Como bien saben los amables lectores, los recientes ataques con buscapersonas (beepers), walkie talkies y, posiblemente, incluso con paneles solares en el Líbano —que todo indica fueron realizados por el Mossad, el temible y casi siempre efectivo servicio secreto israelí—[i] son uno de esos acontecimientos que, por más extraños e improbables que parezcan,[ii] se vislumbraban en el horizonte: el empleo como armas de los objetos cotidianos en los conflictos del siglo XXI.
Pero, con toda seguridad, los líderes políticos pensaron que esta «armamentización de todo» —como dice el analista de seguridad Mark Galeotti— era cosa de películas de Hollywood o de thrillers policíacos ciberpunk:[iii] transformar beepers o smartphones en artefactos explosivos, en su opinión, probablemente no era posible ni en términos tecnológicos ni logísticos, se trataba del tipo de escenario que sólo los más paranoicos pensarían que podría hacerse realidad.
Sin embargo, ha sucedido cobrándose la vida de 37 personas, herido a miles más y creado la posibilidad de un disturbio organizativo catastrófico.[iv] La capacidad de comunicación entre el ejército o una red insurgente siempre ha sido fundamental para la guerra, y la facultad de comunicarse —y de hacerlo rápidamente— es aún más importante a medida que se amplía la escala geográfica de un conflicto.
Una organización necesita poder confiar en que sus herramientas de comunicación son fiables, así como fiarse de que las personas con las que habla son reales y no falsas (o producto de la IA, un temor creciente en tiempos de «deep fakes»).[v] Los miembros de un organismo también tienen que encontrar formas de asegurarse de que no se les escucha, un temor constante en una época en la que las herramientas de comunicación evolucionan incesantemente en potencia y complejidad.
Así pues, cualquier organización del siglo XXI tiene que estar paranoica ante las amenazas de la interrupción digital y las distintas formas en que la comunicación e información pueden ser robadas, vigiladas y corrompidas o manipuladas.[vi] Pero convertir las herramientas comunicativas cotidianas en verdaderas armas crea un nuevo tipo de paranoia y miedo.
Y tal vez no estemos lejos de que lo que estamos viendo en el Líbano llegue, inevitablemente, a nuestra comunidad: la directora del Instituto de Estrategia y Tecnología de la Universidad Carnegie Mellon de EUA, Audrey Kurth Cronin, ha afirmado que uno de los mayores retos de seguridad en el horizonte es la posibilidad de una «mejora letal» por parte de actores no estatales (cárteles, terroristas, ciberdelincuentes) en una época de «innovación tecnológica abierta».[vii]
En otras palabras, vivimos una era en que el uso de tecnologías disruptivas está abierto a un número creciente de organizaciones e individuos: ya no son las grandes potencias las que tienen todo el poder tecnológico. Al mismo tiempo, en una era de crecientes tensiones geopolíticas, puede haber líderes mundiales que sientan que deben probar las posibilidades de las tácticas que sus hackers y expertos tecnológicos han estado planeando y experimentando.[viii]
En 1999, dos coroneles del ejército chino escribieron un libro sobre el carácter cambiante de la guerra y la política internacional en la era de las tecnologías digitales.[ix] Uno de los comentarios más preocupantes de la obra se refiere a la posible armamentización de todo en los futuros conflictos mundiales: «[Estos] nuevos conceptos de armas harán que tanto la gente común como los militares se asombren enormemente ante el hecho de que las cosas normales también puedan convertirse en armas con las que entrar en guerra».[x]
Así pues, los recientes acontecimientos del Líbano podrían darnos una idea de lo que estos futuristas militares chinos veían en el horizonte. Por supuesto, queda por ver si los Estados serán capaces de seguir el ritmo de un panorama de seguridad en constante modificación, ya que nos encontramos en una época de rápidos cambios en diversas tecnologías emergentes.
