Axis Mundi: Big Brother, en la palma de tu mano


En el Super Bowl de 1984, Apple emitió por única vez un anuncio dirigido por Ridley Scott, en el que se mostraba una enorme cantidad de trabajadores grises desanimados, quienes se sentaban en una gran sala de colores monótonos, escuchando las declaraciones del Gran Hermano (Big Brother)[i] orwelliano en una pantalla gigante. A continuación, una atleta rebelde lanza un mazo contra la imagen, rompiéndola y bañando a los trabajadores con una luz liberadora, mientras una voz en off anuncia: «El 24 de enero, Apple Computer presentará la Macintosh. Y verás por qué 1984 no será como 1984».[ii]

Como podemos deducir, la idea del citado spot comercial señalaba que el ordenador Apple Mac liberaría a las masas oprimidas por un Estado totalitario de vigilancia. Pero, resulta evidente que el posterior auge de las Tecnologías de la Información y sus derivados —Apple, Internet, Twitter, Facebook, Amazon y Google— significó todo lo contrario: en la actualidad, vivimos en una pesadilla como la que Orwell imaginó, algo que demostraron los paradigmáticos casos de Edward Snowden y Julian Assange.[iii]

Debemos decir que el Gran Hermano necesitaba electroshocks, privación de sueño, confinamiento solitario, drogas y acoso propagandístico para mantenerse en el poder, al tiempo que su Ministerio de Abundancia se aseguraba de que faltaran bienes de consumo para que los sujetos estuvieran en un estado artificial de necesidad. Por su parte, la nueva sociedad de la vigilancia que ha surgido desde la década de los 80’s funciona de manera diferente, ya que resulta más elegantemente totalitaria y opresiva que cualquier otra descrita por George Orwell u otro autor distópico, salvo el santo patrono de Axis Mundi, Philip K. Dick. Casi ni es necesario apuntar cuántos delitos se han resuelto por las confesiones ‘involuntarias’ de sus autores en las redes sociales, gracias a lo cual podemos afirmar que los smartphones han sustituido a las cámaras de tortura del Big Brother.

Como bien apunta el filósofo coreano–alemán, Byung–Chul Han, el capitalismo ha comprendido, desde el inicio de la era neoliberal, que no necesitaba ser duro, sino seductor: en lugar de decir «no», dice «sí»; en vez de controlarnos con ‘mandamientos’, disciplina y escasez, en apariencia nos permite comprar lo que queremos en el momento que deseemos, convertirnos en lo que anhelamos y realizar nuestro sueño de libertad. «En lugar de prohibir y privar, funciona a través de la complacencia y el cumplimiento. En vez de hacer a la gente obediente, busca hacerlos dependientes».[iv]

De esta forma, el smartphone se convierte en la herramienta multifuncional de nuestra auto–explotación, gracias a él, todos nos convertimos en una extensión del Gran Hermano. Y, para colmo, hacemos cola durante días enteros para obtener el último modelo de tales dispositivos: deseamos nuestra propia dominación. El antiguo de capitalismo opresivo encontró su actualización en el Big Brother informático, personaje que Orwell, paradójicamente, construyó a partir de Hitler y Stalin, sobre todo este último.

Además, toda esta proliferación de plataformas tecnológicas que mantienen una vigilancia extrema sobre nosotros, 24/7, nos trae a la memoria la noción del panóptico de Bentham,[v] según la cual, todos los reclusos de una institución podían ser observados por un solo custodio sin que los presos lograran decir si estaban siendo vigilados o no. La invención de Bentham, a su vez, catalizó las reflexiones del teórico francés Michel Foucault sobre el poder disciplinario y punitivo que surgió con el capitalismo industrial, lo que le llevó a acuñar el término biopolítica. Debido a que el cuerpo era la fuerza central en la producción industrial, entonces una política para disciplinar, castigar y perfeccionar el cuerpo resultaba básica para la propuesta de Foucault sobre el funcionamiento del poder, como lo dejó claro en su trascendental obra, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión.[vi]

Sin embargo, ahora que una parte de Occidente ha alcanzado lo que podríamos llamar como la «era neoliberal desindustrializada», esta biopolítica se halla obsoleta. En cambio, mediante el despliegue de los llamados «macrodatos»,[vii] el capitalismo ha entrado en el reino de nuestra pisque y lo ha explotado hasta el extremo, con el resultado de que, como dice el filósofo Han, «los individuos se degradan hasta convertirse en los órganos genitales del capital», algo que debemos tomar en cuenta la próxima vez que vayamos a comprar un iPhone, ingresemos a PornHub o compartamos memes en Facebook y/o Twitter.

