Edgar Allan Poe: un ícono siempre vigente – Axis Mundi


El pasado 19 de enero se cumplieron 214 años del nacimiento del genial y «oscuro» escritor Edgar Allan Poe, a quien nuestros amables lectores podrán recordar por sus relatos de terror llevados al cine, como «La caída de la Casa de Usher»,[i] «El gato negro»[ii] o «El Pozo y el péndulo»,[iii] así como miles de referencias en libros, comics y series de TV, todo lo cual lo ha convertido en una de las figuras literarias más reconocibles y populares del mundo.

Su rostro ya es un ícono que, con sus ojos hundidos, su enorme frente y desaliñado pelo negro, incluso aparece como un meme, ya sea con gafas de aviador como «Edgar Allan Bro», o haciendo un juego de palabras en la letra de «Bohemian Rhapsody», el tema de culto de Queen, donde murmura: «Sólo soy un chico Poe, nadie me quiere», mientras un cuervo en su hombro añade «Sólo es un chico Poe de una familia Poe».[iv]

En años recientes, resulta notable como Netflix ha sabido sacar provecho de la popularidad del escritor, como en la genial serie ciberpunk[v] «Altered Carbon» —en la que el autor aparece como un holograma de inteligencia artificial—,[vi] y sobre todo con el thriller de misterio «Los crímenes de la academia», el cual presenta a Poe como un cadete de la «prestigiosa» West Point,[vii] donde pasó menos de un año antes de ser juzgado por un consejo de guerra, asimismo, el servicio de streaming tiene una miniserie inspirada en el citado relato «La caída de la casa de Usher», que se estrenará este 2023.

Aunque no debemos olvidar que, al fin y al cabo, las creaciones literarias más famosas de Poe suelen ser villanos detestables: psicópatas que perpetran asesinatos aparentemente sin motivo en «El gato negro» y «El corazón delator», protagonistas que maltratan a las mujeres en «La de la casa de Usher», así como personajes que ejecutan una venganza cruel y fatal contra víctimas involuntarias en «El barril de amontillado».

Los personajes degenerados, cuyas perspectivas Poe invita a los lectores a visitar, no se alinean exactamente con un momento cultural como el presente, caracterizado por el movimiento #MeToo, los espacios seguros y los «botones de pánico».

Sin embargo, debemos destacar que, al mismo tiempo, la concepción del Poe escritor parece aprovechar un afecto cultural por los outsiders, los inconformistas, los «raros» y los desvalidos que acaban demostrando su mérito.

Podemos mencionar que la idea del «desamparado» Poe comenzó con su muerte en 1849, la cual fue señalada con una cruel noticia en el New York Tribune: «Este anuncio sobresaltará a muchos, pero pocos se sentirán afligidos por él».[viii] El autor de tal obituario, que resultó ser Rufus W. Griswold, amigo de Poe durante algún tiempo y rival constante, afirmó que el difunto tenía «pocos o ningún amigo» y procedió a una difamación general basada en exageraciones y medias verdades.[ix]

Como la realidad supera la ficción, resulta que Griswold era también el albacea literario de Poe, por lo cual amplió su nota fúnebre hasta convertirla en un ensayo biográfico que acompañaba a las obras recopiladas de Poe, algo que, como truco de marketing, funcionó. Empero, los «inexistentes» amigos de Poe salieron en su defensa, y los periodistas pasaron décadas debatiendo quién era realmente Edgar Allan Poe.

Un dato real es que, durante la vida de Poe, la mayoría de sus lectores conocieron su obra a través de revistas, cuyos editores rara vez estaba pagaban bien las colaboraciones. Pero la edición de Griswold se imprimió 19 veces en los 15 años posteriores a la muerte de Poe, con el agregado de que sus relatos y poemas se han reimpreso y traducido sin cesar desde entonces.

De hecho, como lo podemos comprobar actualmente incluso con estudiantes de literatura, el retrato difamatorio de Griswold, junto con el tema sombrío de los cuentos y poemas de Poe, sigue influyendo en la percepción que los lectores tienen de él, pero, asimismo, ha producido una reacción incesante: la contraimagen de Poe como un héroe trágico, un artista torturado e incomprendido que era demasiado bueno —o, en todo caso, demasiado genial— para su época.

Por ejemplo, mientras traducía las obras de Poe al francés en las décadas de 1850 y 1860, el poeta francés Charles Baudelaire promovió a su héroe como una especie de visionario contracultural, fuera de tono con una América moralina y materialista. El Poe de Baudelaire valoraba la belleza por encima de la verdad en su poesía y, en su ficción, veía a través de la «piadosa» superación personal que era popular en esa época —justo como ahora—, para revelar «la maldad natural del hombre».[x]

De esta forma, Poe tocó la fibra sensible de los escritores europeos y, a medida que su estatura internacional crecía a finales del siglo XIX, los críticos literarios de Estados Unidos se revolcaban como lombrices en sal por su falta de aprecio «en casa».

Así, a principios del siglo XX, el escenario estaba preparado para que Poe fuera acogido como «el eterno desamparado», y nuestro autor apareció a menudo en escena en dicha época, protagonizando varios melodramas biográficos que lo describían como una figura trágica cuya falta de éxito tenía más que ver con un entorno cultural y editorial hostil que con sus propios defectos.

