La escala de este experimento es enorme. Un día estos resultados podrían ser cruciales para salvar nuestro planeta. Si un asteroide representa una amenaza real para la Tierra, estaremos listos.
Brian May, doctor en Astrofísica y ex–guitarrista de Queen
La caída de un meteorito en el municipio de Uruapan, Michoacán, el pasado 27 de mayo,[i] nos brinda la oportunidad de referirnos a uno de los riesgos más grandes que enfrenta nuestro planeta, sobre todo en esta época del año: el impacto con un cuerpo celeste que podría ocasionar una catástrofe de gigantescas dimensiones, como ya ha ocurrido en el pasado. De hecho, en la semana que concluye, se han realizado varios esfuerzos para crear un sistema de alerta temprana para detectar meteoritos capaces de destruir ciudades enteras, mientras la Tierra pasa a través de un vasto sendero de remanentes cósmicos.
Por ahora, los astrónomos están enfocando su atención en la constelación del Altar (o Ara) en un fragmento de cielo que se encuentra en el hemisferio sur. Se calcula que, en esta parte de la bóveda celeste, probablemente, se logrará una mejor percepción del llamado Complejo de las Táuridas, un rastro de material dejado por el cometa gigante 2P/Encke, el cual se desintegró después de entrar en el sistema solar hace miles de años.
Los investigadores están buscando señales de meteoritos similares al objeto de aproximadamente 100 metros de diámetro que, con toda probabilidad, se precipitó en la atmósfera terrestre en junio de 1908 y explotó sobre Siberia con la violencia de 1,000 bombas atómicas del tipo de la lanzada sobre Hiroshima. Conocido como el Evento Tunguska, la fuerza del impacto arrasó miles de kilómetros cuadrados de bosque cerca del río Tunguska, en Siberia. Como es de suponerse, si tal evento ocurriera sobre un área urbana, la onda expansiva resultante sería devastadora, como muestran todas las simulaciones que se han hecho al respecto.[ii]
De hecho, cuando un meteorito mucho más pequeño que el de Tunguska explotó a gran altura sobre el centro de Rusia, en febrero de 2013, la explosión fue equivalente a la detonación de 500,000 toneladas de TNT. A pesar de tener sólo 20 metros de diámetro, el meteoro sacudió edificios, destrozó ventanas y causó más de 1,600 heridos con lesiones que van desde cortes por fragmentos de cristales, sordera temporal y quemaduras en la piel por la intensa luminosidad de la explosión.[iii]
Es por ello que los astrónomos esperan que las observaciones iniciadas la semana pasada, en el Complejo de las Táuridas, brinden más información sobre la probabilidad de este tipo de eventos. Asimismo, se está considerando probar una red de telescopios diseñados para detectar meteoritos pequeños, pero potencialmente peligrosos, de modo que puedan identificarse lo más pronto posible para emitir alertas a las zonas que, probablemente, se vean afectadas.
Financiado por la NASA, el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (Asteroid Terrestrial–impact Last Alert System, ATLAS) consiste, actualmente, en dos telescopios ubicados las islas hawaianas del centro del Pacífico, a los cuales, durante los próximos años, se añadirán otros instrumentos. A diferencia de los telescopios estándar, los sistemas de ATLAS exploran el cielo completo cada 48 horas, al tiempo que utilizan computadoras para detectar objetos apenas perceptibles y de rápido movimiento que se dirigen a la Tierra. Lo anterior les permite localizar meteoros tan pequeños como el que explotó sobre Rusia en 2013 y calcular su trayectoria, dando hasta una semana de anticipación para señalar dónde podrían impactarse.