Ahora sabemos que los macrodatos son a brave new world, Shakespeare dixit, para el capitalismo, el país de las maravillas donde la información personal se convierte en dinero y se comercializa incesantemente, es decir, las personas somos mercantilizadas como paquetes de datos para uso económico. Esto es el sueño dorado desde los inicios del capitalismo: los seres humanos nos hemos convertido, realmente, en una mercancía. Al menos en 1984, nadie se sentía libre, mas en 2019, todo el mundo piensa que lo es, lo cual resulta el meollo del problema. Por nuestra propia voluntad ponemos toda la información imaginable sobre nosotros en Internet, sin tener la menor idea de quién o qué puede visualizarla. Una falta de control tal que representa una crisis de libertad, misma que no hemos terminado de tomar en serio.

Y, como era de esperarse, estos conceptos del tecno–capitalismo han transformado todos los demás aspectos del quehacer humano. Por ejemplo, somos incapaces de concebir la política como una actividad colectiva porque nos hemos acostumbrado a ser consumidores y no ciudadanos. Los políticos nos tratan como clientelas a las que deben atender y nos quejamos de la política como lo hacen los consumidores respecto de un producto o servicio decepcionante. El shock y el remordimiento de los compradores son las únicas actitudes que consideramos adecuadas hacia la política concebida como una extensión del consumo.

En un capítulo de su indispensable obra, La Doctrina del Shock,[viii] Naomi Klein aborda la idea de Milton Friedman de que la catástrofe económica auto–creada ofrece, al capitalismo, la oportunidad de escandalizarnos para que nos sometamos más fácilmente, algo que ha quedado en evidencia desde el colapso financiero mundial de 2008, después del cual no cabe duda que hemos estado trabajando más duro por menos dinero, y peor aún, ante el panorama sombrío que se avecina para la economía mundial.[ix] Con lo anterior queremos señalar que, como el Ying y el Yang, en el capitalismo coexisten las dos opciones para mantener el control de las masas: el arrullo suave del Gran Hermano informático, a quien le confesamos nuestros más íntimos anhelos y pecados, junto con el Ángel Exterminador capitalista que desea reducir el número de seres humanos hasta una cantidad ‘sustentable’ para el planeta, lo que quiera que esto signifique.[x]

Notas de referencia

[i] «Big Brother (conocido en castellano como Gran Hermano o Hermano Mayor) es un personaje de la novela de George Orwell 1984. Si bien nadie lo conoce, la presencia del Gran Hermano es una constante a lo largo de toda la novela, apareciendo con frecuencia a través de las telepantallas en la fuerte propaganda de “El Partido”, el partido único Ingsoc, y en enormes murales en cada rincón de la sociedad descrita por Orwell», https://es.wikipedia.org/wiki/Big_Brother_(personaje)

[ii] https://www.youtube.com/watch?v=2zfqw8nhUwA

[iii] https://es.euronews.com/2017/01/18/heroes-o-traidores-manning-assange-snowden

[iv] http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2018/03/byung-chul-han-psicopolc3adtica.pdf

[v] https://es.wikipedia.org/wiki/Pan%C3%B3ptico

[vi] https://www.ivanillich.org.mx/Foucault-Castigar.pdf

[vii] «El uso moderno del término ‘big data’ tiende a referirse al análisis del comportamiento del usuario, extrayendo valor de los datos almacenados, y formulando predicciones a través de los patrones observados. La disciplina dedicada a los datos masivos se enmarca en el sector de las tecnologías de la información y la comunicación. Esta disciplina se ocupa de todas las actividades relacionadas con los sistemas que manipulan grandes conjuntos de datos. Las dificultades más habituales vinculadas a la gestión de estas cantidades de datos se centran en la recolección y el almacenamiento, búsqueda, compartición, análisis, y visualización. La tendencia a manipular enormes cantidades de datos se debe a la necesidad, en muchos casos, de incluir dicha información para la creación de informes estadísticos y modelos predictivos utilizados en diversas materias, como los análisis de negocio, publicitarios, los datos de enfermedades infecciosas, el espionaje y seguimiento a la población o la lucha contra el crimen organizado», https://es.wikipedia.org/wiki/Macrodatos

[viii] https://blogsostenible.wordpress.com/2017/07/14/libro-la-doctrina-del-shock-naomi-klein-resumen-libre-mercado-capitalismo/

[ix] https://expansion.mx/economia/2018/06/20/se-gesta-una-nueva-crisis-global

[x] https://pijamasurf.com/2010/04/instrucciones-para-despues-del-apocalipsis-el-monumento-mas-extrano-de-estados-unidos/

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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