolar en la escuela Leona Vicario, ubicada a unos metros del Campo de los Moros, y desde el viernes platicó a sus compañeros y a su maestra que participaría en las morismas, comenta.

De acuerdo a la tradición, Dulce María viste como un soldado de España del siglo 16: polainas de cuero, naguas, chaquetín, cinturón en el que trae montada su espada, casco, mochila a la espalda para cargar alimentos y carabina en manos.

Con el debido cuidado y la protección de sus padres, Dulce María y sus primos hicieron sonar las carabinas disparando hacia arriba, sujetándolas fuertemente y evitando que hubiera personas cercanas. Todo ello para evitar un accidente.

 

 

Pide a San Juanito

Hoy los suavos festejan con café turco la captura de Juan de Austrias, mientras que será una larga noche para los ejércitos de la Liga Santa.

Después de una larga jornada de lucha, la soldado Dulce María descansa junto a los demás elementos del Primer Batallón Cristiano, pero antes de dormir ruega a San Juanito el apoyo para recuperar con vida a su comandante en jefe y mañana.

Y también pide la venia para poder alzarse con la victoria en ésta, la Batalla de Lepanto.

 

José Córdova / Tropicozacatecas.com

Fotos: José Córdova

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