Axis Mundi – Antropoceno: la distopía de un «planeta artificial»


Como bien saben nuestros amables lectores, el término «Antropoceno» se emplea hoy en centenares de libros y artículos científicos, se cita miles de veces y se emplea cada vez más en los medios de comunicación. Creado en un principio por el biólogo estadounidense Eugene F. Stoermer, este vocablo lo popularizó, a principios de la primera década del 2000, el holandés Paul Crutzen, premio Nobel de Química, para designar la época en la que las actividades del ser humano empezaron a provocar cambios biológicos y geofísicos a escala planetaria.[i]

Ambos científicos comprobaron que tales mutaciones habían alterado el relativo equilibrio en que se mantenía el sistema terrestre desde los comienzos de la era del Holoceno, esto es, a partir de 11,700 años atrás. Stoermer y Crutzen propusieron que el punto de arranque de la nueva época fuera el año 1784, cuando el perfeccionamiento de la máquina de vapor, por el británico James Watt, abrió paso a la Revolución Industrial y la utilización de energías fósiles.[ii]

En este sentido, las deficiencias en nuestro organismo de Homo Sapiens siempre nos llevan a reflexionar en nuestros lejanos antepasados, por ejemplo, los de la Última Glaciación. Al carecer de la velocidad y la fuerza para cazar grandes presas, así como de dientes afilados y garras para despedazar la carne, improvisamos lanzas, cuchillos de pedernal, raspadores; al no poseer una piel gruesa, tomamos la piel de otros animales. Después, a medida que el hielo retrocedía, ideamos más medios de supervivencia y comodidad: viviendas de piedra, arados, vehículos con ruedas, todos estos inventos permitieron que pequeños oasis de civilización florecieran rodeados de una naturaleza salvaje que parecía interminable.

La idea de un mundo natural que empequeñecía a la humanidad y a sus creaciones persistió durante mucho tiempo, incluso hasta la época moderna, sólo para toparse, en fechas recientes, con la preocupación de que el clima estaba cambiando, y las especies comenzaban a extinguirse por nuestras acciones. Mucha gente aún parece preguntarse «¿cómo puede ser posible, nosotros tan pequeños y la naturaleza tan grande?»

Ahora, un nuevo estudio en la prestigiada publicación Nature,[iii] realizado por un equipo de científicos del Instituto Weizmann en Israel, cambia esa perspectiva. Las construcciones humanas han alcanzado en nuestros días —de hecho, de forma espeluznante, en este año— la misma cantidad de masa que la de todos los organismos vivos en la Tierra: la huella de la actividad humana está creciendo rápidamente, mientras que la naturaleza sigue reduciéndose, con lo cual, el escenario distópico de ciencia–ficción, de un planeta cubierto con una corteza artificial, ya está aquí.

Lograr este tipo de cálculo parece tan sólo una comparación simple y, sin embargo, es diabólicamente difícil lograrlo en la práctica, pero el equipo que lo desarrolló tiene experiencia en el manejo de tales desafíos imposibles. Hace un par de años elaboraron la primera parte de la ecuación, esto es, la masa de toda la vida en la Tierra,[iv] incluyendo la de los peces en el mar, los microbios en el suelo, los árboles en la tierra, las aves en el aire y mucho más.

La biosfera de la Tierra ahora pesa un poco menos de 1.2 billones de toneladas (de masa seca, sin contar el agua), y los árboles constituyen la mayor parte de ella, aunque debe tomarse en cuenta que su cantidad era algo así como el doble antes de que los humanos empezaran a talar bosques, al tiempo que —como todos lamentablemente sabemos— continúa disminuyendo a un ritmo infernal.

Después del cálculo anterior, el equipo profundizó en las estadísticas de la producción industrial y los flujos masivos de todo tipo, con lo cual reconstruyó el crecimiento, desde principios del siglo XX, de lo que se llama «masa antropogénica», es decir, todo lo que construimos: casas, coches, carreteras, aviones y un sinfín de otras cosas.

