Cuando el Cordero abrió el tercer sello, oí al tercero de los
Seres Vivientes que decía: «Ven». Y vi aparecer un caballo
negro. Su jinete tenía una balanza en la mano; y oí una voz
en medio de los cuatro Seres Vivientes, que decía: «Se vende
una ración de trigo por un denario y tres raciones de cebada
por un denario. Y no eches a perder el aceite y el vino».
Apocalipsis de San Juan, 6: 5–6
Como bien saben los amables lectores, a medida que los precios de todo suben a nivel mundial —debido a la escasez, la inflación y el crimen organizado, en el caso de México—,[i] la perspectiva del sufrimiento humano que esto causará se torna más que preocupante: es probable que número de personas que padecen hambre aguda en el mundo —actualmente 276 millones—pronto alcance los 323 millones.[ii]
Ante tan catastrófico escenario, existe un consenso global en que deben levantarse las barreras comerciales, no prohibir las exportaciones y asegurarse de que los embargos no afecten a los suministros vitales de alimentos. Hay un temor de que cualquier barrera a los flujos globales alimentarios simplemente hará que los precios suban aún más. Este interés por mantener los precios bajos es comprensible, pero también resulta preocupante, porque los mecanismos económicos que han hecho bajar los costos en las últimas décadas han debilitado gravemente el sistema alimentario mundial.
Por ejemplo, en una reciente visita a Kenia, la profesora de Política Alimentaria de la Universidad de Londres, Corinna Hawkes, se dio cuenta de que la tilapia que estaba comiendo a orillas del lago Victoria, una de las mayores reservas pesqueras interiores del mundo, muy posiblemente procedía de China. Pero, bajo el paradigma de la «comida barata», esto tiene sentido: China ha hecho un trabajo fenomenal en el crecimiento de su industria acuícola (ahora controla alrededor del 60% del mercado mundial), al tiempo que ha invertido en infraestructura de transporte en África.[iii]
De este modo, una producción y distribución extremadamente eficientes han reducido los costos, permitiendo a los vendedores locales de Kenia ganarse la vida vendiendo tilapia importada a precios que sus clientes pueden pagar. Bien sabemos que la globalización de los alimentos ha permitido este tipo de dinámica, pero cuando el comercio globalizado se interrumpe, todo el sistema se viene abajo.
Por ejemplo, hasta hace poco, Ucrania suministraba el 36% del aceite de girasol del mundo, sin embargo, la invasión rusa ha reducido de forma masiva el comercio desde dicho país, encareciendo considerablemente este ingrediente básico para los millones de hogares y empresas de todo el mundo que lo utilizan.[iv]
Además, muchos países, entre ellos México, dependen de Ucrania y Rusia para más de la mitad de su trigo, por ende, la escasez de suministros creada por la guerra, junto con los precios catastróficamente altos de los fertilizantes, amenazan con aumentar el hambre en varios continentes.[v]
Esta es la otra cara de la moneda de los esfuerzos mundiales por mantener bajos los precios de los alimentos: por un lado, el aumento de la productividad y la competitividad han permitido una producción alimentaria más barata, así como distribuir los suministros a las personas que los necesitan; pero el incesante impulso para incrementar la eficiencia y ganar ventaja competitiva ha creado riesgos para la sustentabilidad del sistema alimentario.
De esta forma, un número más reducido de países y empresas domina el mercado alimentario global,[vi] restando diversidad a las fuentes de alimentos y a las cadenas de suministro, lo que resulta necesario para crear solidez y certidumbre. Tal y como afirma un informe de la ONU sobre la inseguridad alimentaria, la diversidad es importante porque «crea múltiples vías para absorber las perturbaciones».[vii] Por tanto, no es de extrañar que muchas naciones estén reevaluando su dependencia de los alimentos importados para sustentar a su población.
