Uno de los recuerdos más gratos que guardo de las funciones de cine durante mi infancia es el de las películas de artes marciales, protagonizadas por Bruce Lee (así como sus decenas de imitadores)[i] y Jackie Chan, sobre todo porque nos permitían ejercitar la imaginación y adecuarla a nuestra vida cotidiana, fantaseando con algún día dominar las técnicas del karate y kung–fu para poder darles una paliza a los bravucones que, como siempre, proliferaban en la primaria y la secundaria.
De cualquier forma, la afición por los filmes y series sobre artes marciales es algo que aún conservo y disfruto al máximo, sobre todo por el nivel que han alcanzado este tipo de producciones, por ejemplo, en obras maestras como El tigre y el dragón (Ang Lee, 2000), lo mismo que Héroe (Zhang Yimou, 2002), o en la serie Warrior (2019–, Cinemax/HBO Max), supuestamente basada en los escritos póstumos de Bruce Lee, pero que, en lo personal, me parece una genial actualización de la serie de culto Kung Fu (1972–1975) , protagonizada por el finado David Carradine en el icónico papel de «Pequeño Saltamontes».
De esta forma llegamos a la recién estrenada nueva versión de un clásico noventero, Mortal Kombat (Simon McQuoid, 2021). Primero una opción de las populares «maquinitas»,[ii] luego un videojuego, Mortal Kombat aterriza ante el público como un presagio de las posibilidades futuras, al tiempo que se remonta al pasado. Recuerdo que, pese que nos encantó a casi todos, la película de 1995 (dirigida por Paul W. S. Anderson) a más de uno le pareció cursi y algo acartonada, pero también cabe destacar que contaba con un actor asiático (Robin Shou) como protagonista —algo inusitado en una producción hollywoodense—, además de un tema musical insuperable.[iii]
La versión de 2021 recupera la hiper–violencia propia del videojuego, a la vez que se sitúa dentro de un universo indudablemente asiático. Recordemos que, en 1995, Lord Raiden fue personificado por Christopher Lambert, a quien admiramos, pero era de esperarse que el dios del trueno oriental tuviera una caracterización acorde a su origen; por suerte, en esta ocasión, Asano Tadanobu[iv] interpreta dicho papel.
La historia de Mortal Kombat es un buen recordatorio de que el poder de la representación importa, y de que la defensa de los derechos de las minorías puede funcionar: no olvidemos que fue el reparto de Scarlett Johanssen como Motoko Kusanagi en Ghost in the Shell (Rupert Sanders, 2017) y de Tilda Swinton como El Anciano en Doctor Strange (Scott Derrickson, 2016), entre otros casos, lo que finalmente convenció al público de que los actores asiáticos deberían ser elegidos para papeles de personajes asiáticos. Además, muchos de los miembros del nuevo reparto de Mortal Kombat han adoptado, desde hace tiempo, las artes marciales como elemento central de su identidad, incluido el protagonista, de ascendencia chino–británica, Lewis Tan.
Tal parece que, en estos momentos, en las narrativas audiovisuales, la minoría asiática está mostrando sus músculos. De repente, las epopeyas de fantasía de artes marciales de gran presupuesto están por todas partes: la próxima película de Marvel, Shang–Chi y la leyenda de los diez anillos; el citado western histórico de Cinemax/HBO Max, Warrior, y, curiosamente, el reseteo oficial de la referida Kung Fu de CW —que ha sido toda una grata sorpresa—, todos ellos protagonizados por Lewis Tan, Joe Taslim, Simu Liu, Andrew Koji y Olivia Liang, además de otros actores asiáticos en papeles secundarios importantes.
Pero, también como lo ha sido en nuestro país,[v] la historia de las minorías asiáticas en Estados Unidos es complicada, y asimismo lo es la asociación entre los asiáticos y las artes marciales, lo cual lleva a preguntarnos, ¿reclamar las artes marciales es una forma de honrar sus raíces culturales, o es perpetuar un estereotipo?, ¿por qué los asiáticos se convierten tan a menudo en los secundarios de su propia historia, incluso cuando son ellos los que luchan, como en el paradigmático caso de Bruce Lee en el papel Kato, el «ayudante» del protagonista en la serie El Avispón Verde (1966)?[vi]
En este sentido, la pandemia del COVID–19 no sólo ha reconfigurado la forma en que consumimos el entretenimiento de masas,[vii] sino que ha avivado las conversaciones sobre el racismo contra los asiático–estadounidenses, un tema que era casi imposible de abordar, ya que la sola idea de que la «minoría modelo» experimentaba un racismo sistemático —como el que sufren latinos y afro–estadounidenses— era desechada como «sentimientos menores y agravios insignificantes».