Aunque los Estados que tienen preocupaciones más acuciantes y carecen de recursos, como México, podrían tener más de qué inquietarse, al tiempo que grupos como Hezbolá pueden estar entrando en un nuevo periodo de vulnerabilidad a medida que esta nueva era de conflictos pasa de la especulación futurista a la realidad más brutal.
De cualquier forma, los sucesos del Líbano no han terminado y no sabemos si se producirán más ataques con dispositivos electrónicos, tampoco sabemos qué repercusiones geopolíticas tendrán tales atentados en la región. Pero, por el momento, parece que existe una división digital y geopolítica entre quienes sufrirán las nuevas tácticas de esta «armamentización de todo», y los que podrán orquestar ataques a distancia cada vez más creativos contra individuos y organizaciones.[xi]
Para países de la OTAN, por ejemplo, parece improbable que el conflicto global llegue a un punto en el que Estados hostiles como Rusia aprovechen cualquier vulnerabilidad que hayan descubierto en los dispositivos que la gente utiliza en su vida cotidiana. Las diversas estrategias de disuasión —los arsenales nucleares, por ejemplo, que implican una destrucción mutua asegurada— mantienen, al menos por ahora, gran parte de los conflictos por debajo del umbral de la guerra abierta.[xii]
Y si las tensiones geopolíticas llegan a un punto en el que la Rusia de Vladimir Putin explora estas nuevas posibilidades militares, probablemente habría mucho más de qué preocuparse que de iPhones explosivos.
Pero son los actores no estatales los que pueden verse alentados a utilizar este tipo de ataques, como los cárteles y la delincuencia organizada en el caso de México. Lamentablemente, con las fallidas estrategias de seguridad de la actual administración presidencial (que todo parece indicar que seguirán en el próximo sexenio),[xiii] sólo nos resta esperar que dichas agrupaciones carezcan de la capacidad organizativa necesaria para transformar objetos cotidianos en artefactos explosivos, y ojalá que los servicios de seguridad de todo el mundo estén atentos a las nuevas amenazas.
Como podemos apreciar, en tiempos de cambios drásticos y rápidos con la IA, los drones, los robots y los ciberataques, la única certeza es la incertidumbre en este mundo complejo, y a menudo aterrador, en el que vivimos.[xiv]
[i] https://tropicozacatecas.com/2019/05/19/whatsapp-mexico-e-israel-el-espionaje-siniestro/
[ii] https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2024-09-18/walkie-talkies-explosiones-buscas-hezbola-libano-israel_3965103/
[iii] https://www.jstor.org/stable/j.ctv28bqm27
[iv] https://www.france24.com/es/medio-oriente/20240919-lo-que-se-sabe-de-las-explosiones-mortales-de-dispositivos-de-hezbol%C3%A1-en-el-l%C3%ADbano
[v] https://tropicozacatecas.com/2023/07/16/axis-mundi-cuales-son-los-riesgos-reales-de-la-inteligencia-artificial/
[vi] https://es.wired.com/articulos/ciberespionaje-amenaza-la-libertad-de-expresion-en-mexico-alerta-google
[vii] https://global.oup.com/academic/product/power-to-the-people-9780190882143?cc=mx&lang=en&
[viii] https://tropicozacatecas.com/2021/08/01/axis-mundi-ciencia-ficcion-y-planificacion-militar/
[ix] https://mwi.westpoint.edu/the-five-reasons-wars-happen/
[x] https://centredelas.org/actualitat/guerra-y-armas-dos-conceptos-cada-vez-mas-difusos/
[xi] https://www.bbc.com/mundo/articles/c2lndxqpyzpo
[xii] https://elordenmundial.com/que-es-destruccion-mutua-asegurada/
[xiii] https://www.youtube.com/watch?v=F-xzZZT7vNQ
[xiv] https://tropicozacatecas.com/2024/02/10/puede-la-inteligencia-artificial-provocar-una-guerra-nuclear-axis-mundi/
Carlos Hinojosa*
*Docente y escritor zacatecano