Axis Mundi – Apocalipsis zombi y edición genética


Como bien saben nuestros amables lectores, ya ha transcurrido un año desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID–19 como pandemia, y quizás la lección más importante de todo ello es que no estábamos preparados para enfrentarnos a un virus tan formidable.

Lo anterior hace que tengamos algunos pensamientos aterradores: ¿y si la amenaza no fuera el COVID–19, sino un patógeno editado genéticamente, diseñado para convertirnos en zombis, criaturas frenéticas con aspecto de espectros y poca conciencia de nuestro entorno? Con los recientes avances en la edición de genes, puede ser posible que los bioterroristas diseñen virus capaces de alterar nuestro comportamiento, propagar dicha enfermedad y, en última instancia, acabar con la mayor parte de la humanidad. Y, como lo demostró la actual pandemia, lo más probable es que aún no estemos lo suficientemente preparados para afrontar tal amenaza.

Un apocalipsis zombi puede parecer descabellado, algo propio de los comics, videojuegos, películas, series de TV y la cultura popular. Pero existen diversos ejemplos de «zombificación» en la naturaleza, donde tal vez el más conocido sea el virus de la rabia, que puede provocar agresividad y alucinaciones, al tiempo que casi siempre resulta mortal una vez que aparecen los síntomas.

Pero hay otros: una variedad de avispa recientemente descubierta, por ejemplo, puede convertir en «zombi» a una especie concreta de araña (Anelosimus eximius) poniendo huevos en su abdomen. La larva resultante se adhiere a la araña y se alimenta de ella, mientras que el arácnido, que antes era un individuo social, abandona la colonia y se prepara para morir solo. Otros ejemplos de zombificación en la naturaleza son la enfermedad del sueño africana, una afección neurológica mortal creada por parásitos transmitidos por insectos, y el hongo Ophiocordyceps unilateralis, que modifica el comportamiento de las hormigas carpinteras antes de matarlas y salir de sus cabezas.

Como ya hemos comentado en este espacio, el año pasado, el Premio Nobel de Química reconoció el desarrollo de un tipo de «tijeras genéticas» llamado CRISPR–Cas9, y el interés por esta tecnología está generando algunas preocupaciones, con dosis iguales de emoción y temor. Por su capacidad de editar el genoma humano con una precisión sin precedentes, sustituyendo una sola letra del ADN, la herramienta CRISPR ya ha demostrado su utilidad en el tratamiento de enfermedades genéticas como la anemia de células falciformes, la beta talasemia y muchas otras.

Pero, en teoría, la CRISPR–Cas9 también podría utilizarse para fines más oscuros, como el bioterrorismo, alterando patógenos para hacerlos más transmisibles o mortales, asimismo, podría convertir un agente no patógeno, como un microbio inocuo, en un virus agresivo. Incluso, como se ha planteado en la serie Designated Survivor (2016, disponible en Netflix) o en el más reciente filme de James Bond —Sin tiempo para morir (Cary Fukunaga, 2021) —, esta técnica podría incluso alterar un virus con el fin de que sea peligroso para un mayor número de especies de las que infecta actualmente, hacerlo resistente a los antibióticos y/o antivirales, o diseñarlo para que afecte a sectores de población con determinadas características genéticas.

Aunque la posibilidad de que la CRISPR pueda utilizarse para infectar a los humanos, de forma que se conviertan en zombis, sigue siendo una especulación teórica, por el momento, probablemente existen formas más «sencillas» de aterrorizar a la gente. Pero, a medida que las biotecnologías mejoran con el impulso generado por la carrera para encontrar vacunas contra el COVID, el riesgo de bioterrorismo aumenta.

Suponiendo que se pudiera crear una enfermedad similar a la de los zombis, tenemos claro que ésta no haría que las personas fallecidas volvieran a despertarse como dichos entes. Sin embargo, una infección que pasara a través de la saliva con una tasa de transmisión y mortalidad extremadamente alta, y que provocara agitación, comportamiento destructivo y muerte, no estaría muy lejos del horror que vemos en las películas de zombis. Un microbio de este tipo se propagaría rápidamente de humano a humano, de forma similar a como lo hacen los virus Ébola y Marburg. En la genial y épica película de zombis, 28 días después (Danny Boyle, 2002), el ficticio «virus de la ira» se inspiró, de hecho, en los citados patógenos de la vida real.

Ante este tipo de posibilidades, no es de extrañar que el ex–director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James Clapper, calificara, en 2018, la edición de genes como «armas de destrucción masiva y proliferación».

En este sentido, muchos países son conscientes de los riesgos: en el mencionado 2018, el gobierno estadounidense publicó su primera estrategia de biodefensa, en la que participan múltiples agencias gubernamentales. El plan cubre no solo las amenazas deliberadas de bioterrorismo, sino también «los brotes que se producen de forma natural y las enfermedades infecciosas que se escapan accidentalmente de un laboratorio». Y, curiosamente, la unidad del Mando Estratégico del Departamento de Defensa de EUA ha publicado un programa de formación llamado CONOP 8888 (Counter–Zombie Dominance, «Dominancia contra zombis»), que simula un escenario de apocalipsis zombi, el cual fue diseñado para ser completamente ficticio, proporcionando entrenamiento militar y de defensa sin necesidad de involucrar información real y clasificada.