Por otra parte, el enfoque único en subsidiar los precios de los alimentos para mantenerlos bajos, sobre todo en los países desarrollados, también deja de lado otras cuestiones, como la del medio ambiente y el apoyo a los medios de vida sostenibles. Al respecto, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha señalado:
«Los sistemas alimentarios tienen el poder de hacer realidad nuestra visión compartida
de un mundo mejor [al] alimentar a poblaciones crecientes de manera que contribuyan
a la nutrición, la salud y el bienestar de las personas, restauren y protejan la naturaleza,
sean neutros desde el punto de vista climático, se adapten a las circunstancias locales y
proporcionen empleos decentes y economías inclusivas».[viii]
Pero el actual sistema de producción global de alimentos conlleva grandes costos en diversos ámbitos: para la salud de las personas, sus medios de vida y para todo el planeta. Tales «costos ocultos» se han estimado en casi 20 billones de dólares al año. En pocas palabras, los precios que pagamos por los alimentos no reflejan el verdadero costo de su producción, como bien lo saben los agricultores y ganaderos mexicanos. Por lo tanto, este sistema resulta insostenible.
Es indudable que debe permitirse que los alimentos crucen las fronteras en cantidades suficientes para evitar el hambre, pero tampoco hay duda de que las generaciones futuras deberán contar con un sistema alimentario mundial más sostenible, que incorpore precios, dietas, medio ambiente, modos de vida y adaptabilidad.
En la lucha contra el hambre no sólo hay que pensar a corto plazo, sino en garantizar a largo plazo que los sistemas alimentarios se rediseñen para que sean más fuertes y sostenibles, lo cual implicaría cambios sustanciales, aunque ya hay señales de cambios en el funcionamiento de la economía mundial: un destacado inversor comentaba recientemente que la invasión rusa de Ucrania ha «puesto fin a la globalización tal y como la conocemos», prediciendo un proceso de «desglobalización» y que las empresas recalibren sus cadenas de suministro globales.[ix]
Lo anterior supone una oportunidad para utilizar las investigaciones más recientes con el fin de determinar qué modelos económicos son necesarios para transformar los sistemas alimentarios del planeta, mismos que deberían implicar una contabilidad de «costos reales», que refleje adecuadamente los distintos costos y beneficios de producir, transportar y vender lo que comemos.[x]
Asimismo, es posible dar pasos significativos hacia un sistema alimentario que incorpore la economía circular (con más énfasis en compartir, reutilizar y reciclar) junto con el modelo de «bioeconomía», con su enfoque en la conservación de los recursos biológicos.[xi]
Los políticos, las empresas y los consumidores deben aceptar que los precios subsidiados por los grandes productores alimentarios forman parte de un problema mayor (como lo demostró, desde el 2008, el genial documental Comida S.A., de Robert Kenner),[xii] centrarse únicamente en ello y en un impulso incesante de productividad/beneficios no es la forma de mantener al mundo bien alimentado.
Las cosas tienen que cambiar, y el hecho de que ahora sea el momento más difícil para afrontar este problema es, precisamente, la razón por la que debemos hacerlo.
REFERENCIAS
[i] https://es.insightcrime.org/noticias/grupos-criminales-escasez-alimentos-ciudades-mexico/
[ii] https://docs.wfp.org/api/documents/WFP-0000138289/download/
[iii] https://revistaidees.cat/es/el-impacto-de-china-en-la-economia-politica-de-africa-en-el-siglo-xxi/
[iv] https://www.telemundo.com/noticias/noticias-telemundo/conflicto-rusia-ucrania/el-precio-del-aceite-de-girasol-se-dispara-en-todo-el-mundo-por-la-inv-rcna28240
[v] https://www.elfinanciero.com.mx/mundo/2022/06/19/como-la-guerra-en-ucrania-desato-una-crisis-alimentaria-en-el-mundo/
[vi] https://www.bbc.com/mundo/noticias-37699062
[vii] https://www.fao.org/documents/card/es/c/CB4476ES
[viii] https://www.un.org/en/food-systems-summit/news/making-food-systems-work-people-planet-and-prosperity
[ix] https://elpais.com/economia/2022-03-24/larry-fink-blackrock-la-invasion-rusa-de-ucrania-pone-fin-a-la-globalizacion-de-las-tres-ultimas-decadas.html
[x] https://r4d.org/wp-content/uploads/R4D-CITY-Evidence-Review.pdf
[xi] https://www.fao.org/science-technology-and-innovation/resources/stories/leapfrogging-to-sustainability-of-agrifood-systems-by-investing-in-bioeconomy-innovations/en
[xii] https://vimeo.com/37868254
Carlos Hinojosa*
*Escritor y docente zacatecano
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