La citada imagen apareció en la gran pantalla ya en 1909, en el cortometraje de D.W. Griffith «Edgar Allen Poe»:[xi] con su esposa Virginia languideciendo enferma en una cama, el poeta se aventura a vender su obra maestra, «El cuervo»; tras ser rechazado y despreciado, consigue negociar su manuscrito, por lo que regresa a casa con provisiones para su cónyuge, sólo para descubrir que ella ha muerto.

Otros filmes posteriores también describen a Poe como un incomprendido o un menospreciado en vida: una película biográfica tremendamente inexacta, «Los amores de Edgar Allan Poe», estrenada en 1942, termina con una voz en off que comenta «poco sabía [el público] que el manuscrito de ‘El cuervo’, que intentó vender en vano por 25 dólares, alcanzaría años más tarde el precio de 17,000 dólares de parte de un coleccionista».[xii]

En la vida real, aunque uno de los primeros borradores de «El cuervo» fue rechazado por un editor, Poe no tuvo problemas para vender su poema, el cual causó sensación de inmediato. Pero en este filme, «El cuervo» se convierte en un sustituto del propio Poe, un ente oscuro y misterioso que, según la leyenda, la gente de su época no supo apreciar.

Por su parte, en la película de 1951, «El hombre de la capa», Poe es un sombrío escritor y detective aficionado; el filme que termina con un tabernero quien deja que la lluvia borre la tinta de un pagaré que Poe le dio, mientras en el reverso del papel hay un manuscrito del poema «Annabel Lee», al tiempo que el cantinero declara: «Ese nombre nunca valdrá nada. Ni en cien años».[xiii] Por supuesto, el público que veía esta película casi exactamente un siglo después de la muerte de Poe sabía que no era así.

Lo anterior nos lleva al filme «Los crímenes de la academia», en el que Harry Melling interpreta al cadete Poe, un marginado con un agudo intelecto para solucionar crímenes. En un cambio refrescante a la referida fórmula narrativa, este joven Poe no es un artista torturado ni una figura atormentada y melancólica, sin embargo, sus compañeros se burlan de él y sus superiores le infravaloran; una vez más, es un desvalido al que el espectador quiere apoyar.

En dicho sentido, el Poe de «Los crímenes de la academia» encaja bien con su imagen contemporánea, que también impregna los primeros episodios de la genial y sorprendente «Merlina», la serie derivada de la Familia Addams de Netflix, ambientada en la Academia Nevermore (el estribillo del poema «El cuervo») y repleta de referencias al autor: la directora del citado plantel —una escuela para marginados similar a Hogwarts— se refiere a Edgar Allan Poe como «nuestro alumno más famoso», lo cual explica por qué la regata anual de la escuela es la Copa Poe y por qué hay una estatua del escritor custodiando un pasadizo secreto.

La deliciosamente antisocial protagonista, Merlina, interpretada por Jenna Ortega, es una marginada entre marginados, el símil de Poe en un colegio cuyo nombre evoca al autor. En cierta escena, una simpática profesora la insta a no perder «la capacidad de no dejar que los demás te definan. Es un don». Y añade: «Las plantas más interesantes crecen a la sombra».

Cuando John Lennon cantaba «Amigo, deberías haberlos visto pateando a Edgar Allan Poe», en «I Am the Walrus», no tenía que decir quién le daba patadas ni por qué: Poe se merecía algo mejor, aunque es cierto que las plantas más interesantes crecen a la sombra, sin amor ni cariño.

Y ésa es exactamente la razón por la que tanta gente —aspirantes a escritores y artistas, darketos, emos y muchas tribus urbanas, pero también todo el mundo cuando nos sentimos solos e incomprendidos— vemos algo de nosotros mismos en la imagen abatida pero plena de sabiduría de Edgar Allan Poe.

[i] https://www.youtube.com/watch?v=GeFG0_DHdHE

[ii] https://www.youtube.com/watch?v=SV4Jt90tjKo

[iii] https://www.youtube.com/watch?v=IHx63W9UCDM

[iv] https://www.reddit.com/r/funny/comments/wu6pe/hes_just_a_poe_boy/

[v] https://tropicozacatecas.com/2018/09/30/axis-mundi-la-victoria-del-ciberpunk/

[vi] https://es.wikipedia.org/wiki/Altered_Carbon

[vii] https://thetravelvoiceblog.com/mi-visita-a-la-academia-militar-west-point/

[viii] https://www.eapoe.org/papers/misc1827/nyt49100.htm

[ix] https://www.bpl.org/blogs/post/poe-and-his-publisher/

[x] http://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Charles%20Baudelaire%20-%20Edgar%20Allan%20Poe%20su%20vida-pdf.pdf

[xi] https://www.youtube.com/watch?v=r00p1BG3inA

[xii] https://www.youtube.com/watch?v=_PNKPir8WL8

[xiii] https://www.filmaffinity.com/es/film617251.html

 

*Carlos Hinojosa

*Escritor y docente zacatecano

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