Axis Mundi – La fe en tiempos del COVID–19


Como bien saben nuestros amables lectores, en tiempos de crisis, los seres humanos solemos recurrir a la fe para encontrar paz y esperanza. Sin embargo, la pandemia de COVID–19 podría pasar a la historia como una excepción, ya que, según algunas investigaciones, estamos ante un fenómeno de naturaleza dual, con una disminución de la fe religiosa en algunas regiones del mundo, así como su incremento en otras.

Según un estudio publicado a principios de este mes en el Journal of Religion and Health,[i] los dos grupos religiosos más importantes de Alemania experimentaron un descenso significativo de la fe religiosa durante la actual pandemia, especialmente durante los confinamientos más estrictos que siguieron a la segunda oleada.

Al examinar cómo los católicos y los protestantes evaluaron su propio bienestar y su fe en varios momentos de la pandemia, los investigadores descubrieron que el 15% de los encuestados durante la primera oleada señalaron que habían perdido la fe en Dios o en un poder superior a causa del COVID–19. Durante la segunda oleada, el 21.5% dijo que había perdido la fe como resultado de la pandemia, y la pauta de disminución continuó durante la primera mitad del 2021. De acuerdo con los investigadores, las cosas «empezaron a mejorar ligeramente» durante la cuarta ola, que comenzó a finales del 2021.

Según Arndt Büssing, uno de los autores del estudio y profesor de la facultad de salud de la Universidad de Witten/Herdecke (Renania del Norte–Westfalia): «en nuestra zona hemos observado un descenso del interés religioso desde antes de la pandemia. Ahora, durante la pandemia, las restricciones sociales y los cierres provocan un aumento de la percepción de soledad y del aislamiento social, junto con un descenso del bienestar emocional. Un argumento es que la fe podría ser un recurso para sobrellevar la situación, para encontrar sentido en tiempos de oscuridad e inseguridad. Sin embargo, debido al largo curso de la pandemia, con menos esperanzas de que las cosas cambien significativamente, incluso cuando ahora tenemos una vacuna, la gente puede perder la esperanza».[ii]

Tales situaciones se manifiestan de diversas maneras: algunas personas sienten que sus oraciones van al «vacío», y otras, simplemente, observan que la fe ya no les proporciona consuelo. Hay individuos que, frente a la pandemia, afirman que ésta muestra la indiferencia de Dios hacia la humanidad. Además, existe el fenómeno de la «fatiga de la esperanza», en el cual «las personas religiosas han anhelado ‘respuestas de esperanza’ y reacciones de apoyo de su iglesia», mismas que consideran no haber recibido.

El estudio que nos ocupa encontró bajos niveles de satisfacción con el apoyo que las personas sentían haber recibido de sus comunidades religiosas locales, por lo que algunas de ellas podrían haberse vuelto más devotas en privado como respuesta, algo que Büssing considera como «una situación problemática para las iglesias, ya que puede suponerse que se concentran demasiado en otros ‘temas de interés’, en lugar de lo que varios de sus feligreses consideran relevante en su vida concreta».

Por otra parte, algunos estudios recientes han constatado que la fe religiosa no se vio disminuida por la pandemia de COVID–19, al menos en determinadas situaciones y para ciertos grupos. En la revista European Societies,[iii] varios investigadores revelaron, en octubre del 2020, que los italianos que tenían un contagiado por COVID–19 en su familia eran más propensos a ser religiosos, tanto en términos de asistencia a la iglesia como de rezar en privado. Aunque esta tendencia se mantuvo, principalmente, en los individuos que habían sido educados en la religión desde niños y, por lo tanto, ya tenían esas herramientas religiosas a su disposición cuando necesitaban consuelo en tiempos difíciles.

De acuerdo con European Societies: «[lo anterior] refuerza el papel de la transmisión familiar como forma de moldear las creencias y los comportamientos religiosos, además de proporcionar a los individuos estrategias religiosas para enfrentar las dificultades, [asimismo] sugiere que, en circunstancias dramáticas, es posible un renacimiento religioso a corto plazo, incluso en contextos en los que el proceso de secularización está en marcha». El análisis también señala que, en Estados Unidos, una cuarta parte de los adultos afirma que su fe se ha fortalecido como consecuencia de la pandemia.

Sin embargo, otras investigaciones complican aún más el estudio sobre el vínculo entre la religión y la pandemia de COVID–19, por ejemplo, un artículo publicado en marzo del 2021, en la revista Frontiers in Psychology, exploraba si la religión incrementaba o disminuía la resistencia psicológica de los trabajadores de salud en un grupo de hospitales del sur de Taiwán.[iv]

Mientras que las investigaciones citadas en un inicio se centraron, de modo principal, en las confesiones cristianas, el estudio de Frontiers in Psychology pudo comparar grupos religiosos cristianos y no cristianos, lo cual permitió observar cómo los valores religiosos específicos tienen un impacto en varias mediciones del bienestar psicológico. Así, se descubrió que los budistas y los taoístas eran menos propensos a experimentar angustia mental y, como resultado, se observaba un aumento indirecto en su nivel de felicidad. Por el contrario, los trabajadores de fe cristiana o católica mostraban un mayor bienestar psicológico, pero, con el tiempo, tenían una tasa de recuperación más lenta que las personas de otras confesiones religiosas.

Para los autores del estudio, «[el] cristianismo valora los estados positivos de alta exaltación (como el entusiasmo), mientras que el budismo valora los estados positivos de baja exaltación (como la calma)», Además, a los budistas se les anima a encontrar «un equilibrio entre el ascetismo y la autocomplacencia», al tiempo que buscan hacer hincapié en valores como «la tolerancia, la no violencia, el respeto por el individuo y la creencia en la igualdad espiritual básica de todos los seres humanos» mediante creencias culturales colectivas. Los cristianos, en cambio, «creen en un alma personal y en los atributos internos de una persona que se comporta de la manera que lo hace debido a sus rasgos o disposición y a su fe personal en Dios».

Finalmente, Büssing nos ofrece otra observación, basada en los resultados de su análisis, sobre lo que podría separar a las personas que encuentran consuelo en su fe de las que no: «Hay que diferenciar dos enfoques [el que supone que Dios intervendrá durante las dificultades y el que confía incondicionalmente en el juicio de Dios]. El primer grupo puede decepcionarse fácilmente y perder su fe, mientras que el segundo permanece cerca de Dios (incluso durante su crisis) y espera el ‘amanecer’ en tiempos de oscuridad».

[i] https://link.springer.com/article/10.1007/s10943-021-01493-2

[ii] https://www.salon.com/2022/01/26/religion-attitudes-study/

[iii] https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14616696.2020.1836383

[iv] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7991302/

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