Sin embargo, en vista de la información que nos muestran los medios recientemente, es obvio que la violencia contra los asiático–estadounidenses está aumentando, lo que ha llevado al Senado de EUA a aprobar un proyecto de ley contra los delitos de odio contra las minorías asiáticas.[viii] Por tanto, en respuesta a la creciente marea de animadversión racial en dicho país, los asiáticos de EUA están expresando un renovado interés por las artes marciales, tanto al verlas en la pantalla como al practicarlas en la vida real.
Pero, como bien sabemos, la praxis, el poder y la política se mueven a ritmos asincrónicos, y no necesariamente en la misma dirección. ¿Qué ocurre cuando los asiáticos utilizan las artes marciales en la vida real? Sakura Kokumai, siete veces campeona y miembro del equipo olímpico de karate de EUA, fue recientemente víctima de un delito de odio,[ix] y el hombre que la agredió golpeó después a una pareja de ancianos coreanos. Si se tratara de una escena de una película, ella le habría dado una paliza. En el mundo real, sin embargo, se limitó a utilizar su teléfono para filmar al agresor, tal vez consciente de que tenía que contenerse en su respuesta física ante cualquier ataque, ya que el utilizar sus habilidades podría haber acabado con su carrera, o algo peor.
En la vida real, los asiáticos que utilizan las artes marciales tienen que enfrentarse a poderes invisibles: las estructuras de control, los apetitos del capitalismo, la hipocresía de un orden social que castiga a cualquiera que se «pase de la raya». Es obvio que la repentina inversión de los estudios en producciones cinematográficas y televisivas sobre las minorías asiáticas no significa que el racismo en su contra sea cosa del pasado, lo que revela es que la diversidad resulta rentable dentro del mercado global.
El argumento a favor de una representación diversa en la pantalla siempre ha tenido dos vertientes principales: una, que la vida real siempre es heterogénea, al tiempo que es aburrido y contraproducente seguir repitiendo las mismas historias; dos, que la industria del entretenimiento es un negocio, y los castings discriminatorios acaban por impedir que los actores de color ejerzan su profesión, además, los histriones viven en el mundo real, donde la representación importa a nivel político.
En EUA, como ocurre con los guionistas afroamericanos e hispanos, los creadores asiáticos siguen denunciando que se les rechaza por ser «demasiado asiáticos», pero también por «no ser lo suficientemente asiáticos»,[x] que se objetan sus guiones debido a la ausencia —o presencia— de secuencias de artes marciales, o que su proyecto sobre una fantasía asiática no se venderá porque ya lo ha realizado un escritor blanco.
La función de fantasías como Mortal Kombat, podríamos señalar, es la de divertir y, con suerte, entretener, mas, para que la mejor ciencia ficción y fantasía utilice lo extraordinario para iluminar las líneas de la opresión ordinaria, tiene que saber dónde están esas líneas invisibles en primer lugar y Mortal Kombat, lamentablemente, se queda corta en este aspecto. Sin embargo, como apunta la escritora Amy Z. Chan, lo que dicha cinta sí realiza es utilizar las artes marciales para mostrar a los asiático–estadounidenses como «dignos de protagonizar historias que presentan las travesías de nuestros personajes».[xi] Y cada película como ésta hace posible que los asiáticos se vean mejor como ciudadanos de EUA, luchando por el derecho a ser héroes ordinarios dentro de sus propias vidas.
Mortal Kombat (2021) está disponible en algunas salas de cine y en HBO Max
Notas de referencia:
[i] https://www.rtve.es/noticias/20180311/bruce-li-ly-lai-liang-leung-lung-thai-clones-bruce-lee/1686653.shtml
[ii] https://www.xataka.com.mx/videojuegos/el-glorioso-pasado-y-el-dificil-presente-de-las-arcade-en-mexico
[iii] https://www.youtube.com/watch?v=ZOytoGkzLps
[iv] https://es.wikipedia.org/wiki/Tadanobu_Asano
[v] http://www.sideso.cdmx.gob.mx/documentos/publicaciones/2018/discriminacion/2%20invitacion_desalojo_completo.pdf
[vi] https://www.filmaffinity.com/mx/film225985.html
[vii] https://tropicozacatecas.com/2021/01/17/axis-mundi-2020-la-muerte-del-cine/
[viii] https://www.eltiempo.com/mundo/eeuu-y-canada/por-que-hay-tanta-violencia-contra-los-asiaticos-en-estados-unidos-577332
[ix] https://www.scmp.com/sport/martial-arts/other-martial-arts/article/3129019/us-karate-champ-sakura-kokumai-told-go-home
[x] https://www.hollywoodreporter.com/news/throwback-thursday-margaret-cho-was-769078
Carlos Hinojosa*
*Escritor y docente zacatecano