El patrón que encontraron los investigadores fue sorprendentemente distintivo: el material que hemos construido, como especie, ascendió a unos 35,000 millones de toneladas en el año 1900, mismo que llegó a ser aproximadamente el doble a mediados del siglo XX, cuando llegó ese estallido de prosperidad, después de la segunda guerra mundial, llamado la Gran Aceleración,[v] por el que nuestro material se multiplicó varias veces, alcanzando un poco más de medio billón de toneladas a finales de siglo.

Por si no hubiera sido suficiente, la citada cantidad se duplicó en los últimos 20 años, para ser equivalente, este fatídico 2020, a la masa de todos los seres vivos; por ende, en los próximos años, el ámbito biológico será superado con creces, triplicándose la materia artificial para 2040, según señalan los investigadores, si las tendencias actuales se mantienen.

¿Qué significa todo lo anterior?, que lo fabricado por el ser humano es ahora de una extraordinaria y explosiva diversidad: el número de «tecnoespecies» ya supera con creces los 9 millones de especies biológicas estimadas en la Tierra,[vi] y contarlas supera incluso los formidables poderes de cálculo del citado equipo de investigadores.

Sin embargo, el material creado por el ser humano puede ser dividido en sus componentes, de los cuales, el concreto y sus agregados forman una parte gigantesca, alrededor de un 80 por ciento; luego vienen los ladrillos, el asfalto y los metales. Contrario a lo que podríamos pensar —y que ha tenido mucha cobertura en los medios[vii]— a esta escala, los plásticos son un ingrediente menor, empero, su masa es aún mayor, esta década, que la de todos los animales de la Tierra.

Como podemos ver, se trata de un estudio revelador y minucioso sobre lo que las mediciones incluyen y excluyen: no contemplan, por ejemplo, la roca y la tierra excavadas, así como removidas para colocarlas en los cimientos de nuestras construcciones, ni toda la piedra de desecho generada por la extracción de sus componentes —como ha ocurrido por siglos de actividad minera en Zacatecas—, en la actualidad, casi un tercio de un billón de toneladas de este material se desplaza cada año.[viii]

Por otra parte, si añadimos el material de la Tierra que usamos y abusamos de otras maneras, por ejemplo, al arar las tierras de cultivo y/o dejar que los sedimentos se acumulen detrás de las cortinas de las presas, los humanos hemos usado y desechado, acumulativamente, unos 30 billones de toneladas de los diversos recursos terrestres.

Sea cual sea la forma de interpretar este cúmulo de datos, la conclusión del equipo israelí coincide con la de otros investigadores:[ix] desde mediados del siglo XX, la Tierra se ha situado en una nueva trayectoria impulsada por el ser humano, una que, como señalamos al principio, está dejando atrás las condiciones estables de la época del Holoceno, para ingresar en el incierto —y rápidamente cambiante— nuevo mundo del Antropoceno. El peso de la evidencia, aquí, parece indiscutible.[x]

 

[i] https://tropicozacatecas.com/2018/11/04/axis-mundi-bienvenidos-a-la-era-de-la-extincion/

[ii] https://es.unesco.org/courier/2018-2/antropoceno-problematica-vital-debate-cientifico

[iii] https://www.nature.com/articles/s41586-020-3010-5

[iv] https://www.pnas.org/content/115/25/6506

[v] https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/2053019614564785

[vi] https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.1001127

[vii] https://expansion.mx/vida-arte/2019/07/03/10-cifras-de-la-onu-para-mostrar-el-dano-que-los-plasticos-le-hacen-al-planeta

[viii] https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/2053019618800234

[ix] https://www.nature.com/articles/s43247-020-00029-y

[x] https://www.theguardian.com/environment/2020/dec/09/human-made-materials-now-outweigh-earths-entire-biomass-study

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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