En virtud de todo lo mencionado, ¿tenemos alguna posibilidad contra estos patógenos editados genéticamente? Hasta ahora sólo existen convenios de derecho internacional sobre toxinas biológicas y químicas, los cuales prohíben estrictamente que los Estados adquieran o conserven armas biológicas. Pero es cuestionable que tales acuerdos sean adecuados frente a los nuevos enfoques, ya que las tecnologías de edición de genes, como CRISPR, son cada vez más baratas y fáciles de utilizar, lo que incrementa el riesgo de que científicos u organizaciones con objetivos cuestionables puedan utilizarlas para el bioterrorismo.

Lo ideal sería revisar las disposiciones específicas de estos instrumentos internacionales y adaptarlos a nuestro cambiante entorno, lo cual puede incluir la imposición de una moratoria sobre los experimentos con la edición de genes como herramientas de armas biológicas, o permitir tal experimentación estrictamente en beneficio de la salud humana.

En junio del presente año, un comité de expertos de la OMS publicó un informe en el que se hacían recomendaciones sobre cómo regular la edición del genoma humano a nivel institucional, nacional y mundial. Su marco incorpora estructuras de gobernanza que ya existen en distintos países, como autoridades reguladoras o directrices nacionales sobre la edición del genoma o tecnologías similares; por ejemplo, recomienda que los comités de ética revisen los ensayos clínicos y las aprobaciones en dicho ámbito.

Aunque las citadas recomendaciones aportan cierta claridad, es preocupante que se trate de simples directrices que no tienen fuerza de ley. Lamentablemente, la OMS no está en condiciones de regular la edición del genoma en cada país, por lo tanto, corresponde a cada Estado aplicar estas recomendaciones como parte de su propia legislación nacional. Otro problema es que dichas directrices no abordan cuestiones de seguridad y eficacia, ya que esto no formaba parte del alcance de la revisión, pero es algo que podría cambiar en el futuro.

Por ahora, tales recomendaciones son lo más parecido a un marco global de regulación y, a medida que la tecnología de editado genético siga desarrollándose, es de esperar que también evolucionen en consecuencia. Sin embargo, en última instancia, puede que tengamos que pensar en cómo hacer que estos marcos sean legalmente vinculantes.

Si todo lo demás falla, lo más recomendable es empecemos a trabajar en nuestras habilidades cardiovasculares y de supervivencia, hacerle caso a esos «preppers» que hasta ahora nos parecen tan extraños, así como tomar en cuenta las recomendaciones con las que arranca el excelente y divertido filme Zombieland (Ruben Fleischer, 2009).

Notas de referencia:

i. https://www.lavanguardia.com/natural/si-existe/20181129/453231768451/aranas-zombis-avispas-contagio-larvas-amazonia-ecuador-descubrimiento.html

ii.  https://www.nationalgeographic.es/animales/2018/11/los-zombis-existen-y-en-la-naturaleza-estan-por-todas-partes

iii. https://www.lavanguardia.com/natural/si-existe/20181129/453231768451/aranas-zombis-avispas-contagio-larvas-amazonia-ecuador-descubrimiento.html

iv. https://www.bbc.com/mundo/vert-earth-39334023

v. https://tropicozacatecas.com/2021/06/20/axis-mundi-el-super-soldado-mas-alla-del-cine-y-los-comics/

vi. https://www.fundacionalpe.org/es/noticias/96-el-futuro-de-las-enfermedades-gen%C3%A9ticas-el-m%C3%A9todo-crispr-cas9-de-edici%C3%B3n-del-genoma#:~:text=m%C3%A9todo%20CRISPR%2DCas9-,El%20futuro%20de%20las%20enfermedades%20gen%C3%A9ticas%3A%20el%20m%C3%A9todo%20CRISPR%2DCas9,edici%C3%B3n%20disponible%20en%20la%20actualidad

vii. https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/ebola-virus/symptoms-causes/syc-20356258#:~:text=El%20virus%20del%20%C3%89bola%20y,presentado%20brotes%20espor%C3%A1dicos%20durante%20d%C3%A9cadas

viii. https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2019/DIEEEO70_2019ISRFAR_genomica.pdf

ix. https://www.phe.gov/Preparedness/biodefense-strategy/Pages/default.aspx

x. https://www.stratcom.mil/Portals/8/Documents/FOIA/CONPLAN_8888-11.pdf?ver=2016-10-17-114016-887

xi. https://www.un.org/disarmament/es/biblioteca-de-documentos-de-la-oadnu/

xii. https://www.who.int/es/news/item/12-07-2021-who-issues-new-recommendations-on-human-genome-editing-for-the-advancement-of-public-health

xiii. https://www.bbc.com/mundo/noticias-55267563

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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