Axis Mundi. Anime y medio ambiente para niños (y grandes)


Quienes amamos al séptimo arte sabemos que las películas con una poderosa narrativa centrada en el medio ambiente pueden transformar nuestra forma de pensar y conectarnos con la naturaleza, de una manera que no logran los documentales científicos. Por ejemplo, Studio Ghibli, la célebre y reconocida casa cinematográfica nipona, cofundada por el animador Hayao Miyazaki, sabe crear complejas historias visuales sobre las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, mismas que trascienden las barreras de la cultura o la edad —como bien sabemos los que tenemos hijos pequeños—, porque un mensaje clave de los animes de Miyazaki es que debemos respetar la naturaleza, o enfrentarnos a nuestra propia destrucción.

En este sentido, los filmes de Miyazaki ofrecen a los espectadores momentos de inmersión en mundos fantásticos que, sin embargo, hacen eco en los problemas actuales, demostrando que es posible retratar cuestiones medioambientales complejas, a través los dibujos animados, de una manera atractiva para el público en general.

Como ejemplo de ello tenemos Nausicaä del Valle del Viento, estrenada en 1984 con una recomendación especial del Fondo Mundial para la Naturaleza, donde se cuenta la historia de un acontecimiento apocalíptico que causa estragos en los ecosistemas mundiales. Por ende, los humanos supervivientes deben coexistir con el Fukai, la selva tóxica, un peligroso entorno lleno de esporas de hongos venenosos. De hecho, la mayoría de los humanos temen al Fukai y tratan de destruirlo, sin entender que, en realidad, está limpiando el medio ambiente para sanar la biosfera.

Miyazaki diseñó esta película para reflejar nuestra sociedad, en la cual priorizar el crecimiento materialista a corto plazo, sobre la sostenibilidad medioambiental a largo plazo, nos está conduciendo al colapso de la actual civilización. El anime nos recuerda que estar en guerra con el entorno natural acabará por provocar nuestra desaparición, por tanto, para crear un futuro sostenible, debemos trabajar con la naturaleza y no contra ella.

Por otra parte, en Mi vecino Totoro (1988), un par de hermanas se mudan a una casa en el campo con su padre, mientras su progenitora se recupera de una enfermedad. Las niñas exploran su nuevo hogar y el bosque que lo rodea, donde entablan amistad con un gran espíritu del bosque llamado Totoro, una metáfora de las imprescindibles interacciones que los niños deberían tener con la naturaleza, las cuales poseen un valor incalculable para su bienestar.

En la película de Miyazaki, las jovencitas exploran su entorno y descubren su afinidad con el medio ambiente, al tiempo que Totoro es representado como una figura materna cálida y reparadora, la cual simboliza y fomenta los efectos curativos de la comunión con la naturaleza, los cuales han sido bien documentados en la investigación y la cultura.[i]

El tercer filme de Miyazaki sobre el tema que nos ocupa, La princesa Mononoke (1997), está ambientado en el Japón del siglo XIV, un mundo en el que la constante batalla entre los humanos y los kami (espíritus) del bosque provoca víctimas en ambos bandos. En el sintoísmo,[ii] religión tradicional japonesa, los kami forman parte de la naturaleza, pero no son entidades apacibles: cuando los humanos se niegan a respetar su entorno, pueden buscar venganza.

El kami más poderoso de este anime es el Espíritu del Bosque (Shishigami), que no es bueno ni malo, sino que representa el poder puro de la naturaleza. Durante el día, Shishigami aparece como un ciervo y, por la noche, se convierte en el inquietante Caminante Nocturno, una transformación que representa la dualidad de la naturaleza como portadora de vida y muerte, haciendo eco de cómo el mundo natural tiene la capacidad tanto de apoyar como de destruir a la humanidad.

Del mismo modo, la antagonista de la película, Lady Eboshi, no puede considerarse totalmente como una villana: aunque quiere talar el bosque para continuar sus proyectos mineros, también es la amable y generosa líder de la Ciudad de Hierro, que ofrece un refugio a los marginados sociales y defiende la igualdad de género. Sin embargo, a pesar de su deseo de construir una sociedad mejor, sus acciones —aunque bien intencionadas— destruyen el bosque y los hogares de los kami.

Esta situación es un microcosmos de los problemas actuales de injusticia medioambiental en todo el mundo, donde los grupos pobres y marginados, incluidos los indígenas y las mujeres, sufren por las acciones de los poderosos explotadores. De hecho, aunque los países ricos son los que más contribuyen al cambio climático, los países más pobres son quienes deben soportar los mayores desastres relacionados con el calentamiento global.[iii]

Además, como espectadores, La princesa Mononoke, nos anima a superar las dicotomías de «nosotros contra ellos», tendencia que permite a los grupos en el poder distanciarse de los que no lo tienen, o incluso deshumanizarlos por completo. De hecho, la obra de Miyazaki es una lección sobre la búsqueda de puntos comunes intrínsecos —lo que nos une en lugar de lo que nos separa— y su empleo para imaginar sociedades más justas e igualitarias que vivan en armonía con la naturaleza. Es por ello que tal vez no haya mejor obsequio, ahora que recién festejamos el Día del Niño 2022, que compartir con nuestros pequeños esta tríada de maravillosos animes, los cuales están disponibles en Netflix, junto con todo el catálogo de Studio Ghibli.[iv]

[i] https://www.theguardian.com/books/2020/mar/14/wild-ideas-how-nature-cures-are-shaping-our-literary-landscape

[ii] https://www.nippon.com/es/japan-topics/b05218/

[iii] https://blogs.iadb.org/ideas-que-cuentan/es/como-el-cambio-climatico-empeora-la-pobreza-y-la-desigualdad/

[iv] https://www.forbes.com.mx/forbes-life/todas-las-peliculas-de-studio-ghibli-ya-estan-disponibles-en-netflix/

 

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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