La red ATLAS tuvo su primer éxito el mes pasado, cuando observó un meteorito entrante de sólo 4 metros de ancho, mientras aún estaba a 500,000 km de la Tierra, una distancia más lejana que la Luna. Con el nombre clave de 2019MO, dicho objeto explotó sobre el Caribe, cerca de la isla de Puerto Rico, el 22 de junio, con la violencia de 4,000 toneladas de TNT. Se cree que sus restos se sumergieron en el mar, aunque los satélites meteorológicos que vigilan la zona fueron testigos de una explosión en lo alto de la atmósfera.
A pesar de que coincidió con el paso de la Tierra a través del Complejo de las Táuridas, se piensa que el 2019MO no formaba parte de ese enjambre de meteoritos. En cambio, los astrónomos creen que se originó en el Cinturón de Asteroides, la vasta zona de rocas y planetas menores que se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter, de la que aún se especula su origen.[iv] Sin embargo, este evento ha proporcionado un punto a favor para el sistema de alerta de impacto, el cual ahora se está extendiendo por todo el mundo.
En este sentido, se piensa que, el próximo año, los astrónomos comenzarán a usar un enorme telescopio capaz de observar objetos del tamaño del de Tunguska meses o incluso años antes de que se impacten con la Tierra. Ubicado en la Cordillera de los Andes del centro de Chile, el Gran Telescopio de Medición Sinóptico (Large Synoptic Survey Telescope, LSST) cuenta con un espejo de 8.4 metros de diámetro que fotografiará el cielo entero cada par de noches. Al comparar las imágenes tomadas durante noches sucesivas, las computadoras podrán catalogar más del 90% de los objetos capaces de representar una amenaza importante para la Tierra en el próximo decenio, aproximadamente.
Pero localizar asteroides peligrosos es sólo el comienzo. La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) están trabajando en la primera misión de la historia para proteger la Tierra de un desastre cósmico. Llamada Operación de Evaluación de Impacto y Desviación de Asteroides (Asteroid Impact and Deflection Assessment, AIDA), consistirá en lanzar una sonda de 500 kg a un asteroide pequeño, para ver si es posible alejar objetos peligrosos de nuestro planeta.
De acuerdo con los planes actuales, en junio de 2021, la NASA enviará una sonda hacia Didymos, un asteroide del tamaño de una montaña que tiene un compañero de 160 metros de ancho en órbita a su alrededor. Al impactar a unos 24,000 km/h, la nave dejará intacto al compañero más pequeño, pero alterará ligeramente su órbita. Una segunda sonda, construida por la ESA, viajará entonces hacia Didymos y enviará módulos de aterrizaje a la superficie de su compañero, para examinar los efectos del impacto. Los datos que se recaben darán, a los astrónomos, una idea de la efectividad de los asteroides «empujadores» como un método para evitar impactos con la Tierra.
En un vídeo de la ESA en el que se explica esta misión, el astrofísico y famoso ex–guitarrista del popular grupo Queen, el doctor Brian May, admite que la Operación AIDA «será muy, muy difícil», pero que ayudará a los humanos a evitar el destino de los dinosaurios, que fueron conducidos a la extinción por el impacto de un asteroide gigante en Chicxulub, Yucatán, hace 66 millones de años.[v] «¿Podremos evitar que un asteroide golpee al planeta Tierra? Los dinosaurios no pudieron, pero nosotros, los humanos, tenemos el beneficio del conocimiento y la ciencia de nuestro lado», señala el doctor May.[vi]
Notas de referencia
[i] https://www.razon.com.mx/mexico/cae-meteoro-meteorito-uruapan-michoacan-explosion-gerardo-delgado-proteccion-civil-jalisco-guerrero-nasa/
[ii] https://www.bbc.com/mundo/noticias-48181464
[iii] https://www.excelsior.com.mx/global/2013/02/16/884421
[iv] https://advances.sciencemag.org/content/3/9/e1701138
[v] https://tropicozacatecas.com/2018/11/04/axis-mundi-bienvenidos-a-la-era-de-la-extincion/
[vi] https://www.space.com/brian-may-video-asteroid-mission-hera.html